México atraviesa una etapa crítica. Con el dominio de Morena en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, aumentan las voces que denuncian una deriva autoritaria en el país. ¿Estamos ante una democracia en riesgo? Este análisis busca arrojar luz sobre cómo se ha concentrado el poder en un solo partido y los peligros que esto implica para el Estado de Derecho.
“Nos prometieron transformación, pero lo que estamos viviendo es sumisión: los diputados obedecen, los jueces temen y el presidente manda solo”, expresa con impotencia Gloria Hernández, abogada y activista por la legalidad.
Contexto y bases del análisis
Morena llegó al poder en 2018 con la promesa de combatir la corrupción y restaurar la confianza ciudadana. El discurso de la “Cuarta Transformación” planteó un nuevo pacto social, pero sus formas pronto despertaron inquietudes: decretos presidenciales, consulta a modo, desprecio por organismos autónomos y reformas aceleradas.
La democracia requiere pesos y contrapesos: una división real entre poderes y el respeto a la ley. Pero en el México actual, esa arquitectura institucional está siendo desmontada, pieza por pieza.
Control en el Poder Ejecutivo
El expresidente López Obrador utilizó un discurso polarizante para justificar la centralización del poder. Desde conferencias matutinas —instrumento sin precedentes en la historia presidencial mexicana— impone la agenda, descalifica a críticos y presiona a los demás poderes. La perversión ha llevado su forma de actuar a una tiranía contemporánea con el dominio absoluto de las instituciones que solo pueden obedecer a las ordenes de quien gobierne, claro, avalado por López
Las reformas legales exprés, los “decretazos” y la desaparición o debilitamiento de organismos como el INAI o la Cofece refuerzan el dominio del Ejecutivo.
La figura presidencial se ha transformado en un vértice desde el cual todo se decide, ha advertido el politólogo José Antonio Crespo.
Control en el Poder Legislativo
Con mayoría en ambas cámaras durante gran parte del sexenio, Morena ha aprobado reformas de gran calado sin procesos deliberativos reales. La Cámara de Diputados ha sido descrita como una “oficialía de partes” del Ejecutivo.
La reciente aprobación de más de 20 reformas en una sola noche, sin discusión ni análisis, ejemplifica la cancelación del diálogo legislativo. Incluso legisladores han confesado no conocer el contenido completo de lo votado.
Control en el Poder Judicial
La Suprema Corte ha sido uno de los últimos frentes de resistencia, pero también ha sufrido presiones. La aplanadora en la que al menos 5 de los 9 ministros electos son equipo cercano a López, confirman que el control hoy, en su totalidad, es de una sola persona.
“Cuando el Poder Judicial se convierte en instrumento del Ejecutivo, se rompe el equilibrio republicano”, ha afirmado en diversos foros María Marván, exconsejera del IFE y académica del CIDE.
Elementos comunes con una dictadura
Los elementos son preocupantes: un solo líder con control casi total, debilitamiento de contrapesos, medios de comunicación presionados, eliminación de instituciones independientes y descalificación constante de la oposición.
Si bien no hay una dictadura formal, existen lo que el politólogo Steven Levitsky llama “autocracias competitivas”, donde se simula la democracia pero el poder real está centralizado.
“El voto ya no cuenta, ya no vale”, denuncia Luis Méndez, ciudadano de Puebla que participó como observador electoral en los comicios judiciales de 2024. “Vi cómo inhibían la promoción, manipulaban desde arriba, y ahora ni siquiera puedes impugnar”.
Reacciones y debates
Diversas organizaciones como Artículo 19, Human Rights Watch y Transparencia Mexicana han advertido del deterioro institucional. La Iglesia Católica, a través de la Conferencia del Episcopado Mexicano, ha hecho llamados a defender la democracia y la legalidad.
Claudia Sheinbaum ha prometido continuidad lo cual ha implicado aceptar y profundizar el modelo de concentración del poder que ha marcado el sexenio de López Obrador, esté o no de acuerdo con el.
México no vive aún bajo una dictadura formal, pero los signos de autoritarismo son innegables. La eliminación de contrapesos, la eliminación para efectos prácticos del Poder Judicial y el sometimiento del Legislativo configuran una regresión democrática preocupante.
La ciudadanía, los medios, las instituciones autónomas y la comunidad internacional tienen el deber de permanecer vigilantes. Como dijo el escritor Carlos Elizondo Mayer-Serra: “Una democracia sin división de poderes es sólo una máscara que oculta el autoritarismo”.
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