El cuidado, un asunto de DOS

En un mundo donde las mujeres siguen cargando con el 76% del trabajo de cuidados no remunerado —según ONU Mujeres—, construir un sistema nacional de cuidados robusto y corresponsable ya no es solo un asunto de justicia social, sino de supervivencia del modelo económico. ¿Qué están haciendo los países que sí han avanzado en esta ruta? ¿Cómo se transforman sus sociedades cuando el cuidado deja de ser una carga privada y se convierte en un bien público?

¿Qué es un sistema nacional de cuidados?

Un sistema nacional de cuidados es el conjunto de políticas, servicios e infraestructura institucional orientados a garantizar que niños, personas mayores, personas con discapacidad o enfermedades crónicas, y sus cuidadores, reciban atención adecuada. Su objetivo no es solo aliviar la carga familiar, sino reconocer, redistribuir y remunerar el trabajo de cuidados, y permitir que todas las personas —especialmente las mujeres— puedan participar plenamente en la vida económica y social.

Claves de los sistemas más robustos

Los países que han logrado consolidar sistemas nacionales de cuidado con alto impacto social comparten cinco características esenciales:

1. Universalidad

El acceso a servicios de cuidado no depende del ingreso ni de la condición laboral. En países como Suecia, Dinamarca o Francia, el acceso a guarderías o cuidados geriátricos está garantizado por el Estado.

2. Corresponsabilidad tripartita

El cuidado se distribuye entre Estado, empresas y familias. Esto implica políticas de licencias parentales compartidas, horarios laborales flexibles y esquemas de financiamiento mixto.

3. Profesionalización del sector

Los cuidados son provistos por personas formadas, certificadas y bien remuneradas. Este enfoque dignifica tanto a quienes reciben como a quienes brindan los cuidados.

4. Integración multisectorial

Los sistemas de cuidado se vinculan con salud, educación, empleo y desarrollo social. No son políticas aisladas, sino parte del modelo de bienestar.

5. Inversión sostenida

La mayoría de los países líderes destinan entre el 1% y el 2% de su PIB a servicios de cuidado. Canadá, por ejemplo, duplicó su inversión en 2021 para avanzar hacia un modelo universal.

Impactos comprobados

Los efectos positivos de estos sistemas abarcan múltiples dimensiones:

  • Económicos: aumento de la participación laboral femenina, mejora en la productividad y reducción de la pobreza.
  • Educativos: mejores niveles de desarrollo cognitivo en niños y niñas que acceden a cuidados de calidad.
  • Demográficos: respuesta estructural al envejecimiento poblacional, con modelos sostenibles de cuidado de personas mayores.
  • Culturales: transformación de roles de género, masculinidades corresponsables y ciudadanía activa.
  • Salud mental: reducción del estrés crónico en familias cuidadoras y mejora del bienestar general.

Datos que hablan

  • En Suecia, el 90% de los niños de 1 a 5 años está inscrito en guarderías públicas subsidiadas.
  • Francia destina más del 1.3% de su PIB al cuidado infantil y familiar, con beneficios fiscales, subsidios y plazas garantizadas desde los 3 años.
  • Noruega cubre hasta el 80% del costo de cuidados infantiles con recursos públicos.
  • Canadá, tras una reforma en 2021, ofrece cuidado a menos de 10 dólares diarios por niño en varias provincias.
  • Chile implementa desde 2006 “Chile Crece Contigo”, con intervenciones integradas desde el embarazo hasta la adolescencia.

La urgencia para México

En México, el 25% de las mujeres no participa en el mercado laboral debido a la carga de cuidados. El país carece aún de un sistema nacional consolidado, aunque propuestas como la Ley General de Cuidados, las iniciativas de Empresa Contigo o las acciones de gobiernos locales apuntan en la dirección correcta.

Como señala el Foro de Impacto Social de Coparmex, el diálogo social entre empresas, sindicatos y gobierno es clave para avanzar hacia un modelo que reconozca el cuidado como un derecho humano, un servicio esencial y una responsabilidad compartida.

“Gracias a la guardería pública pude retomar mis estudios y hoy tengo un empleo de tiempo completo”, afirma Anaïs, madre soltera en Lyon, Francia.

“La licencia de paternidad me permitió establecer un vínculo desde el primer día. Ya no somos ayudantes, somos padres activos”, dice Magnus, papá sueco.

“En Canadá cuidamos a quien cuida, y eso hace una sociedad más fuerte”, declaró en 2023 la ministra de Familias, Karina Gould.

Construir un sistema nacional de cuidados no es un gasto: es una inversión estratégica para el desarrollo sostenible. Los países que lo han entendido así han transformado su tejido social, reducido brechas de desigualdad y fortalecido sus economías. México no parte de cero, pero necesita voluntad política, visión empresarial y diálogo social para construir el camino.

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