Empresas por la Paz, clave para reconstruir el tejido social


En un país donde la inseguridad acecha en todas partes, un sector de la sociedad civil ha decidido no quedarse de brazos cruzados. Propietarios de negocios familiares, empresarios de todos los niveles, líderes religiosos y académicos se han unido para lanzar la iniciativa Empresas por la Paz, cuyo propósito es transformar los espacios de trabajo en entornos pacíficos, seguros, inclusivos y generadores de esperanza.

El mensaje es contundente: la construcción de paz no es tarea exclusiva del Estado, sino una corresponsabilidad social que también pasa por las oficinas, talleres, fábricas y comercios donde millones de mexicanos desarrollan su vida cotidiana.

El reto es enorme. Aunque las cifras oficiales muestran ciertos avances, la violencia sigue permeando la vida pública y privada. Entre enero y julio de 2025 se registraron 13 mil 90 víctimas de homicidio, lo que representa una baja del 15.8 por ciento respecto al mismo periodo de 2024, según el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública. Sin embargo, la reducción de asesinatos no se traduce en confianza ciudadana, lo que se refleja en los más recientes datos dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en julio pasado, en los que reveló que el 63.2 por ciento de la población urbana declaró sentirse insegura en su ciudad, el nivel más alto en dos años y medio.

A la par, otros delitos que golpean directamente al sector productivo muestran tendencias preocupantes. De acuerdo a datos de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) la extorsión alcanzó cifras récord en 2025, mientras que en el primer semestre se iniciaron 34 mil 21 carpetas de investigación por robo a negocio, de las cuales el 41.7 por ciento ocurrió con violencia

Y no sólo eso, el crimen también se diversifica, así lo advierte México Evalúa, organización que reportó un aumento del 14 por ciento en desapariciones en el primer semestre del año, siendo la Ciudad de México la entidad con más casos (mil 109).

Frente a este escenario, líderes sociales y empresariales coinciden en que no basta con esperar a que las autoridades reviertan la crisis. “El país requiere que todos asumamos nuestra parte de responsabilidad. La cultura de paz también se aprende y se vive en los centros de trabajo”, señaló Jorge Atilano, SJ, director ejecutivo del Diálogo Nacional por la Paz.

Es por ello que se han unido diversos esfuerzos que fueron dados a conocer durante el lanzamiento oficial de Empresas por la Paz, evento que se realizó en Casa Manu, en el Centro Histórico de la capital. La convocatoria reunió a un mosaico de voces: Monseñor Francisco Javier Acero Pérez, obispo auxiliar de la Ciudad de México; Purushottam Dharmaraj Nava, de Fundación Manu; Octavio de la Torre, presidente de Concanaco Servitur; Esperanza Ortega Azar, expresidenta de Canacintra; y Javier Solana Lozano, presidente de USEM. También acudieron líderes religiosos de distintas confesiones, académicos y empresarios comprometidos con el cambio cultural que plantea el proyecto.

La iniciativa se fundamenta en la Agenda Nacional de Paz, que establece siete acciones nacionales dirigidas al compromiso social de las empresas y catorce acciones locales enfocadas en su interior: desde políticas de inclusión hasta prácticas que fomenten la legalidad, la ética y la transparencia. “Las empresas tienen el poder y la responsabilidad de generar entornos donde la seguridad y la convivencia pacífica sean parte de la vida diaria”, insistió Jorge Atilano.

Propuesta humanista

Los artífices de esta iniciativa, señalaron que más allá de las cifras y los planes estratégicos, Empresas por la Paz apela a la dimensión humana del problema. Como parte de la presentación de este esfurzo conjunto, se estrenó El Libro de Sami, un cortometraje que narra la vida de una joven mexicana atrapada en múltiples crisis: violencia intrafamiliar, deterioro educativo, reclutamiento forzado por el crimen organizado y desaparición. La pieza busca sensibilizar a empresarios y trabajadores sobre el papel que pueden jugar como agentes de transformación social.

“El cortometraje nos recuerda que detrás de cada estadística hay vidas truncadas, historias de dolor, pero también posibilidades de esperanza si actuamos colectivamente”, comentó uno de los asistentes.

Empresas por la paz incluye una plataforma digital que permitirá a micro, pequeñas, medianas y grandes empresas obtener un reconocimiento público por la adopción de prácticas que fortalezcan la convivencia y la paz en sus entornos laborales. El objetivo es generar un círculo virtuoso donde la ética empresarial se convierta en motor de cohesión social.

La sociedad civil mexicana no está dispuesta a resignarse ante la violencia. Si bien la responsabilidad de garantizar la seguridad recae en las instituciones del Estado, la realidad muestra que la reconstrucción del tejido social demanda la participación activa de ciudadanos, empresas y organizaciones, coincidieron en afirmar los asistentes.

Purushottam Dharmaraj Nava, fundador de Casa Manu, indicó que “no podemos esperar a que la paz llegue desde arriba; debemos construirla desde los espacios donde transcurre nuestra vida diaria. Las empresas, al ser el corazón del desarrollo económico, también pueden ser semilleros de esperanza”.

El reto es enorme, pero la iniciativa propone un punto de partida: reconocer que la violencia no se combate sólo con patrullas y fiscalías, sino también con cultura empresarial, ética y solidaridad. En un país donde la percepción de inseguridad sigue en ascenso y delitos como la extorsión asfixian a los negocios, Empresas por la Paz se presenta como un recordatorio de que la transformación también depende de la sociedad civil.

El lanzamiento de esta iniciativa deja claro que existe un ánimo de corresponsabilidad. No es casual que la convocatoria haya reunido a representantes empresariales, líderes religiosos y académicos: se trata de sectores que históricamente han estado separados en la discusión sobre seguridad, pero que hoy reconocen que la crisis exige respuestas conjuntas.

La apuesta es humanista y ambiciosa: convertir los espacios laborales en laboratorios de paz, en contrapeso a la violencia que erosiona la vida pública. Y aunque el camino será largo, el mensaje es claro: México no está condenado a vivir con miedo si la sociedad civil decide ser protagonista de su propio futuro.

La invitación para unirse a esta campaña está hecha para todas las empresas, de todos los tamaños y sectores, con presencia en México están invitadas a compartir sus experiencias en la plataforma Empresas por la Paz, instalada en el sitio web del https://dialogonacionalporlapaz.org.mx/new/empresas-por-la-paz/ 

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