Narcos extraditados, secretos sellados

El Congreso mexicano, a través de su Comisión de Justicia, ha abierto un debate inédito: revisar la Ley de Extradición para exigir que Estados Unidos informe a México sobre los acuerdos de culpabilidad que fiscales norteamericanos negocian con narcotraficantes mexicanos. Este debate no es menor: toca fibras profundas en la relación bilateral y en la lucha conjunta contra el crimen organizado.

“Es insostenible que extraditemos a criminales de alta peligrosidad y no sepamos qué se pacta en su proceso judicial en Estados Unidos. La sociedad mexicana tiene derecho a conocer los términos de esos acuerdos”, sostuvo una diputada participante en la Comisión de Justicia que quiso mantener su anonimato.

La reforma en discusión busca garantizar que el Estado mexicano sea informado de los beneficios legales, reducciones de sentencia o inmunidades parciales que se conceden a criminales extraditados, sobre todo a los grandes capos del narcotráfico que, como en los casos de Joaquín “El Chapo” Guzmán o Genaro García Luna, enfrentan a la justicia estadounidense en condiciones muchas veces opacas.

Contexto legal: una Ley de Extradición desfasada

La actual Ley de Extradición Internacional en México data de 1898, aunque ha sufrido modificaciones. El marco vigente se ha mostrado insuficiente para enfrentar los retos del crimen transnacional y las complejidades de la cooperación judicial entre países.

Hoy en día, una vez que una persona es extraditada, el país de origen —México en este caso— pierde cualquier control o capacidad de supervisión sobre el proceso judicial que sigue en el extranjero. Esto se ha traducido en pactos secretos donde los acusados, a cambio de colaborar, obtienen reducciones de condena o inmunidad parcial sin que México tenga información al respecto.

“El sistema actual nos deja ciegos. Desconocemos si se entregan recursos, nombres de funcionarios corruptos, o simplemente se negocian reducciones sin contraprestación real para nuestro país”, explicó un experto en seguridad y narcotráfico del CIDE

¿Qué está en juego para México?

Más allá de los tecnicismos legales, la revisión de la Ley de Extradición abre una discusión ética, política y social de gran calado.

  1. Soberanía y dignidad nacional: México entrega a sus criminales más buscados, pero no tiene acceso a la información de los procesos ni a los acuerdos alcanzados. Esta asimetría genera una sensación de subordinación jurídica.
  2. Justicia para las víctimas: Los miles de víctimas mexicanas de los cárteles tienen derecho a saber qué ocurre con los criminales que devastaron sus comunidades. En palabras de María Elena Sánchez, madre de un joven asesinado por el Cártel de Sinaloa: “Si les dan beneficios sin que lo sepamos, es una traición a nuestros muertos”.
  3. Combate efectivo al crimen organizado: La colaboración bilateral debe ser total. Si Estados Unidos obtiene información vital mediante acuerdos, esa información debería compartirse para fortalecer las investigaciones en México.

El impacto bilateral: cooperación o fricción

Desde el punto de vista de Estados Unidos, este tipo de acuerdos —los llamados plea bargains— son instrumentos habituales en su sistema de justicia penal. Sin ellos, argumentan, sería prácticamente imposible desmantelar redes criminales complejas.

“En nuestro sistema, los acuerdos de culpabilidad permiten obtener testimonios valiosos que llevan a condenar a jefes más altos o a desmantelar organizaciones completas”, dijo en rueda de prensa John Smith, exfiscal federal y ahora consultor en temas de crimen transnacional.

Sin embargo, estos acuerdos se negocian en tribunales estadounidenses con total hermetismo, sin consulta ni notificación a los gobiernos de los países de origen de los delincuentes. Para México, esta falta de transparencia erosiona la confianza y puede incluso generar escenarios donde delincuentes de alto perfil reciben beneficios que nunca habrían logrado ante tribunales mexicanos.

Alejandra Rivas, residente de Reynosa, Tamaulipas, cuyo hermano fue desaparecido hace cuatro años en un conflicto entre cárteles, comparte la frustración que siente al ver cómo capos extraditados logran reducciones de pena. “¿De qué sirve extraditarlos si luego Estados Unidos les da trato especial? Nosotros seguimos esperando justicia mientras ellos negocian su libertad”, comenta con la voz quebrada.

Testimonios como el de Alejandra revelan el rostro humano de una lucha contra el narcotráfico que sigue dejando víctimas olvidadas en ambos lados de la frontera.

Hacia una reforma con valores éticos y sentido de justicia

En el centro de este debate se encuentran principios esenciales de la Doctrina Social de la Iglesia: la dignidad humana, la justicia, la solidaridad y el bien común. Estos principios exigen que la cooperación internacional en materia judicial no sea un mero trámite burocrático, sino un acto de responsabilidad compartida frente al dolor de las víctimas y la descomposición social que provoca el narcotráfico.

“La dignidad de las personas y el respeto a las leyes deben prevalecer. México no puede ser un simple proveedor de criminales sin tener acceso a la información que permita hacer justicia en casa”, afirmó el padre Raúl González, asesor en pastoral social en Ciudad Juárez.

La reforma de la Ley de Extradición no busca entorpecer la cooperación con Estados Unidos, sino fortalecerla bajo principios de corresponsabilidad y respeto mutuo. Para ello, se plantea que cada solicitud de extradición incluya una cláusula de transparencia informativa y que las víctimas mexicanas tengan acceso a reportes oficiales sobre los procesos.

Riesgos y retos en la implementación

Pese a la nobleza de la causa, especialistas advierten de los posibles retos:

  • Resistencia diplomática: Estados Unidos podría rechazar compartir información alegando independencia judicial.
  • Riesgo de politización: La reforma podría ser utilizada por actores políticos para atacar o defender gobiernos según convenga.
  • Complejidad técnica: Implementar un sistema de información judicial compartido requerirá acuerdos bilaterales adicionales y resguardos legales.

La revisión de la Ley de Extradición representa una oportunidad para México de fortalecer su soberanía jurídica, defender la memoria de las víctimas y garantizar que la lucha contra el crimen no se decida en oficinas lejanas sin rendición de cuentas.

El debate apenas comienza, pero lo que está en juego es mucho más que leyes: es la posibilidad de sentar las bases de una cooperación más justa, ética y humana entre dos países hermanados por un mismo desafío, pero también por la responsabilidad de encontrar caminos de verdad y justicia.

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