Aunque cifras recientes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) muestran una disminución en la pobreza multidimensional, especialistas alertan que las carencias sociales crecen, y las desigualdades entre estados y deciles de ingreso persisten e incluso se profundizan.
En la mesa número 2 del ciclo “De los datos, a las acciones efectivas”, titulada “Desarrollo con equidad en un país de contrastes”, Graciela Teruel (Universidad Iberoamericana-EQUIDE) y Guillermo Cejudo (CIDE) advirtieron que los avances son frágiles si no se centran en garantizar el ejercicio efectivo de derechos sociales y corregir brechas estructurales.
El Informe de Pobreza Multidimensional 2024 del Inegi revela que la pobreza bajó a 29.6 por ciento de la población, lo que implica que actualmente tres de cada 10 mexicanos viven en esta condición. En números absolutos, la población en pobreza pasó de 46.8 millones en 2022 a 38.5 millones en 2024, una disminución de 8.3 millones. La pobreza extrema también se redujo: actualmente hay siete millones de personas afectadas, 2.1 millones menos que en 2022.
Sin embargo, estos avances conviven con un crecimiento en la vulnerabilidad por carencias sociales. La proporción de personas vulnerables, con al menos una carencia social, aunque no sean clasificadas como pobres, pasó del 26.4 por ciento a 32.2 por ciento. En términos absolutos, actualmente 61.7 por ciento de los mexicanos (más de 80 millones) padecen al menos una carencia.

Las carencias más persistentes son las vinculadas a derechos esenciales:
Seguridad social: el 48.2 por ciento de la población no cuenta con ella.
Salud: la falta de acceso alcanza al 34.2 por ciento.
Rezago educativo: afecta a 18.6 por ciento.
Las cifras de subcarencias muestran tendencias preocupantes: entre 2018 y 2024, la población en rezago educativo creció de 23.5 a 24.2 millones (+700,000 personas). En salud, el aumento fue más dramático: de 20.1 millones a 44.5 millones, un incremento de 121 por ciento.
Pobreza desigual
Datos recientes revelan que la población del primer decil (los más pobres) fue la más afectada: entre 2018 y 2022, aumentaron en ese estrato 1.56 millones de personas con rezago educativo, casi ocho millones con carencias de salud y más de un millón sin seguridad social. Mientras tanto, los deciles de mayor ingreso experimentaron mejoras relativas.
En materia territorial, estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero presentan los niveles más altos de rezago educativo, mientras que la Ciudad de México, Coahuila y Nuevo León tienen los índices más bajos. Chiapas destaca por un fuerte incremento en carencia de salud, mientras que Nuevo León, Baja California Sur y Coahuila presentan menor carencia de servicios médicos.
A pesar de la reducción de pobreza, el crecimiento económico ha sido débil: el Producto Interno Bruto (PIB9 creció apenas 1.24 por ciento en 2024, el peor desempeño desde 2020. El PIB per cápita, por su parte, ha permanecido estancado en niveles similares a los de 2018.

Mientras tanto, aunque los ingresos por programas sociales crecieron 223 por ciento, todavía representan menos del cuatro por ciento del ingreso total de los hogares, siendo las becas educativas especialmente marginales. Esto “reproduce desigualdades si no hay enfoque de equidad”, advirtieron los especialistas.
Rogelio Gómez Hermosillo, de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, insistió en que es fundamental calibrar mejor las mediciones, más allá de las carencias aisladas, para asegurar que las políticas sociales garanticen derechos.
En medio de este panorama, especialistas han advertido que la reciente desaparición del Coneval y la absorción de sus funciones por parte del Inegi podría debilitar la transparencia y credibilidad en la evaluación de políticas sociales, ya que el organismo estadístico carece de experiencia en seguimiento y análisis de impacto.
Lo que está en juego: equidad como camino, y no solo igualdad
Teruel y Cejudo concluyeron que el futuro de la política social debe apostar por eficiencia del gasto público y un enfoque progresivo: los hogares en mayor pobreza deben ser quienes más crezcan en ingresos y acceso a servicios. “Tratar igual a todos sin piso parejo solo perpetúa desigualdades”, sintetizaron.
La reducción de la pobreza requiere un compromiso real con los derechos sociales, un crecimiento económico sostenido y fuerte institucionalidad. Sin esos ejes, los logros serán limitados, efímeros y regionalmente desiguales.
Te puede interesar: Primeros pasos del pontificado de León XIV
Facebook: Yo Influyo
comentarios@yoinfluyo.com