Cada 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, una jornada impulsada desde 1987 por organizaciones feministas y de derechos humanos para evidenciar las injusticias, desigualdades y violencias estructurales que enfrentan las mujeres en el ámbito de la salud. No se trata de un día “rosado” ni simbólico: es una alerta global para transformar el modo en que se cuida —o se descuida— la vida de más de la mitad de la población.
En 2024, ONU Mujeres advirtió: “La salud de las mujeres es un indicador central del desarrollo de los países. Si falla, todo falla”.
Un sistema que las margina: ¿enfermar por ser mujer?
En México, el 63% de las mujeres han experimentado barreras para acceder a servicios de salud de calidad, según el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES). Estas barreras van desde la falta de infraestructura médica con perspectiva de género hasta la discriminación y violencia obstétrica.
La doctora Laura del Carmen Rivera, ginecóloga y salubrista del Hospital General de México, lo explica así:
“Todavía hoy, muchas pacientes son juzgadas por su vida sexual, ignoradas cuando se quejan de dolor, o infantilizadas en la toma de decisiones. La medicina sigue siendo androcéntrica, diseñada por y para hombres”.
Pero los desafíos no son solo ginecológicos. En promedio, las mujeres tardan 4 años más que los hombres en recibir un diagnóstico certero de enfermedades como el lupus, fibromialgia o endometriosis. ¿La razón? El sesgo médico que minimiza o atribuye sus síntomas a causas emocionales.
Salud mental: la gran silenciosa
El 75% de las mujeres en México reporta haber sentido ansiedad, tristeza o angustia prolongada en el último año, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2023). Sin embargo, solo una de cada diez accede a atención psicológica o psiquiátrica.
“Vivimos múltiples cargas: maternidad, trabajo mal pagado, violencia, discriminación, cuidados no remunerados. Todo esto impacta nuestra mente. Y cuando pedimos ayuda, nos dicen que somos ‘histéricas’ o ‘exageradas’”, señala Paola Jiménez, promotora de salud comunitaria en Naucalpan.
La salud mental femenina no es una moda ni un lujo. Es una necesidad urgente.
El cuerpo que envejece, el sistema que abandona
El 42% de las mujeres adultas mayores en México no tiene acceso a servicios de salud continua ni medicamentos básicos. Las enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y la osteoporosis las afectan de manera diferenciada, pero los programas de salud siguen sin adaptarse a su realidad.
Juana, de 68 años, lo resume con crudeza:
“Nos cuidan cuando somos fértiles. Después, somos invisibles. Hasta que nos morimos.”
Maternidad, sí, pero sin simplificar
Aunque la salud reproductiva es solo una parte del bienestar integral, sigue siendo un terreno clave. Y lleno de contradicciones.
Por un lado, en México ocurren más de 300 mil nacimientos no deseados al año, muchos de ellos en adolescentes. Por otro, cada vez más mujeres enfrentan infertilidad sin acceso a tratamientos accesibles. Al mismo tiempo, la violencia obstétrica continúa: el 33% de las mujeres ha vivido maltrato durante el parto, de acuerdo con datos del INEGI.
“No hay coherencia en el sistema”, denuncia la partera profesional Gabriela Velasco. “Obligamos a algunas a parir, mientras negamos servicios dignos a quienes sí quieren ser madres”.
¿Y qué implica una visión integral de la salud femenina?
Adoptar un enfoque biopsicosocial implica comprender que la salud de las mujeres no se limita a lo ginecológico ni a lo reproductivo. Incluye la salud mental, la prevención de enfermedades cardiovasculares, el cuidado en la vejez, el acceso a atención libre de violencia, y la equidad en diagnósticos y tratamientos.
La Organización Mundial de la Salud lo ha dicho claramente:
“La equidad de género en salud no es un tema sectorial, es una cuestión de justicia social”.
El Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres no es un llamado al rosa ni al protocolo. Es una exigencia de reparación histórica. Implica cuestionar las políticas que reducen a las mujeres a cuerpos reproductores o las excluyen de diagnósticos reales. Significa garantizar acceso, respeto, conocimiento y libertad.
Porque la salud de las mujeres no se resume en su útero. Ni empieza ni termina ahí.
Ana Lucía, 41 años, sobreviviente de cáncer de mama:
“A mí me detectaron el tumor tarde porque el seguro no cubría mamografías antes de los 40. Si hubiera sido hombre con problemas de próstata, probablemente no me hubieran dicho que ‘esperara un año’. Que no nos maten por no tomarnos en serio.”
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