México es bellísimo y, a la vez, vulnerable. Cruza el Cinturón de Fuego del Pacífico (sismos y volcanes), recibe huracanes por Atlántico y Pacífico, y sufre extremos hidrometeorológicos —de inundaciones severas a sequías prolongadas—. En los últimos años, el país vivió eventos que dejaron pérdidas humanas, daños multimillonarios y comunidades enteras con su vida suspendida. Esta nota recuenta los principales desastres recientes y analiza la gestión pública y social: ¿cómo ha respondido México y qué falta para proteger mejor a la población? El enfoque es integral y centrado en la persona, desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia (dignidad humana, bien común, solidaridad, subsidiariedad)
Terremotos
19 de septiembre de 2017 (M7.1)
El 19S golpeó al centro del país con epicentro en Puebla. El recuento oficial y de organismos públicos habla de más de 300 fallecidos, decenas de miles de viviendas dañadas y pérdidas por al menos 4,100 millones de dólares. Hubo una movilización sin precedentes de rescatistas, Fuerzas Armadas y sociedad civil; también críticas por la lentitud en algunos censos, la calidad de ciertas reconstrucciones y la opacidad de donativos.
Solidaridad viva. Cruz Roja Mexicana recaudó más de 144 millones de pesos y, junto con voluntarios y organizaciones, entregó ayuda humanitaria masiva.
Otros sismos relevantes
- Oaxaca 16/feb/2018 (M7.2, Pinotepa Nacional): fuerte, con amplía percepción regional; los reportes técnicos del SSN y centros de investigación documentan su mecanismo e impactos.
- Oaxaca 23/jun/2020 (M7.4, Crucecita/Huatulco): produjo afectaciones y una perturbación del nivel del mar; UNAM y SSN publicaron reportes técnicos detallados.
Gestión pública y sociedad civil. Tras 2017, la capital y la federación reforzaron simulacros y sistemas de alerta. El Segundo Simulacro Nacional 2025 alcanzó a más de 80 millones de celulares y activó más de 14 mil altavoces, con participación interinstitucional de SEDENA, CFE, Pemex y gobiernos estatales.
Huracanes
Huracán Patricia (2015). Patricia es el ciclón más intenso registrado en el Pacífico oriental (vientos estimados de 185 kt). Aun así, su impacto catastrófico fue menor a lo temido: tocó tierra en zona poco poblada y se habían activado medidas preventivas; hubo inundaciones, deslaves y daños, pero no en la magnitud proporcional a su récord.
Ingrid y Manuel (2013) La coincidencia de ambos fenómenos provocó lluvias extraordinarias y daños en 24–26 estados; cientos de municipios resultaron afectados con pérdidas humanas significativas, especialmente en Guerrero. Siete años después, CENAPRED subrayó el carácter “extraordinario” del episodio.
Grace (2021) Grace impactó primero Quintana Roo y luego Veracruz como categoría 3, con lluvias intensas en varias entidades; la CONAGUA documentó su trayectoria, vientos y precipitación.
Otis (2023) En la madrugada del 25/oct/2023, Otis devastó Acapulco con un fortalecimiento explosivo previo al impacto; la ONU estimó 848,647 personas afectadas y un daño severo al sector hotelero, mientras el gobierno anunció apoyos fiscales y subsidios de intereses. Familias de marinos y tripulantes denunciaron rezagos en apoyos.
Inundaciones
Tabasco y Chiapas (2020) Entre octubre y noviembre de 2020 se registraron inundaciones severas en planicies aluviales; Tabasco —60% de su territorio inundable— sufrió afectaciones masivas en población, cultivos e infraestructura. Informes técnicos y periodísticos describen causas (lluvias, presas, ríos desbordados) y retos de prevención.
Otras inundaciones recientes El repunte de lluvias en 2025 trajo anegamientos en Veracruz, Puebla, Hidalgo, SLP y Querétaro, reavivando el debate por la desaparición del FONDEN y la suficiencia del esquema presupuestal vigente.
Otros desastres
Actividad volcánica (Popocatépetl) – El Popocatépetl permanece en Amarillo Fase 2, con emisión constante de vapor, gases y episodios de ceniza; CENAPRED monitorea 24/7 y mantiene protocolos de protección civil.
Sequías. Tras un 2024 muy seco, 2025 vio alivio en el centro del país (Cutzamala recuperó almacenamiento), aunque el norte siguió crítico. En junio, productores alertaban por “pozos abatidos” y caída de cosechas; la sequía afectaba disponibilidad de agua y empleo agrícola.
Incendios forestales. 2024 registró 8,002 incendios y 1.67 millones de hectáreas afectadas; 2023–2024–2025 muestran patrones de presión climática y uso de suelo. CONAFOR documenta la concentración por estados y superficies.
Análisis del manejo: fortalezas, debilidades y controversias
Fortalezas
- Respuesta multisectorial: SEDENA (Plan DN-III-E), SEMAR (Plan Marina), Guardia Nacional y Protección Civil coordinan evacuación, búsqueda y rescate. La masificación de simulacros y alerta sísmica es un avance cultural tangible.
- Sociedad civil solidaria: Cruz Roja, iglesias, universidades, vecinos organizados; la movilización de 2017 sigue como referente.
