Cada 27 de junio se celebra el Día de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES), una fecha establecida por la ONU para reconocer su papel fundamental en la economía y el desarrollo social. En México, estas unidades productivas no solo sostienen la economía: la construyen desde sus cimientos.
¿Qué aportan las mipymes a México?
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mipymes representan el 99.8% de las unidades económicas del país, y generan alrededor del 70% del empleo formal y más del 52% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
Más allá de los números, son una fuente de arraigo y cohesión social. En palabras de María Teresa López, dueña de una panadería familiar en Guanajuato: “Aquí no solo damos pan, damos trabajo a tres familias y oportunidades a los jóvenes del barrio que nadie contrata”.
Desafíos que frenan su crecimiento
Aunque son el motor económico del país, las MIPYMES enfrentan barreras persistentes:
- Acceso limitado a financiamiento: sólo el 12% accede a créditos formales, según datos de la Secretaría de Economía.
- Competencia desigual y entornos informales: muchos operan sin protección legal ni acceso a seguridad social.
- Escasa capacitación en nuevas tecnologías: menos del 20% ha adoptado herramientas de transformación digital o inteligencia artificial.
- Plazos de pago abusivos: múltiples grandes empresas pagan a 90 o incluso 120 días, lo que ahoga el flujo de efectivo de las más pequeñas.
El valor social de las empresas familiares
Gran parte de las mipymes son negocios familiares que integran generaciones. Esto les da resiliencia, pero también un sentido comunitario. Como comenta Rafael Cuevas, emprendedor en Oaxaca: “Mi taller de textiles emplea a mis hermanas, a mi madre y a dos vecinos. Si la empresa crece, la comunidad también lo hace”.
Estas empresas generan identidad local, preservan tradiciones y permiten la autosuficiencia en zonas rurales y periurbanas.
La urgencia de sumarlas al mundo digital
La revolución digital no puede pasar de largo para las mipymes. Su inclusión tecnológica es fundamental para su competitividad. La inteligencia artificial, por ejemplo, permite automatizar inventarios, entender a sus clientes o mejorar sus canales de venta en línea.
Programas como Google para mipymes han dado pasos en esa dirección, pero se requiere mucho más:
- Infraestructura digital asequible
- Capacitación técnica especializada
- Acompañamiento en modelos de negocio adaptados a la era digital
Claves para impulsar su crecimiento
Políticas públicas efectivas y alianzas intersectoriales son indispensables. Algunas recomendaciones incluyen:
- Inclusión en cadenas de valor de grandes empresas, con mecanismos de pago a 15 o 30 días como práctica estándar.
- Programas de crédito accesibles y acompañamiento personalizado desde la banca de desarrollo.
- Fomento a la formalización, con incentivos y no castigos.
- Plataformas digitales de visibilidad y comercialización nacional e internacional.
Empresas como NopalliTech, que transforma nopales en bioplásticos, o Café Feminino, cooperativa de mujeres indígenas en Chiapas, son ejemplos del poder transformador de las mipymes cuando se integran innovación, propósito y redes de apoyo.
Pequeñas en tamaño, grandes en impacto
Impulsar a las mipymes no es caridad, es estrategia nacional. Son el eslabón clave entre la economía global y el bienestar local. Invertir en ellas es sembrar estabilidad, empleo, cohesión social y futuro.
Una política de desarrollo que excluye a las mipymes, excluye al país real. El 27 de junio no es solo para celebrar. Es para comprometerse: empresarios, consumidores y gobiernos. El futuro de México también se escribe en una papelería de barrio, en una carpintería de Tlaxcala, o en un taller textil de Chiapas.
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