Ingreso digno: la revolución silenciosa que nace en las empresas mexicanas

La discusión sobre el ingreso digno en México ha sido históricamente liderada por sindicatos, académicos y organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, en los últimos años, el sector empresarial ha comenzado a jugar un papel fundamental en esta conversación. Una de las propuestas más relevantes proviene de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), que impulsa la iniciativa “Vida Digna”, cuyo objetivo es alcanzar un ingreso de $12,500 pesos mensuales por persona trabajadora para el año 2030. En un hogar con dos trabajadores, la meta asciende a $25,000 pesos familiares al mes, una cifra que busca superar la línea de pobreza laboral y garantizar bienestar.

José Medina Mora Icaza, expresidente de COPARMEX, ha explicado que este esfuerzo no es una imposición legal, sino una meta voluntaria que busca alinear productividad con justicia social:

“El ingreso digno no debe ser visto como un gasto extra, sino como una inversión en capital humano que se traduce en competitividad y sostenibilidad para las empresas mexicanas”.

El trasfondo social: pobreza laboral persistente

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), 37% de la población mexicana en edad laboral no puede adquirir la canasta alimentaria con su salario. Este dato revela una paradoja: aunque México es la segunda economía más grande de América Latina, una gran parte de su fuerza de trabajo permanece en condiciones de vulnerabilidad.

Para los jóvenes, la realidad es aún más dura. Según datos del INEGI, el 41% de los trabajadores de entre 18 y 29 años perciben ingresos inferiores a dos salarios mínimos, lo que limita su acceso a vivienda, educación y ahorro.

Mariana López, de 27 años, empleada en un supermercado de Monterrey, lo resume así: “Yo trabajo de tiempo completo y aun así mi sueldo apenas alcanza para renta y comida. Pensar en ahorrar o en tener una familia es imposible. Cuando escuché que hay empresas que ya están pagando más de lo que marca la ley, pensé: eso es lo que debería ser normal, no la excepción”.

El Centro de Empresas Conscientes del Tecnológico de Monterrey ha documentado varias experiencias que prueban que el ingreso digno es compatible con la rentabilidad.

  • Merco, una cadena de supermercados del norte del país, pasó de ser un actor local a consolidar más de 40 tiendas. Sus directivos decidieron priorizar a sus colaboradores, ofreciendo salarios por encima del promedio. El resultado fue un personal motivado, baja rotación y crecimiento sostenido.
  • Corporación Zapata, en el ramo automotriz, construyó una cultura laboral centrada en las personas. “Cuando el colaborador se siente cuidado, todo fluye: productividad, innovación y lealtad”, señalan en su informe corporativo.
  • Paruno, dedicada al calzado, y Ripipsa, con un enfoque integral en soluciones industriales, han mantenido su compromiso con salarios dignos y programas de bienestar, logrando atraer talento joven y retener experiencia.

Estos ejemplos reafirman que  el trabajo no es solo un medio de subsistencia, sino un acto que dignifica al ser humano. Como se establece en la encíclica Laborem Exercens de Juan Pablo II: “El trabajo es para el hombre, y no el hombre para el trabajo”.

Más allá de la responsabilidad social: estrategia empresarial

En un entorno globalizado, donde la rotación de personal y la falta de compromiso cuestan millones a las empresas, priorizar el bienestar de los trabajadores se convierte en un factor de competitividad. Según el Banco Mundial, la productividad laboral en México es 30% menor que en países de la OCDE. Una de las razones es la precariedad salarial que desincentiva el esfuerzo y genera descontento.

El modelo de “ingreso digno” ofrece una alternativa: menos rotación, mayor lealtad, equipos comprometidos y mejor clima laboral. La evidencia de empresas como Merco o Corporación Zapata prueba que invertir en la gente no es filantropía, sino una apuesta estratégica.

Alejandro Ramírez, gerente de recursos humanos en una empresa del sector automotriz, relata:

“Cuando la compañía decidió subir el salario base por encima del mínimo, muchos pensaron que sería un golpe a las finanzas. Pero lo que vimos fue lo contrario: bajó la rotación, aumentó la productividad y hasta el ambiente laboral mejoró. Al final, gastamos menos en reclutamiento y capacitación”.

Para trabajadores como Claudia, cajera en una de las tiendas Merco, el cambio ha sido palpable: “Antes cambiaba de trabajo cada seis meses porque no me alcanzaba. Ahora, con un sueldo mejor y prestaciones, me siento más tranquila y motivada. No pienso en irme”.

Un paradigma en construcción

Aunque iniciativas como “Vida Digna” son alentadoras, aún existen grandes retos. Solo una fracción del sector empresarial ha adoptado voluntariamente esta política, y persiste el temor de que aumentar los sueldos afecte la viabilidad en industrias con márgenes reducidos.

Sin embargo, expertos como Enrique Provencio, economista de la UNAM, sostienen que el costo de la pobreza laboral es más alto para el país que el esfuerzo de elevar ingresos:

“Cada trabajador que no puede sostener a su familia representa una carga para los sistemas de salud, educación y seguridad. Garantizar un ingreso digno es también una política pública indirecta”.

La apuesta por un ingreso digno desde el sector empresarial no solo responde a un ideal ético, sino a una necesidad práctica para la sostenibilidad económica del país. Casos de éxito muestran que la justicia social y la rentabilidad pueden caminar de la mano, y que el futuro del trabajo en México depende de entender que la persona debe estar al centro.

El desafío es extender estas prácticas a más industrias y regiones, evitando que se queden como excepciones. Como afirma la DSI, la búsqueda del bien común comienza por reconocer la dignidad del trabajador.

En palabras de Mariana, la joven empleada regiomontana: “No pedimos lujos, pedimos lo justo: que nuestro trabajo nos permita vivir con tranquilidad. Si las empresas pueden dar ese paso, México será otro país”.

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