La elección popular del Poder Judicial del 1 de junio de 2025 en México, promovida por los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum como un paso hacia la transparencia y democratización, se ha convertido paradójicamente en símbolo de desconfianza y desorganización.
Justicia y legitimidad: un binomio imprescindible
Un proceso electoral justo y transparente es crucial para garantizar un Poder Judicial independiente y confiable. Como señaló el especialista en derecho constitucional Miguel Carbonell: “La legitimidad de cualquier poder público, especialmente del judicial, depende de procesos impecables, transparentes y entendibles por los ciudadanos. Lo que vivimos en esta elección está lejos de ello”.
Esta elección inédita implicó seleccionar más de 2,600 cargos judiciales federales y estatales mediante el voto ciudadano directo. La reforma judicial impulsada por López Obrador y continuada por Sheinbaum buscaba “eliminar nepotismo y corrupción histórica” y se convirtió en un ejercicio a conciencia del nepotismo y la corrupción “que pretendían eliminar” al romper la ley una vez más y orientar el voto a través de dádivas y acordeones que todos pudimos observar en las casillas.
Caos en las casillas: factores determinantes
La jornada electoral enfrentó múltiples problemas técnicos y organizativos. Aunque el Instituto Nacional Electoral (INE), encargado del proceso, instaló casi el 100% de las casillas previstas originalmente, hubo reportes significativos de largas filas y retrasos, derivados principalmente de la complejidad de la votación y la falta de suficiente capacitación para algunos funcionarios electorales.
Además, las boletas, complejas y saturadas, generaron confusión en el electorado. Votantes reportaron dificultades significativas al momento de ejercer su derecho, como expresó Alberto Pérez, votante en Ciudad de México: “La boleta parecía un examen difícil, había tantos cargos que al final anulé mi voto por error”. Adicionalmente, por ejemplo en Chiapas, se robaron boletas que luego aparecieron todas marcadas, se registraron más de 150 incidentes de este estilo.
Manipulación y voto inducido: otra sombra
La distribución de “acordeones” o guías de votación por parte de algunos simpatizantes de partidos políticos agravó el escenario. El INE emitió medidas cautelares contra esta práctica al considerarla coercitiva, pero numerosos ciudadanos reportaron haber recibido instrucciones directas sobre cómo votar. Ana Luisa Martínez, observadora electoral, denunció: “Era evidente la presencia de operadores políticos indicando claramente a quiénes marcar en las boletas”.
Impacto crítico de los votos nulos
El número de votos nulos alcanzó aproximadamente el 21% de los votos emitidos, cifra excepcionalmente elevada en comparación con elecciones anteriores. El politólogo José Woldenberg enfatizó que este fenómeno refleja claramente la confusión ciudadana, pero también podría interpretarse como un acto consciente de protesta, afectando así la percepción de legitimidad del nuevo Poder Judicial.
Reacciones contrapuestas y consecuencias
La presidenta Claudia Sheinbaum defendió el proceso, destacando una participación ciudadana significativa y asegurando mejoras futuras: “Cada voto nulo es una oportunidad para aprender y mejorar”. Sin embargo, la oposición y diversas organizaciones civiles criticaron duramente la elección, calificándola de “pantomima democrática” y alertando sobre la “cooptación del Poder Judicial por Morena”, según expresó Marko Cortés, líder nacional del PAN.
Diversos expertos han planteado reformas urgentes, incluyendo simplificación de boletas, mejora en capacitación de funcionarios electorales y campañas de información efectivas. La democracia no tolera improvisaciones.
La elección judicial de 2025, aunque histórica, se enfrenta ahora a un severo cuestionamiento de legitimidad. Las fallas detectadas exigen ajustes técnicos urgentes y plantean la necesidad imperiosa de recuperar la confianza ciudadana para salvaguardar la democracia y garantizar un Poder Judicial verdaderamente independiente.
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