Debilidades
- Planeación y prevención desiguales: Mapas de riesgo y ordenamiento urbano insuficientes o ignorados; alta exposición en planicies y laderas urbanizadas. Los informes PERC sobre Tabasco 2020 subrayan la necesidad de resiliencia sistémica y gobernanza de cuencas.
- Financiamiento volátil: La extinción del FONDEN (2021) sustituyó un fideicomiso multianual por asignaciones anuales; expertos advierten menor certidumbre, mientras el gobierno defendió la medida por “irregularidades y corrupción”. El debate se reactivó con Otis y las inundaciones de 2025.
Críticas y controversias
Retrasos en censos, distribución desigual de apoyos y calidad de reconstrucción; la CNDH y agencias internacionales emitieron informes específicos sobre Otis y el derecho a la asistencia.
Lecciones aprendidas y retos pendientes
- Prevención importa más que reacción. Ordenar el territorio, actualizar mapas de riesgo y respetarlos salva vidas. El Marco de Sendai 2015–2030 insiste en prevenir riesgos nuevos y reducir los existentes con políticas públicas integrales.
- Alerta temprana y cultura cívica. La cobertura de la alerta y simulacros masivos debe mantenerse y afinarse para sismos, huracanes, tsunamis e incendios.
- Financiamiento estable y transparente. Los desastres no esperan el ciclo presupuestal. Se requieren mecanismos multianuales, seguros paramétricos y reglas claras para llegar rápido a las familias. El debate pos-FONDEN debe resolverse con evidencia, auditoría y buenas prácticas.
- Enfoque comunitario. La resiliencia se construye con comunidades informadas, comités locales, brigadas y redes barriales. Sendai enfatiza capacidades locales y reconstrucción resiliente.
Propuestas para mejorar la gestión del riesgo
A) Fortalecer la prevención
- Sistema de alerta temprana 4D (sismo, huracán, volcán, incendio): interoperable entre federación–estados–municipios; pruebas regulares y señalización accesible.
- Cartografía y zonificación obligatoria: integrar mapas de amenaza–exposición–vulnerabilidad a permisos de uso de suelo y vivienda social.
- Infraestructura resiliente: escuelas y hospitales con estándares sísmicos y de anegamiento; drenaje pluvial y manejo de cuencas.
- Educación y capacitación continua: currículos escolares y capacitación laboral en autoprotección y primeros auxilios (subsidiariedad).
B) Mejorar la respuesta
- Protocolos claros y medibles: tiempos objetivo para búsqueda, albergues, restablecimiento eléctrico e hídrico.
- Cadena logística humanitaria: almacenes regionales, compras anticipadas y padrón único de damnificados auditado (legalidad y transparencia).
- Albergues dignos y seguros: con enfoque de familias, mujeres, niñez, adultos mayores y personas con discapacidad (dignidad).
C) Reconstrucción sostenible
- “Construir mejor” (build back better): vivienda sismo-resiliente y adaptada a inundaciones; promover seguros de vivienda social.
- Participación comunitaria y rendición de cuentas: comités vecinales con voz en contratos y seguimiento de obras; datos abiertos de costos y avances.
- Instrumentos financieros mixtos: fondo multianual + seguros + bonos catastróficos, con auditoría ciudadana independiente.
“Los pozos se están quedando sin agua; bajamos de 60 a 40 toneladas por hectárea”, relata César Rodríguez Varela, productor de manzana en Chihuahua, al describir la sequía que lleva años golpeando al norte. “Muchos pozos se han abatido… y los costos se disparan”. Su testimonio evidencia que los desastres no son solo “eventos”; son vidas y proyectos en riesgo.
Desde CENAPRED, el Semáforo Amarillo Fase 2 del Popocatépetl recuerda que la prevención cotidiana —no acercarse al cráter, rutas de evacuación listas— es lo que evita tragedias.
La ONU (OCHA) cifró en 848,647 las personas afectadas por Otis, un recordatorio de que la intensificación rápida de ciclones es ya un riesgo real que debe integrarse en los planes.
Del 19S a Otis, de Tabasco a la Sierra Tarahumara, México ha probado su corazón solidario y su capacidad de respuesta. Pero la dignidad de cada persona exige ir más allá: prevenir, ordenar el territorio, financiar con certidumbre y reconstruir mejor. El bien común demanda que gobierno, empresas, academia, iglesias y ciudadanía cooperen en serio; la solidaridad y la subsidiariedad piden empoderar a comunidades y familias con información, herramientas y voz. La pregunta no es si habrá otro gran desastre, sino cuán preparados estaremos para que no se convierta en tragedia. Sendai nos da la ruta; México tiene el talento y los valores para seguirla.
Fuentes clave consultadas
CENAPRED (sismos 2017; actividad del Popocatépetl), SSN-UNAM (Oaxaca 2018 y 2020), CONAGUA/SMN (Grace 2021; Temporada 2020), NHC-NOAA (Patricia 2015), OCHA y CNDH (Otis 2023), CONAFOR (incendios 2023–2024), reportes PERC sobre Tabasco 2020, y cobertura reciente sobre simulacros y financiamiento post-FONDEN.
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