“A veces, no hacen falta golpes para destruir a una persona. Basta con un comentario lleno de odio para dejarla en ruinas.” Con esta reflexión, Mariela Cruz, activista mexicana por los derechos digitales, recuerda cómo su identidad como mujer indígena y defensora de los derechos humanos la convirtió en blanco de ataques que, aunque virtuales, dejaron huellas reales. El testimonio de Mariela es solo una muestra del fenómeno creciente que ha motivado la proclamación, por parte de las Naciones Unidas, del Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio, conmemorado cada 18 de junio.
Un día necesario: origen y objetivos de la conmemoración
El Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio fue establecido por la Asamblea General de la ONU en julio de 2021 como respuesta al alarmante aumento del lenguaje discriminatorio, xenófobo, racista, misógino y violento tanto en espacios digitales como en la vida pública. Su principal impulsor fue el Secretario General António Guterres, quien advirtió que “el discurso de odio constituye un ataque contra la tolerancia, la inclusión, la diversidad y la misma esencia de los derechos humanos”.
El objetivo de este día es triple:
- Fomentar la tolerancia y la diversidad cultural.
- Impulsar políticas educativas que prevengan la violencia verbal.
- Promover una convivencia pacífica basada en el respeto mutuo.
¿Qué es el discurso de odio y por qué es tan peligroso?
Según la ONU, el discurso de odio incluye “todas las formas de comunicación que atacan o utilizan un lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o grupo por su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otra identidad”.
Este discurso se manifiesta:
- En redes sociales con comentarios violentos o campañas de acoso.
- En espacios políticos con discursos polarizantes y deshumanizantes.
- En medios de comunicación que reproducen estereotipos dañinos.
Las consecuencias son graves:
- Incremento de crímenes de odio.
- Aislamiento y sufrimiento psicológico de comunidades vulnerables.
- Desintegración social y debilitamiento del tejido democrático.
Un estudio de Pew Research Center encontró que el 64% de los adultos jóvenes en América Latina han presenciado discursos de odio en plataformas digitales, y el 41% ha sido víctima directa.
Iniciativas globales y locales contra el discurso de odio
La respuesta mundial incluye campañas de concientización, legislación, y mecanismos de denuncia:
- Unesco lanzó la iniciativa “Think Before Sharing” para combatir la desinformación y el odio en línea.
- En Alemania, la ley NetzDG obliga a redes sociales a eliminar contenido de odio en menos de 24 horas.
- En México, colectivos como Artículo 19 y Red de Mujeres en los Medios trabajan por una comunicación libre de violencia.
Además, plataformas como X (antes Twitter), Facebook o YouTube han implementado políticas contra contenidos de odio, aunque su eficacia aún es cuestionada por diversas ONGs por falta de transparencia y coherencia.
Estrategias para contrarrestar el discurso de odio
Combatir este fenómeno requiere un enfoque integral:
- Educación crítica desde las escuelas, que fomente la empatía y la convivencia.
- Diálogo intercultural que permita conocer al otro y romper estereotipos.
- Responsabilidad digital, donde cada persona sepa el poder (y el riesgo) de sus palabras.
“La mejor vacuna contra el odio es la educación”, afirma Irina Bokova, exdirectora de la Unesco. En este sentido, países como Noruega, Canadá y Uruguay han integrado programas educativos contra la intolerancia como parte de sus currículos oficiales.
Un reto urgente en tiempos de crisis y polarización
El discurso de odio se intensifica en momentos de crisis, como pandemias, guerras, procesos electorales polarizados o migraciones masivas. Según un informe de Human Rights Watch, los discursos discriminatorios contra migrantes y minorías aumentaron hasta un 300% en medios digitales durante la pandemia de COVID-19.
Los medios de comunicación y redes sociales tienen un papel clave. Pueden ser amplificadores del odio o aliados del respeto. El periodismo ético y las redes responsables son fundamentales para promover un lenguaje que construya, no que destruya.
Conmemorar el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio no es solo un acto simbólico. Es una urgente invitación a revisar nuestras palabras, nuestras reacciones y nuestras plataformas. Es un recordatorio de que el lenguaje puede ser arma o puente.
Frente a la violencia que inicia con un insulto y puede terminar en una agresión física o una muerte, la sociedad tiene el deber de decir: basta. La solución está en todos: gobiernos que legislen, plataformas que moderen, medios que informen con ética, y ciudadanos que hablen con respeto.
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