Construyendo bienestar emocional colectivo

«Más de 450 millones de personas en el mundo sufren algún trastorno mental», afirmó la Secretaría de Salud de México en uno de sus comunicados. Ese dato —con respaldo en cifras de la OMS— ilustra lo extendido de la problemática: la salud mental no es un asunto aislado, sino un fenómeno de escala global que toca a cada comunidad.

Cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, iniciativa promovida desde 1992 por la Federación Mundial de Salud Mental (WFMH). Para 2025, el lema elegido —“Compartimos vulnerabilidad, defendamos nuestra salud mental”— destaca la necesidad de reconocer la fragilidad emocional como un puente hacia la solidaridad y la sanación colectiva. 

El propósito de este artículo es —como en un ritual de comprensión y responsabilidad social— sensibilizar sobre la importancia de la salud mental, combatir el estigma y promover el acceso real a servicios de atención. No basta con reconocer el problema: debemos actuar, juntos y con dignidad.

¿Qué es la salud mental?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como «un estado de bienestar en el cual la persona es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad». 

Es fundamental aclarar: la salud mental no es simplemente la ausencia de un trastorno. Va más allá, abarcando dimensiones emocionales, psicológicas y sociales. La forma en que nos relacionamos, cómo resolvemos conflictos internos, cómo nos reconectamos con quienes nos rodean: todo forma parte del escenario. Y, como derecho humano fundamental, debe integrarse plenamente en la atención general de salud. 

La salud física y la mental no pueden estar separadas: sin bienestar psicológico, el resto del cuerpo sufre. La pandemia del COVID-19 lo demostró con crudeza: las tasas de ansiedad y depresión se incrementaron significativamente durante el primer año. 

La importancia de la salud mental

La salud mental es la base de una vida plena. Desde cómo nos vinculamos con los demás hasta qué tan productivos somos, todo está entrelazado. Una persona con bienestar emocional:

  • posee mayor resiliencia frente a crisis o pérdidas,
  • puede desarrollar una autoestima sana,
  • sostiene relaciones más sanas y genuinas,
  • rinde mejor en el estudio o el trabajo,
  • contribuye con sentido en su comunidad.

Cuando descuidamos ese aspecto, pueden surgir menos evidentes pero poderosos efectos negativos: aislamiento, deterioro de la salud física, adicciones, pérdida de sentido. En el ámbito social, cuando colectivos enteros sufren crisis de salud mental, la cohesión comunitaria se resiente y la posibilidad de progreso se debilita.

Desde la Doctrina Social de la Iglesia, el respeto a la dignidad humana implica reconocer que cada persona tiene valor pleno, incluso en su fragilidad. Acompañar a quien sufre no es una carga, sino un deber solidario. México, con diversidad cultural y social, tiene la posibilidad de transformar su tejido comunitario si reconoce que el bienestar emocional es tan esencial como la educación, el empleo o la seguridad.

Trastornos mentales más comunes

Aunque existen muchos trastornos, algunos destacan por su frecuencia y su impacto:

  • Depresión: Se estima que en el mundo 332 millones de personas la padecen. En México, hay 3.6 millones de adultos afectados, con casos severos que afectan radicalmente la vida diaria. Se caracteriza por tristeza persistente, pérdida de interés, fatiga, alteraciones del sueño y el apetito, pensamientos de inutilidad o muerte.
  • Ansiedad: En 2019, 301 millones de personas en el mundo sufrían trastornos de ansiedad, incluidos niños y adolescentes. El trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico o ansiedad social aparecen cuando el miedo es desproporcionado ante las situaciones, generando malestar y disfunción.
  • Trastorno bipolar: Se alternan fases de depresión con episodios maníacos: euforia, impulsividad o disminución de la necesidad de sueño. Aunque no hay certeza absoluta sobre su prevalencia exacta en México, se reconoce como uno de los trastornos graves con riesgo de suicidio.
  • Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos: Aparecen generalmente en la juventud, con alucinaciones, delirios o pensamiento desorganizado. En adolescentes entre 15 y 19 años, se estima una prevalencia de 0.1 %. La esquizofrenia puede generar estigma profundo y aislamiento si no se aborda con tratamiento oportuno.
  • Trastornos de la alimentación: La anorexia y la bulimia, más frecuentes entre adolescentes femeninas, afectan 0.1 % de quienes tienen entre 10 y 14 años y 0.4 % entre quienes tienen 15 y 19 años. Pueden coexistir con depresión o ansiedad y, en casos graves, implicar riesgo de muerte.

En México, la carga de los trastornos mentales es elevada: se estima que el 20 % de la población tendrá en alguna etapa de su vida algún trastorno mental (trastornos de ansiedad, depresión mayor, dependencia al alcohol). En 2019, se estimaban 15.7 millones de mexicanos con trastorno mental; para 2021, esa cifra pasó a 18.1 millones, un incremento del 15.4 %. 

Estos trastornos no son “modas” ni muestras de debilidad: son enfermedades reales, con bases biológicas, psicológicas y sociales. No son motivo de vergüenza, sino de atención y compasión.

