El primer año del llamado “segundo piso de la Transformación” ha sido presentado por el Gobierno de México como una etapa de consolidación del humanismo mexicano. Cifras de empleo, inversión extranjera directa (IED) y pobreza son difundidas como pruebas de un modelo que habría superado al neoliberalismo. Sin embargo, al contrastar estos datos con fuentes internacionales —OCDE, FMI, Banco Mundial— emerge un panorama más complejo, marcado por luces y sombras que desafían la narrativa oficial.
Empleo y salarios: récord histórico, pero con matices
El informe federal subraya que la tasa de desempleo promedió 2.6% entre enero y junio de 2025, con un mínimo histórico de 2.2% en marzo. Además, reporta 23.59 millones de trabajadores formales registrados ante el IMSS, la cifra más alta de la historia.
Sin embargo, la OCDE matiza: la baja tasa de desempleo en México no necesariamente refleja mejores condiciones laborales, sino una alta informalidad, cercana al 55%. A ello se suma que, aunque el salario mínimo se duplicó en términos reales desde 2018, persisten brechas: la pobreza laboral afectaba al 33.9% de la población en 2025, lo que significa que millones de trabajadores aún no logran cubrir la canasta básica con su ingreso.
María Teresa, trabajadora de maquila en Ciudad Juárez, comparte: “Sí tengo empleo, pero el salario apenas alcanza. El gobierno dice que la pobreza bajó, pero en la mesa todavía falta carne y leche. La realidad no siempre coincide con lo que anuncian.”
Inflación y poder adquisitivo: estabilidad frágil
Según el gobierno, la inflación promedió 3.9% en los primeros siete meses de 2025, gracias a medidas como el Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC). Se presume que la canasta básica se ha mantenido en torno a 910 pesos.
El FMI y el Banco Mundial reconocen el descenso inflacionario, pero advierten que la inflación subyacente —la que mide bienes y servicios sin alta volatilidad— sigue siendo mayor al promedio de la OCDE, lo que refleja rigideces estructurales. Además, el Banco de México alerta sobre riesgos externos: presiones de energéticos y volatilidad del tipo de cambio.
Inversión extranjera directa: récord con concentración
El gobierno presume un máximo histórico en captación de IED: 34.3 mil millones de dólares en el primer semestre de 2025, 10.2% más que en 2024. La Ciudad de México absorbió 56% del total, seguida por Nuevo León y Estado de México.
El contraste internacional muestra otra cara: la UNCTAD ubica a México entre los principales receptores de inversión en América Latina, pero advierte que la concentración territorial y sectorial (manufactura y servicios financieros) limita el impacto en regiones rezagadas. Además, la inversión privada nacional no crece al mismo ritmo, lo que puede generar dependencia excesiva de capital extranjero.
Crecimiento económico: cifras discretas frente a promesas
El informe oficial señala que el PIB creció 1.2% anual en el segundo trimestre de 2025. El Plan México proyecta que el país se convertirá en la décima economía del mundo.
No obstante, el FMI redujo su expectativa de crecimiento para México en 2025 a 1.5%, por debajo del promedio latinoamericano (2.1%). El Banco Mundial advierte que la desaceleración global y la caída en productividad podrían frenar los objetivos del Plan México.
Pobreza y desigualdad: cifras históricas, dudas persistentes
El gobierno reporta que entre 2018 y 2024, 13.4 millones de mexicanos salieron de la pobreza y 1.7 millones de la pobreza extrema. El coeficiente de Gini cayó a 0.391, siendo México el segundo país con menor desigualdad de América después de Canadá.
El contraste: el INEGI confirma avances, pero subraya que 34% de la población carece de acceso a salud. Además, organismos internacionales como CEPAL advierten que la reducción de pobreza en México depende en gran medida de transferencias sociales y no de movilidad estructural, lo que podría revertirse en una crisis económica.
José Luis, campesino de Oaxaca beneficiario de programas sociales, explica: “Con la pensión puedo comprar semillas y algo de medicina pero no siempre hay y se supone que el gobierno tendría que dármelas. Sí ayuda, pero si no hay caminos ni agua para regar, seguimos batallando. El apoyo no resuelve todo.” Su testimonio revela lo que académicos como Julio Boltvinik han advertido: las transferencias monetarias alivian la pobreza inmediata, pero no sustituyen la inversión en infraestructura, salud y educación.
El México de 2025 presenta un contraste: mientras el gobierno celebra récords de inversión, empleo e ingresos, los organismos internacionales señalan riesgos de estancamiento, concentración regional y dependencia de programas sociales.
El desarrollo debe ser integral: justicia, equidad y respeto a la dignidad humana. Como señala el Papa Francisco en Fratelli Tutti: “No hay desarrollo auténtico sin inclusión social”.
La pregunta de fondo es si México está construyendo un modelo sostenible de prosperidad compartida o si las cifras oficiales son un espejismo que oculta desigualdades estructurales. El reto sigue siendo garantizar que cada familia, más allá de estadísticas, viva con dignidad.
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