El auge de venezolanos y cubanos nacionalizados mexicanos

Entre 2016 y 2023, casi 20 mil personas extranjeras provenientes de 133 países obtuvieron la nacionalidad mexicana, según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Detrás del número, que a primera vista parece moderado para un país de 130 millones de habitantes, hay una historia mucho más profunda: la elección consciente de México como hogar definitivo por parte de quienes huyen de crisis políticas, económicas y humanitarias, pero también de quienes encuentran en este país una oportunidad, una identidad y un futuro que no hallaron en su tierra natal.

Los datos oficiales revelan que la mayoría de estos nuevos ciudadanos provienen de Venezuela (6,528), Cuba (2,728), Colombia (1,937), España (764) y Argentina (736). ¿Qué explica estas tendencias? ¿Qué significa para México esta ola de nuevos conciudadanos? ¿Qué motiva a miles a dejar todo atrás y reiniciar su vida aquí?

Este reportaje explora las razones del éxodo, las motivaciones para elegir México y los impactos sociales y económicos del fenómeno, sin olvidar la dimensión profundamente humana que implica comenzar de nuevo en un país extraño. Como enseña la Doctrina Social de la Iglesia, “la persona humana tiene derecho a emigrar si en su país no encuentra condiciones para una vida digna” (Compendio de la Doctrina Social, 298). Y México, con sus virtudes y desafíos, se ha convertido en una tierra donde ese derecho puede ejercerse con esperanza.

Venezuela: el éxodo más grande del continente

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que más de 7.7 millones de venezolanos han abandonado su país desde 2015. Este éxodo —el más grande registrado en la historia reciente de América Latina— tiene raíces profundas en el colapso institucional, la inseguridad, la hiperinflación y la falta de oportunidades. “Me fui porque sentí que si me quedaba, perdía mi vida y mi futuro”, relata María Fernanda, una ingeniera de Maracaibo nacionalizada mexicana en 2021. “Llegué a México con 200 dólares y una maleta. Aquí pude volver a soñar”.

Casos como el suyo se multiplican. Muchos llegan primero como solicitantes de refugio y, tras años de residencia legal y contribuciones laborales, se nacionalizan.

Cuba: libertad como motivación principal

En el caso de Cuba, el impulso migratorio obedece tanto a la precariedad económica como a la falta de libertades políticas. Amnistía Internacional ha documentado por años la represión a disidentes y periodistas independientes, así como limitaciones severas al emprendimiento. “México fue el primer lugar donde pude hablar sin miedo”, afirma Rafael, periodista cubano nacionalizado en 2022. “Poder opinar y trabajar sin vigilancia es un lujo que en Cuba no existe”.

Colombia: seguridad y reunificación familiar

Aunque Colombia ha mostrado avances significativos, la persistencia de grupos armados, violencia local y amenazas a profesionales, líderes comunitarios y mujeres han impulsado migración hacia México, especialmente en zonas urbanas con oportunidades tecnológicas y de servicios.

España y Argentina: razones económicas y culturales

Para muchos españoles y argentinos, México representa la posibilidad de un país económico dinámico con afinidades culturales. La crisis económica española tras 2008 y la inflación crónica en Argentina empujaron a miles a establecerse en México, que ofrece un mercado laboral más flexible y una clase media en crecimiento.

¿Por qué México? Entre oportunidades, libertad y comunidad

México no es únicamente un país de tránsito; cada vez más es un país de destino definitivo. Las razones que más mencionan quienes se nacionalizan son:

De acuerdo con la OCDE, México es uno de los países con mayor movilidad laboral en América Latina y cuenta con sectores dinámicos como tecnología, manufactura, energía, comercio y economía creativa.

México permite abrir una empresa en menos de 48 horas en varias entidades federativas. Para migrantes con ideas, pero sin capital, el costo de vida comparado con Estados Unidos o Europa resulta accesible.

Para cubanos, venezolanos y algunos colombianos, México representa algo más valioso que lo material: libertad.

El idioma, la gastronomía, el humor, la música e incluso la religiosidad compartida facilitan la integración. Como dice el sociólogo José Luis Molina, “México tiene una cultura expansiva y hospitalaria que convierte a los migrantes en parte de la comunidad mucho más rápido que otras naciones”.

La nacionalización no es solo un trámite; es un acto de pertenencia. Significa comprometerse con la historia, la legalidad y los valores del país. Muchos migrantes lo ven como un nuevo comienzo, no como un simple paso administrativo.

¿Cómo impacta esta migración a México?

Lejos del prejuicio, diversos estudios indican que la migración regular y productiva impulsa positivamente la economía mexicana.

Un reporte de BBVA Research (2023) señala que migrantes profesionalizados —como muchos venezolanos, colombianos y argentinos— aumentan la productividad, contribuyen con nuevas habilidades y dinamizan sectores como gastronomía, tecnología, educación y comercio.

La OIT ha documentado también que los migrantes formales tienden a crear nuevos negocios, lo que genera empleo local. En ciudades como CDMX, Monterrey, Guadalajara y Querétaro, se ha observado un surgimiento acelerado de restaurantes, startups, consultorías y tiendas especializadas dirigidas por nuevos mexicanos.

La presencia venezolana ha popularizado nuevos estilos culinarios, modas y expresiones culturales; la comunidad argentina ha impulsado escuelas deportivas y gastronomía; y los cubanos han enriquecido la música y el arte urbano.

México, históricamente país de puertas abiertas —desde los exiliados españoles en los 30 hasta los refugiados chilenos en los 70— vuelve a demostrar que la diversidad no fractura, sino que fortalece.

No obstante, existen desafíos:

  • Saturación de servicios migratorios.
  • Precariedad laboral para quienes no logran regularizarse pronto.
  • Casos de discriminación y estigmatización.

 “Las sociedades deben acoger al extranjero en la medida posible, evitando injusticias y promoviendo su integración digna” (Compendio, 298). Es decir, acogida sí, pero con orden, legalidad y responsabilidad mutua.

4. Testimonio: “En México recuperé la vida”

Quizá ningún dato explica mejor la motivación para nacionalizarse que una historia humana. Adriana, una venezolana que llegó en 2017 con su esposo y dos hijas pequeñas, hoy dirige una pequeña pastelería en Puebla.

En Venezuela no teníamos comida. Mis hijas se enfermaban y no había medicinas. Cuando llegamos a México, un vecino nos prestó una estufa y otro nos consiguió trabajo. Aquí conocimos la generosidad de verdad. Hoy mis hijas son mexicanas por elección, y yo también. No quiero otro país”.

La historia de Adriana refleja un valor profundamente mexicano: la solidaridad, esa capacidad de abrir puertas, ofrecer una silla, compartir la mesa. Un valor que une más que cualquier frontera.

La nacionalización de casi 20 mil personas provenientes de 133 países no es casualidad. Es la suma de:

  • Crisis que expulsan.
  • Oportunidades que atraen.
  • Solidaridad que integra.
  • Y un país que, con todo y sus problemas, sigue ofreciendo vida, libertad y un futuro posible.

México tiene el reto de fortalecer sus instituciones migratorias, promover la integración laboral y cultural, y garantizar que la legalidad sea la base de toda política pública. Pero también tiene una oportunidad histórica: convertir la diversidad en motor de desarrollo.

Al final, como dijo el Papa Francisco: “El migrante no es una amenaza; es una oportunidad de encuentro”. Y México, país de encuentros, lo sabe mejor que nadie.

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