Cuando enfermar era una condena

“Que Dios le dé salud”, decimos casi como un reflejo cultural. Pero más allá del deseo piadoso, la salud en México ha sido una conquista histórica, no una dádiva. Lo que hoy consideramos un derecho constitucional (Art. 4°, reformado en 1983) fue durante siglos una lucha colectiva, moldeada por cosmovisiones indígenas, imposiciones coloniales, vaivenes políticos, desigualdades sociales y, en años recientes, por políticas fallidas o insuficientes.

Este reportaje traza el camino de la salud pública en México: de la medicina tradicional a los sistemas institucionales modernos, pasando por epidemias, hospitales de caridad, reformas sanitarias y colapsos. Todo ello con un enfoque ético centrado en la dignidad humana, la subsidiariedad y la justicia social.

Antes de la Conquista: medicina y espiritualidad en Mesoamérica

En las culturas originarias, la salud era una experiencia integral: cuerpo, espíritu y cosmos estaban profundamente conectados. Según el historiador Miguel León-Portilla, “la enfermedad era un desequilibrio con el mundo, no solo un mal físico”.

Los pueblos mexica, maya, purépecha y zapoteca tenían herbolaria avanzada, parteras, hueseros y temazcales. El ticitl (médico nahua) era guía y curador espiritual. Más de 2,000 especies de plantas medicinales fueron documentadas en códices prehispánicos como el Badiano.

“Mi abuela curaba con plantas que hoy están en estudios clínicos, pero entonces eran saber de ancestros”, cuenta doña Rosario Cruz, originaria de Cuetzalan, Puebla.

Virreinato: hospitales de caridad y control colonial

Con la Conquista vino el choque de paradigmas. La salud pasó a ser controlada por la Iglesia y la Corona. Los frailes fundaron hospitales como el de Jesús (1524), primero del continente, destinado a indígenas.

Pero más allá del auxilio, había control. Se consideraba que la enfermedad era castigo divino, y curar era parte de la redención. Las epidemias como la viruela (1520), sarampión (1531) o tifo (1576) devastaron a millones.

El protomedicato (1570) regulaba el ejercicio médico en nombre del Rey, y los boticarios debían licenciarse en España. La medicina indígena fue marginada, aunque en la práctica muchas comunidades la mantuvieron viva.

“No existía el concepto de salud pública como hoy lo entendemos. Lo que había era beneficencia cristiana y reglamento para los que podían pagar”, explica el Dr. Alfredo López Austin, historiador.

Siglo XIX: entre guerras, liberalismo y laicismo

La Independencia (1821) trajo nuevas ideas pero pocos avances sanitarios. El país estaba en ruinas, azotado por guerras civiles, pobreza y epidemias como el cólera (1833) y fiebre amarilla.

Durante el Porfiriato, hubo cierto impulso institucional: se fundó el Consejo Superior de Salubridad (1871) y comenzaron campañas de vacunación. Sin embargo, el acceso seguía siendo elitista. La salud era privilegio de militares, obreros de grandes fábricas o residentes urbanos.

Siglo XX: de la Revolución al sistema corporativo de salud

Tras la Revolución Mexicana, la salud empezó a ser vista como función del Estado. En 1943 se fundó el IMSS y, más tarde, el ISSSTE (1959), reflejo del modelo corporativo del PRI, que otorgaba beneficios según afiliación laboral.

Durante décadas, este sistema se amplió con hospitales, centros de salud y campañas de vacunación masiva (como contra la poliomielitis). La esperanza de vida subió de 45 años en 1950 a 72 en 2000, según datos del INEGI.

Pero las brechas siguieron: campesinos, indígenas, trabajadores informales quedaban fuera. El acceso a salud era segmentado: IMSS, ISSSTE, PEMEX, Sedena, y luego, el “resto”.

“En mi pueblo no llegó médico hasta los 90. Todo era con curandera. Y si algo grave pasaba, había que ir a la ciudad y pagar lo que fuera”, recuerda don Eliseo Medina, agricultor en Oaxaca.

Siglo XXI: promesas rotas y nuevos modelos en crisis

Con la transición democrática del año 2000, surgió el Seguro Popular como propuesta del gobierno de Vicente Fox. Su objetivo: dar cobertura médica básica a quienes no tenían afiliación laboral. En 2012, se reformó la Constitución para asegurar que este derecho fuera exigible.

El modelo logró cierta expansión, pero también fue criticado por corrupción y desabasto.

En 2020, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador eliminó el Seguro Popular y creó el INSABI, que colapsó rápidamente por falta de reglas claras y coordinación con estados. En 2023, se instauró el IMSS-Bienestar, fusionando programas de salud para población sin seguridad social.

A ello se sumó la pandemia de COVID-19. Según la OMS, México fue el país con mayor letalidad entre personal médico. A nivel nacional, la escasez de medicamentos, camas y equipos reveló un sistema desarticulado. En 2022, más de 27 millones de recetas no se surtieron completamente, según la Auditoría Superior de la Federación.

Lecciones éticas: salud, dignidad y justicia

Más allá de reformas y siglas, el debate de fondo es ético. ¿Puede un país llamarse justo si hay niños con cáncer sin tratamiento o mujeres indígenas que paren en el suelo por falta de atención?

El bien común incluye la salud es una condición necesaria para el desarrollo integral de la persona”.  El principio de subsidiariedad exige que el Estado no actúe solo, sino en colaboración con comunidades, iglesias, ONGs y familias.

“Un sistema de salud justo no se mide por sus hospitales de lujo, sino por su capacidad de llegar al más pobre con dignidad”, dijo el Papa Francisco durante la pandemia.

¿Hacia dónde vamos?

La historia de la salud en México es la historia de sus heridas… y de sus resistencias. De los códices a las clínicas rurales, del ticitl al médico general, del curandero a la telemedicina, el país ha avanzado, pero las desigualdades persisten.

Lograr un sistema justo, eficaz y humano implica más que presupuestos: requiere voluntad política, corresponsabilidad ciudadana, valores éticos y respeto a la vida. Si “toda persona tiene derecho a la protección de la salud”, entonces cada niño sin vacuna, cada paciente sin medicina y cada mujer sin parto digno son recordatorios de una promesa aún incumplida.

La salud no puede esperar más.

 

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo
comentarios@yoinfluyo.com

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.