Cuando la nación exime del impuesto a quienes tienen dos hijos

En un movimiento que pone en el centro del debate la relación entre el Estado, la familia y la justicia fiscal, el Gobierno de Polonia ha firmado una nueva ley que elimina el impuesto sobre la renta personal (IRPF) para padres que tienen dos o más hijos. Según los detalles del proyecto, un progenitor podrá quedar exento de pagar dicho impuesto si sus ingresos anuales no superan los 140 000 zlotys (aproximadamente 33 000 euros) y tiene al menos dos hijos.

Para un mercado joven de lectores interesados en la economía, la justicia social, y los valores que sustentan la convivencia humana —como los promovidos por la Doctrina Social de la Iglesia, el respeto a la legalidad y la dignidad de la familia—, esta reforma plantea preguntas fundamentales: ¿realmente se apoya a quienes más lo necesitan? ¿Se fortalece la familia o únicamente se da un beneficio a quienes ya tienen mayor capacidad? ¿Cómo se compara este modelo con otras naciones europeas?

En este reportaje analizamos el trasfondo de la medida, su impacto esperado, las voces que la celebran y las que la cuestionan, y finalmente reflexionamos desde los valores de la familia, la solidaridad y la justicia.

Contexto histórico y la apuesta por la familia

Polonia enfrenta un reto demográfico de gran envergadura. Como señalan fuentes especializadas, la tasa de fertilidad del país cayó recientemente a niveles récord —cerca de 1.1 hijos por mujer en 2024— lo cual coloca a la nación entre las más bajas del mundo en este rubro. 

Ese panorama motiva que el Gobierno oriente políticas activas para “rescatar” el papel de la familia como motor de la sociedad. Ya existían programas como el Rodzina 500 plus, que desde 2016 otorga una ayuda mensual por cada hijo. 

Ahora, la nueva “armadura fiscal” —como la denominan algunos analistas— se propone dar un paso más: no solo una transferencia o subsidio, sino la exención completa del impuesto personal para padres con dos o más hijos, dentro de ciertos límites de ingresos. 

El presidente Karol Nawrocki manifestó al presentar la iniciativa: “La exención del impuesto sobre la renta para padres con dos o más hijos no es solo mi promesa, sino mi obligación para la existencia continua de Polonia y la independencia del Estado”*.

La familia es “la célula básica de la sociedad” —un espacio donde se transmite la vida, la solidaridad intergeneracional y se construye el bien común. Por ello, la pregunta central es: ¿la reforma contribuye a reforzar esa célula o abre grietas en la justicia social?

Detalles de la reforma: ¿qué contiene y a quién beneficia?

Según los medios que cubren la medida, los aspectos esenciales de la reforma son los siguientes:

  • La exención de la renta personal (PIT) para padres con dos o más hijos que tengan ingresos anuales hasta 140 000 zlotys. 
  • Personas con tutela legal, no exclusivamente biológicos, están incluidas. 
  • Se amplían los beneficios para que el impacto sea más visible en la economía de la familia. Ash fuentes hablan de una estimación de ahorro de “alrededor de 1.000 zlotys mensuales (unos 235 euros)” en el espíritu de la noticia original.
  • La medida se inscribe en un paquete más amplio de ajustes fiscales –aún faltan todos los detalles técnicos– cuyo fin es “aumentar el poder adquisitivo de las familias, fomentar el consumo y la participación laboral”.
    Sin embargo, también surgen precisiones y límites: algunos analistas advierten que el mayor beneficio puede recaer en hogares con mayores ingresos, mientras que aquellas familias con rentas bajas podrían ver un impacto menor.
    Cabe destacar que Polonia ya había adoptado hace tiempo medidas que favorecían a familias numerosas, por ejemplo, una exención de impuesto para padres de cuatro o más hijos.
    En conjunto, la medida busca revertir tendencias como la disminución de la natalidad, la precariedad de las familias jóvenes, y dar un impulso al consumo doméstico y al crecimiento interno.

Para aterrizar el análisis, imaginemos el siguiente escenario: María y Piotr (nombres ficticios) viven en Cracovia. Tienen dos hijos, de 5 y 8 años. Piotr trabaja como ingeniero y María es maestra de educación primaria. Con sus ingresos actuales, el impuesto sobre la renta les come una parte de su salario que podría dedicar al ahorro o al ocio familiar. “Cuando escuchamos que el Gobierno propone que ya no tengamos que pagar ese impuesto, pensamos: esto nos dará un respiro, podremos ahorrar para viajar los veranos, comprar una computadora para los niños y quizá empezar un fondo universitario”, dice María.

Pero tienen dudas: “¿Será que esto se aplica de verdad sin letra chica? ¿Y qué pasa si uno de los hijos se va a estudiar fuera o si los gastos suben? ¿Y las familias que tienen un solo hijo o ninguno qué reciben?”. Este testimonio hipotético refleja una sensación real que muchas familias jóvenes comparten: la esperanza de un alivio fiscal, impregnada con la incertidumbre de la equidad y la sostenibilidad del sistema.

Comparación con otros países: ¿cómo premia o castiga la familia el sistema tributario internacional?

