Récord de lluvias evidenció fragilidad urbana

Las lluvias más intensas en los últimos 43 años se han registrado en este 2025, con un incremento de 33 por ciento respecto de 1982, siendo esta la causa principal de las inundaciones en ciertas zonas de la Ciudad de México, indicó la doctora Claudia Rojas Serna, investigadora del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“La media de los últimos 43 años ha sido rebasada en 33 por ciento este año, lo que es bastante considerable” e impone récords en cantidad de agua pluvial en la capital, sostuvo la especialista en fenómenos meteorológicos extremos, sequías e inundaciones.

Sin embargo, descartó que en la Ciudad de México pueda presentarse una inundación de dimensiones catastróficas, pues “aunque no funciona como quisiéramos el drenaje sí permite desalojar el volumen de agua; es decir, pese a que es deficiente sí desaloja, si bien no tan rápido como se desearía”.

La investigadora, explicó que previo a la actual temporada de lluvias “veníamos saliendo de una sequía muy prolongada y todavía el año pasado hablábamos justo de ese fenómeno que teníamos en todo el país y particularmente aquí en la ciudad”.

Este incremento de temperaturas provocó la falta de precipitaciones “y ahora tenemos una recuperación de ese déficit” de los últimos cuatro o cinco años, dijo la académica de la Unidad Iztapalapa de la UAM, quien subrayó que diversos estudios muestran que después de una sequía prolongada se presentan precipitaciones muy intensas, que a su vez producen inundaciones.

Algunas zonas de las alcaldías Coyoacán, Álvaro Obregón, Iztapalapa y Tlalpan, entre otras, han sufrido anegaciones importantes en los meses recientes, que han superado el metro de profundidad y las implicaciones son diversas, pero una de las más relevantes es la afectación a la infraestructura en las edificaciones, en las instalaciones hidráulicas o en la red eléctrica, que conllevan pérdidas materiales y, por tanto, económicas, señaló.

Otra de las afectaciones es la contaminación, ya que cuando empieza a llover muy fuerte el volumen del líquido no pasa por la red de drenaje y al mezclarse con aguas residuales provenientes de viviendas o industrias arrastra muchos residuos, lo cual puede traer problemas de salud a la población.

Reconoció que la infraestructura de drenaje con que cuenta la ciudad para contender con las inundaciones es una mezcla de infraestructuras de diferentes épocas que ha sido adaptada con el paso del tiempo, conforme se han presentado las necesidades de la creciente población.

Como ejemplo, mencionó el Gran Canal del Desagüe y la red general de tuberías y alcantarillas, que tienen una antigüedad de más de 100 años, pero también la red de drenaje profundo se construyó hace 50 años y fue la primera obra destinada a contender con las inundaciones que se presentaban en ese entonces, de manera que el sistema se fue adaptando desde la red general original.

La investigadora dijo que cuando se diseña el alcantarillado normalmente se hace una proyección de cómo crecería la población; así, puede estimarse el volumen de líquido del drenaje para 10 casas con familias de cinco miembros en algún lugar, “pero desafortunadamente, por la falta del ordenamiento territorial probablemente no sean 10, sino más casas las que estén descargando agua residual en ese punto de la red”.

Por lo tanto, comentó que las inundaciones tienen que ver con los asentamientos y los hundimientos que pudieran presentarse en algunas zonas, así como con los vehículos con carga pesada que circulan por avenidas o calles principales.

Pese a estas problemáticas “realmente la parte que provoca las inundaciones es la cantidad de lluvia que cae y que en este año alcanzó cifras récord”, aseguró.

La doctora Rojas Serna enfatizó la necesidad de impulsar acciones de adaptación “ahora que se presenta un mayor volumen, pero además debe tomarse en cuenta que esto implicaría muchos costos económicos, sociales y políticos”, lo que hace que esta adaptación sea lenta.

Rojas Serna añadió que al entubar los ríos de la metrópoli “se les redujo a una dimensión que no era la suya y el agua se hizo pasar por un tubo que le impide correr como lo hacía originalmente. Hoy, ampliar la capacidad de esos tubos, si bien desde el punto de vista hidrológico sería parte de una solución ideal, desde el punto de vista práctico sería irrealizable”.

La académica consideró que, sin embargo, hay acciones que podrían promoverse como cambiar las entradas de las tuberías de drenaje en sitios se ha detectado que se presentan las inundaciones, porque cuando llueve muy fuerte, obviamente, las alcantarillas se van a llenar muy rápido y se van a desbordar porque el agua en lugar de avanzar hacia su desalojo lo que hace es retroceder.

Es justamente en lugares en los cuales ya se identificó que el agua sale por alcantarilla donde podría empezarse a cambiar la dimensión de estos sistemas; esto es, modificar las tuberías viejas, dado que hacerlo en toda la ciudad “tampoco es una solución muy factible”.

Igualmente, en zonas que presentan inundaciones recurrentes, incluso con lluvias no tan intensas, sería necesario tratar de hacer canalizaciones que lleven a tanques para almacenar el líquido por un tiempo relativamente corto y de esa manera regular la cantidad de agua para que vaya poco a poco al alcantarillado y no llegue de inmediato.

También es importante trabajar en infraestructura verde, como los parques, para tener áreas permeables, así como identificar las avenidas que permitan la filtración del agua de lluvia y en lugar de poner asfalto, usar material que posibilite dicho proceso, toda vez que “eso sería incluso más efectivo que tratar de recargar el acuífero con pozos de inyección”, concluyó.

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