El estigma de la salud mental

El estigma es una de las barreras más poderosas que enfrentan quienes padecen trastornos mentales. Se manifiesta como prejuicio —pensamientos negativos— y discriminación —acciones dañinas—. Quien sufre puede ser juzgado como “débil”, “loco” o “incapaz”.

Las consecuencias son dramáticas:

  • aislamiento social
  • rechazo laboral
  • vergüenza y silencio
  • menos búsqueda de ayuda o tardanza en hacerlo
  • carga adicional para las familias

Por ejemplo, muchas personas con depresión no piden tratamiento hasta que los síntomas afectan gravemente su vida diaria; el miedo al juicio les impide hablar. Combatir el estigma exige educación ciudadana, visibilidad de testimonios reales y políticas que garanticen la inclusión.

Cómo cuidar nuestra salud mental

Aquí algunas estrategias respaldadas por expertos:

  1. Alimentación equilibrada: consumir nutrientes adecuados favorece el equilibrio emocional.
  2. Actividad física regular: caminar, correr, bailar o practicar deportes libera endorfinas.
  3. Dormir bien: establecer horarios regulares y buenos hábitos de descanso.
  4. Manejo del estrés: técnicas de relajación, respiración consciente, meditación o mindfulness.
  5. Relaciones de apoyo: compartir con amigos, familiares o grupos afines.
  6. Límites digitales: reducir uso excesivo de redes sociales puede disminuir ansiedad.
  7. Ayuda profesional: si hay señales persistentes (tristeza, ansiedad, pensamientos suicidas), acudir a psicólogo o psiquiatra sin demora.

Como dice un refrán popular: “Ayúdate para que Dios te ayude”. Pero también creemos en que Dios actúa a través de quienes acompañamos.

¿Dónde buscar ayuda en México?

  • En el Sistema Nacional de Salud, se brinda atención a través de hospitales psiquiátricos o unidades de salud mental como parte del sistema público. En 2024, el Sistema de Salud reportó haber atendido a 303,356 personas por diversas condiciones de salud mental. 
  • Líneas de crisis: la “Línea de la Vida” del gobierno federal atiende crisis emocionales (800 911 2000). 
  • Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS): cuenta con el Programa Integral de Salud Mental 2021-2024 para ampliar cobertura a tres niveles de atención. 
  • Organizaciones civiles y ONG: diversas asociaciones promueven atención, grupos de apoyo y campañas de sensibilización.
  • Profesionales privados: psicólogos, psiquiatras y terapeutas en consulta privada —importante que sean colegiados—.

El papel de la sociedad

La recuperación o el bienestar no dependen solo de la persona, sino del entorno que construimos. La sociedad tiene responsabilidades indispensables:

  • Educación y sensibilización en escuelas, medios y espacios públicos;
  • Ambientes laborales saludables, con políticas que cuiden el equilibrio vida-trabajo;
  • Políticas públicas robustas, que asignen recursos, integren la salud mental en la salud primaria y garanticen acceso universal;
  • Inversión presupuestal adecuada: en México, solo cerca del 2 % del presupuesto en salud se destina al área mental, cuando la OMS recomienda entre 5 y 10 %. 
  • Reconocimiento del valor de cada persona, con inclusión y respeto, sin condenas ni estigmas.

Toda comunidad debe velar por la dignidad de sus miembros, especialmente los más vulnerables. No puede haber justicia social si se excluye al que sufre en silencio.

Para dar rostro a una realidad que muchos callan, compartimos el testimonio —resguardando anonimato— de “Laura”, joven mexicana de 28 años: “Cuando me diagnosticaron depresión, sentí que el mundo se nublaba. Tenía vergüenza de contarlo; pensaba que me juzgarían. Pasó mucho tiempo antes de que una amiga me dijera: ‘Yo también tuve crisis y salí’. Eso me dio valor. Empecé terapia, tomé medicación, pero sobre todo aprendí que mi vida vale cada día. Hoy ayudo en un grupo de apoyo y escribo sobre salud mental para que nadie más se sienta sola”.

La voz de Laura representa a cientos de miles que luchan diariamente. Su experiencia confirma que la recuperación es posible, que pedir ayuda es un acto de valentía, no de fracaso.

La salud mental es un tesoro frágil pero necesario: sin ella no podemos crecer como personas ni construir una sociedad justa. En este Día Mundial de la Salud Mental:

  • reafirmamos que la vulnerabilidad compartida puede unirnos;
  • exigimos que gobiernos y autoridades destinen recursos reales y políticas eficaces;
  • hacemos un llamado a romper el silencio: hablar es sanar;
  • recordamos que cada vida importa, cada historia tiene valor.

Que este 10 de octubre sea más que un día simbólico: sea el arranque de un pacto de solidaridad colectiva. Que cada comunidad, cada grado escolar, cada empresa, cada familia diga: “Aquí se cuida la salud mental”.

La salud mental es un tesoro que debemos proteger juntos. Compartamos vulnerabilidad, abracemos la esperanza y defendamos ese bien esencial que nos hace humanos. #YoSiInfluyo

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