Para entender el alcance y la originalidad de la reforma polaca, conviene compararla brevemente con otros modelos internacionales:

  • En muchos países europeos, los sistemas fiscales incluyen deducciones por hijos, créditos fiscales, o beneficios universales por familia, pero raramente una exención total del impuesto sobre la renta para padres con dos hijos.
  • Según datos del Organisation for Economic Co-operation and Development (OCDE) sobre Polonia, existen beneficios para familias con varios hijos, aunque bajo condiciones específicas de renta y edad del hijo. 
  • En México, por ejemplo, aunque existen estímulos fiscales y sociales para las familias, no se propone la exención completa del impuesto sobre la renta por número de hijos. Esto invita al lector mexicano a reflexionar sobre cuán valorada está la familia en el entramado fiscal de su propio país.
    La conclusión: que la familia sea premiada, en lugar de “penalizada” por tener hijos (en el sentido de mayor carga fiscal, mayor gasto, menor ahorro) depende de la voluntad política, del diseño tributario y de los valores que la sociedad cultive. Desde los valores de la Doctrina Social de la Iglesia se considera que la política fiscal debe favorecer a quienes promueven la vida, la cohesión familiar, la solidaridad y la justicia intergeneracional.

Críticas, desafíos y preguntas desde la equidad

Aunque la iniciativa suene ambiciosa y familiar-centrada, no está exenta de críticas:

  1. Beneficiarios más acomodados: Algunos analistas señalan que los mayores ingresos familiares se verán más beneficiados, mientras que familias de bajos recursos, que quizá ya pagan poco impuesto sobre la renta, no tanto. 
  2. Presión sobre el presupuesto público: Reducir los ingresos fiscales implica ajustar gastos o incrementar otros impuestos. Según fuentes, el coste del paquete podría ser elevado. 
  3. ¿Y la familia con uno solo hijo o sin hijos? El valor de la familia no solo se mide en número de hijos. ¿Se está estableciendo un ranking de valor intrínseco según la cantidad de descendientes? ¿Eso va contra la dignidad humana universal, un valor de la Doctrina Social de la Iglesia?
  4. Sostenibilidad demográfica vs. justicia social: Si bien el objetivo es revertir la baja natalidad, caben preguntas sobre si el camino es justo y sostenible o si crea nuevas formas de desigualdad.
  5. Impacto real en renta baja y empleo: Para que el alivio fiscal tenga verdadero efecto, debe complementarse con políticas de empleo, educación, vivienda y cuidado infantil. Si estos pilares fallan, la exención puede funcionar más como una medida simbólica que práctica.

Estos desafíos exigen que la política fiscal no solo premie, sino que también garantice que la justicia, la solidaridad y el bien común sean ejes centrales.

La reforma polaca pone sobre la mesa valores que resuenan fuertemente en la Doctrina Social de la Iglesia: la familia como base de la sociedad, el derecho a la vida y a la maternidad/paternidad, la solidaridad intergeneracional, y la justicia fiscal.
Desde ese marco podemos valorar que:

  • Es legítimo que el Estado reconozca y apoye a quienes asumen la responsabilidad de formar una familia, ya que contribuyen al bien común al reproducir la sociedad, transmitir valores y sostener la cohesión social.
  • Pero es igualmente legítimo exigir que tal apoyo se construya desde la legalidad, la transparencia, la equidad y la sostenibilidad financiera del sistema.
  • La política fiscal debe acompañarse de una visión integral de la familia: no solo contar hijos, sino garantizar condiciones dignas para vivir, crecer, educarse y participar socialmente.
  • En un mundo globalizado y en países jóvenes como México, donde también conviven jóvenes de 18 a 35 años que buscan formar familia, trabajar, contribuir, es valioso que se abra el debate sobre cómo los sistemas tributarios valoran (o no) a la familia.
  • En ese sentido, la medida polaca se vuelve estímulo para que otros países reflexionen: ¿estamos penalizando a la familia al cobrar impuestos elevados, al no dar apoyos suficientes, al no generar condiciones de vida digna para padres y madres jóvenes? ¿O la estamos apoyando con políticas integrales?

La reforma fiscal de Polonia que elimina el impuesto sobre la renta personal para padres con dos o más hijos marca un hito audaz en la política familiar-fiscal. A primera vista, parece un reconocimiento explícito del valor de la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Desde la óptica humanista familia, solidaridad, justicia— es plausible celebrarlo.

Sin embargo, el diablo está en los detalles: ¿quiénes se benefician realmente? ¿hasta qué punto las familias de menores ingresos serán alcanzadas? ¿cómo se financiará esta política sin menoscabar otros servicios públicos? ¿y qué mensaje se envía a otras familias, a aquella con un solo hijo o sin hijos, o a quienes enfrentan situaciones distintas?

Para jóvenes de 18 a 35 años, tanto en Polonia como en México o en otros contextos, este tipo de reformas invita a interrogantes importantes: ¿qué valor le da mi país a mi decisión de formar familia? ¿Hay corresponsabilidad entre el Estado, la empresa y la sociedad para que mi proyecto vital pueda materializarse con dignidad? ¿Las cargas fiscales, los costos de vivienda, educación, salud, son coherentes con un Estado que quiera fortalecer la familia?

Si bien Polonia apuesta por una “premiación” fiscal para ciertas familias, lo esencial será cómo esa medida se traduzca en mejores condiciones reales de vida, reformas complementarias de empleo, vivienda, cuidado infantil y justicia fiscal. El objetivo no puede ser solo aliviar impuestos, sino promover que cada familia pueda decir: “con este apoyo puedo vivir plenamente, educar a mis hijos, contribuir al bien común”. Y en ese sentido, la política debe estar al servicio de la dignidad humana, el bien común y la legalidad —valores que, justamente, deben guiar la construcción de cualquier Estado que quiera verdaderamente impulsar a sus familias.

Esta experiencia polaca, además, debería llevarnos —a nosotros en México— a revisar nuestro propio sistema tributario, nuestras políticas de apoyo a la familia, y preguntarnos si estamos valorando adecuadamente el acto de engendrar y educar, o si simplemente estamos dejando que las cargas recaigan sobre quienes deciden formar un hogar. Porque al final, la familia no es carga: es motor. Y el Estado que la valore con justicia y legalidad, estará construyendo sociedad.
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