Crecimiento con justicia: el desafío ético de México rumbo al 2030

El Banco Mundial proyecta que México podría reducir su nivel de pobreza al rango de 13.4% a 15.4% para 2030, siempre que se mantengan políticas de crecimiento sostenido y se implementen reformas estructurales. Actualmente, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2022 el 36.3% de la población mexicana vivía en situación de pobreza, lo que equivale a 46.8 millones de personas. Es decir, alcanzar la meta para 2030 implicaría que al menos 20 millones de mexicanos salgan de la pobreza en menos de una década.

El desafío no es menor. No se trata únicamente de generar más riqueza, sino de distribuirla de forma más justa y eficiente. El informe del Banco Mundial advierte: “El crecimiento económico rápido debe acompañarse de un modelo inclusivo que cierre las brechas de desigualdad”. Esto significa que la pobreza en México no puede verse como un problema económico aislado, sino como una cuestión ética y social que exige un compromiso colectivo con la dignidad humana, la solidaridad y el bien común.

El punto de partida: una radiografía de la desigualdad

México es uno de los países de la OCDE con mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022 el 10% más rico de la población concentró más del 30% de los ingresos del país, mientras que el 10% más pobre apenas accedió a menos del 2%.

La brecha se refleja en realidades cotidianas. Mientras en zonas urbanas como Monterrey, Guadalajara o Ciudad de México se consolidan polos de innovación tecnológica, en comunidades rurales de Chiapas o Guerrero persisten problemas de acceso al agua potable, salud y educación básica.

En entrevista para este reportaje, María López, habitante de la comunidad tzeltal en Ocosingo, Chiapas, resume la situación: “Aquí seguimos viviendo con lo justo. A veces el apoyo del gobierno llega, a veces no. Mis hijos caminan dos horas para ir a la secundaria y cuando se enferman, el centro de salud no tiene medicinas. Nos dicen que el país crece, pero a nosotros ese crecimiento no nos alcanza”.

Escenarios a 2030: ¿qué condiciones se necesitan?

El Banco Mundial plantea tres escenarios posibles:

  1. Escenario de continuidad: México mantiene políticas actuales de crecimiento, con programas sociales de transferencia directa como la Pensión para Adultos Mayores y las becas Benito Juárez. Este escenario lograría una reducción parcial de la pobreza, pero insuficiente para alcanzar la meta de 2030.
  2. Escenario reformista: se emprenden reformas estructurales en educación, salud y mercado laboral, acompañadas de inversión pública en infraestructura productiva y alianzas con el sector privado. Bajo este esquema, México podría reducir la pobreza a niveles cercanos al 15%.
  3. Escenario inclusivo-solidario: el crecimiento económico se acompaña de políticas redistributivas más eficaces, un sistema fiscal progresivo, combate frontal a la corrupción y fortalecimiento del sistema nacional de cuidados. En este escenario, el país sí alcanzaría la meta de reducir la pobreza al 13.4%.

Según Enrique Provencio, investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED-UNAM): “La pobreza en México no se resolverá sólo con transferencias. Se necesita una estrategia integral que ataque la desigualdad estructural: empleo formal, educación de calidad y acceso universal a servicios de salud”.

Políticas clave para transformar la realidad

  1. Empleo digno
    México aún tiene más del 55% de su población ocupada en la informalidad, de acuerdo con el INEGI. La informalidad implica ingresos inestables y ausencia de seguridad social. Un modelo inclusivo requiere generar empleos formales bien remunerados.
  2. Sistema nacional de cuidados
    El 23% de las mujeres en edad laboral no participa en el mercado formal porque se dedica al trabajo doméstico y de cuidados, según datos de la OIT. Una política pública que garantice estancias infantiles, cuidado de adultos mayores y permisos laborales corresponsables sería clave para cerrar la brecha de género.
  3. Educación con pertinencia
    No basta con cobertura escolar: es necesario invertir en calidad educativa, capacitación tecnológica y formación para el trabajo. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 40% de los jóvenes mexicanos que terminan la preparatoria no cuenta con competencias suficientes para insertarse en empleos bien remunerados.
  4. Reforma fiscal progresiva
    México recauda apenas el 16.5% del PIB en impuestos, uno de los niveles más bajos de América Latina. Sin una reforma fiscal que incremente la recaudación de quienes más tienen, será difícil financiar programas universales de salud, educación y vivienda.
  5. Combate a la corrupción
    La corrupción le cuesta a México hasta el 9% del PIB, de acuerdo con estimaciones del IMCO. Sin un sistema judicial eficaz y autónomo, cualquier política redistributiva pierde legitimidad y eficacia.

El imperativo ético

Desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, la pobreza no es sólo un problema material, sino una negación de la dignidad humana. El Papa Francisco ha sido enfático: “La inequidad es la raíz de los males sociales” (Evangelii Gaudium).

Este llamado interpela a México en su dimensión más profunda. No basta con que las cifras de crecimiento mejoren: el verdadero desarrollo es aquel que coloca a la persona en el centro, que promueve la solidaridad y el bien común.

En palabras de José Antonio Lozano Díez, presidente de la Junta de Gobierno de la Universidad Panamericana: “La pobreza debe enfrentarse como un reto ético que involucra a toda la sociedad: gobiernos, empresas y ciudadanos. Si no asumimos la solidaridad como un principio de acción, la desigualdad seguirá siendo un obstáculo para el desarrollo”.

En San Luis Potosí, Raúl Hernández, joven de 27 años que trabaja en una microempresa de tecnología, comparte su visión: “Yo crecí en una familia humilde, pero gracias a una beca pude estudiar ingeniería. Hoy tengo un empleo estable y ayudo a mis papás. Lo que me gustaría es que más jóvenes tuvieran las mismas oportunidades. Si el país invierte en educación, sí podemos cambiar la historia”.

Su testimonio refleja que detrás de los grandes números y proyecciones, la lucha contra la pobreza se traduce en vidas concretas que encuentran caminos de esperanza.

Reducir la pobreza al 13.4% en 2030 es posible, pero no automático. Exige un cambio de paradigma: pasar de programas asistenciales a políticas estructurales que garanticen empleo digno, educación de calidad, salud universal y un sistema nacional de cuidados.

El desafío no es sólo económico: es un imperativo ético y social. Como señala la Doctrina Social de la Iglesia, la solidaridad no es un sentimiento vago, sino “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común”.

México está en un punto de decisión: o se limita a administrar la pobreza, o se compromete con un futuro de justicia, dignidad y bienestar compartido. El 2030 no está tan lejos, y las generaciones jóvenes lo saben: su presente exige un país que piense en todos.

 

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