Las empresas mexicanas operan con una zona ciega que impacta directamente en la vida de sus trabajadores y sus familias: en muchos casos, desconocen quiénes son los cuidadores dentro de su plantilla, cuántos de sus colaboradores son padres o madres, o qué condiciones y apoyos necesitan para sostener el cuidado de niñas y niños en los primeros años de vida. Ese fue el llamado principal de la Segunda Cumbre de la Red del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) por la Primera Infancia, un foro que reunió a líderes empresariales, organismos multilaterales y aliados técnicos para diseñar una agenda empresarial orientada al cuidado.
Durante el encuentro se presentaron los resultados de la Primera Encuesta sobre Políticas Empresariales Amigables con la Familia, elaborada por UNICEF México y la Red CCE por la Primera Infancia, en colaboración con la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y empresas adheridas al Pacto Global. Los hallazgos revelan que 27 por ciento de las empresas no cuenta con información sobre cuántos trabajadores son madres, padres o cuidadores, y que 35 por ciento no registra identidades de género diversas en su plantilla. Ese vacío de datos impide desarrollar políticas pertinentes para los distintos perfiles de los equipos.
“Las empresas somos catalizadoras de cambios significativos en la sociedad, y tenemos una corresponsabilidad clara: impulsar la primera infancia como pilar esencial de nuestras agendas empresariales”, afirmó Luis Miguel Pando, secretario de la Comisión Ejecutiva del CCE.
La Red del CCE por la Primera Infancia trabaja bajo el marco de las Políticas Empresariales Amigables con la Familia, definidas por UNICEF. Estas prácticas buscan promover el equilibrio entre la vida laboral y personal, ofreciendo tres recursos clave: tiempo, apoyos materiales y acceso a servicios. Sin embargo, la adopción de estas políticas requiere, antes que todo, diagnósticos internos precisos.
Los resultados de la encuesta muestran señales de avance. Una de cada cuatro empresas ya cuenta con más del 50 por ciento de mujeres en su equipo, lo que representa una base para continuar la transformación. No obstante, los especialistas insistieron en que la presencia femenina no es suficiente sin medidas que reconozcan el trabajo de cuidado y permitan distribuirlo de manera más equitativa. Horarios flexibles, licencias de maternidad y paternidad ampliadas, permisos por cuidados, espacios de lactancia y apoyos económicos adicionales fueron señalados como acciones que pueden marcar una diferencia concreta en la vida de las familias.
Durante la presentación, Martha Merlo, Oficial Nacional de Política Social de UNICEF en México, subrayó la relevancia de los primeros años de vida en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de niñas y niños. “Cuando las empresas generan condiciones para el cuidado temprano, no solo apoyan a las familias. Contribuyen a que los niños tengan mejores oportunidades educativas, mejor salud y mayores ingresos futuros. Esto también impacta positivamente en el desempeño de la empresa”, señaló.
Para acompañar a las compañías en este proceso de adopción y mejora de políticas, UNICEF impulsa la iniciativa “Empresas que Cuidan”, que ofrece orientación técnica y herramientas de monitoreo. La postura es clara: la corresponsabilidad en el cuidado no es solo un asunto de bienestar social, sino una estrategia de sostenibilidad y productividad.
En las conferencias magistrales participaron Clemente Ávila Parra, economista senior de Protección Social del Banco Mundial, y Marcela Silveyra, especialista en educación del mismo organismo. Ambos resaltaron la importancia de construir sistemas de medición y evaluación que permitan identificar avances, corregir fallas y orientar recursos. “Lo que no se mide, no se transforma”, coincidieron.
La Cumbre fue encabezada por Paloma Infestas, de Fundación Coppel, y Sindy González, de Fundación FEMSA, copresidentas de la Red CCE por la Primera Infancia. Entre los aliados presentes asistieron Advenio, Criantia, aeioTU, Gendes, Lactarum y Coco y Cora.
El encuentro cerró con un llamado a consolidar una agenda empresarial del cuidado que vaya más allá del diagnóstico y se traduzca en compromisos verificables y públicos. Porque, señalaron las organizadoras, las empresas que cuidan no solo mejoran la calidad de vida de quienes integran sus equipos: construyen entornos laborales más equitativos, fortalecen el tejido social y contribuyen a un país más sostenible.
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