Mujeres y sus hijos son olvidados por el sistema en las cárceles mexicanas

¿Sabías que… del 100 por ciento de la población privada de la libertad, solamente el seis por ciento son mujeres? Y de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 7 de cada 10 mujeres en centros penitenciarios tienen un hijo; además se estima que en los últimos 10 años, cerca de 10 mil niños han nacido en las cárceles.

Con esos abrumadores datos, Mónica González Contró, directora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que las madres privadas de la libertad y sus hijos, que son cientos de niños que viven en las cárceles y sin programas que los apoyen, sufren distintos tipos de discriminación. 

Según cifras otorgadas por Julieta Morales Sánchez, profesora de la Facultad de Derecho de la UNAM, en el Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria, se estableció que a diciembre de 2022 había en México 228 mil personas privadas de la libertad y de ellas 12 mil corresponden a población femenina. Además, el 40 por ciento están encarceladas por el delito de robo o robo simple. 

“Tienen reducidas oportunidades económicas y educativas, y una cantidad considerable se encuentra en situación de pobreza”, comentaron expertas de la UNAM y agregaron que además de esos problemas, previo a ser privadas de la libertad, muchas de ellas sufrieron violencia física, psicológica, económica y estuvieron involucradas en delitos relacionados con las drogas porque ellas mismas consumían. 

De acuerdo con las especialistas, el 87 por ciento de las mujeres privadas de la libertad en México son madres y están a cargo de hogares monoparentales, donde ellas son las únicas que cuidan de sus hijos; “su encarcelamiento, en la mayoría de los casos, genera pérdida de los vínculos familiares. Se suma la ausencia de políticas públicas de apoyo a los menores con progenitoras en prisión”.

Y agregaron que las mujeres “son abandonadas por las familias porque desafiaron el estereotipo de mujer buena, noble, perfecta, conforme a la ley” y en los centros penitenciarios no hay salas para visitas conyugales, no se les brinda atención médica adecuada, tampoco se la provee de toallas sanitarias o tampones para enfrentar la menstruación y son sistemáticamente olvidadas. 

Julieta Morales explicó que más mujeres privadas de la libertad urgen de ayuda y se debe “garantizar su alimentación, vacunación, educación, vestido, atención médica, etcétera. En tanto, las madres deberían poder trabajar y tener una remuneración dentro de la prisión, para lo cual se requieren espacios donde cuiden a los pequeños”. 

Para finales de 2022, se registraron a 325 menores de seis años que vivían con sus madres en cárceles de México y las académicas recalcaron que los menores son recluidos al igual que sus madres y privados de su libertad y otros derechos. Finalmente, llamaron a que los procesos sean justos, pues las mujeres más pobres y marginadas son las que acaban en centros penitenciarios. 

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