La deuda pública en México ha crecido sostenidamente desde los años noventa, pero el ritmo se ha acelerado de forma notable en los últimos tres sexenios. Según la gráfica basada en datos de la SHCP, el aumento más pronunciado ocurrió en los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, quienes añadieron, respectivamente, 5.8 y 9.1 billones de pesos a la deuda total.
Más allá de la cifra, la pregunta es: ¿En qué se ha gastado esa deuda?, ¿vale lo que costó?, ¿y cómo impacta esto el futuro de México?
Ernesto Zedillo (1994-2000): +0.6 billones
- Heredó la crisis del “error de diciembre” y el colapso del sistema bancario.
- Su aumento de deuda fue moderado debido al rescate vía Fobaproa, que trasladó pasivos bancarios al sector público.
Vicente Fox (2000-2006): +0.2 billones
- Mantuvo disciplina fiscal con precios del petróleo favorables.
- Bajo crecimiento y poca inversión en infraestructura. Se privilegió estabilidad macroeconómica.
Felipe Calderón (2006-2012): +2.2 billones
- Enfrentó la crisis financiera global (2008).
- Elevó deuda para sostener gasto social y seguridad pública ante la llamada “guerra contra el narco”.
Enrique Peña Nieto (2012-2018): +5.8 billones
- Impulsó reformas estructurales (energética, educativa).
- Se incrementó deuda para infraestructura, subsidios y gasto corriente, pero sin rendimientos visibles en crecimiento.
- La inversión pública cayó del 4.6% al 2.8% del PIB.
Andrés Manuel López Obrador (2018-2024): +9.1 billones
- A pesar de una retórica de austeridad, aumentó significativamente la deuda.
- Se financió:
- Programas sociales masivos (Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro).
- Megaproyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el AIFA.
- Rescate financiero de Pemex.
- La pandemia de COVID-19 también forzó una expansión fiscal sin precedentes, aunque sin grandes apoyos a pymes.
¿En qué se ha ocupado la deuda?
📊 Gasto corriente vs inversión productiva
- Más del 70% del aumento reciente ha ido a gasto corriente: pensiones, transferencias directas, salarios.
- La inversión pública cayó al nivel más bajo en 50 años (1.9% del PIB en 2023), según datos del INEGI.
🛢️ Rescate energético
- Más de 1 billón de pesos en apoyos fiscales a Pemex (2020-2024), con resultados pobres en producción y rentabilidad.
🚧 Megaproyectos
- Tren Maya: más de 500 mil millones de pesos.
- Refinería Dos Bocas: costos excedidos en más del 100%.
- AIFA: baja rentabilidad y uso marginal.
🧑🤝🧑 Programas sociales
- Bienestar y transferencias directas representan más del 60% del gasto social federal.
- Críticas por su escasa evaluación de impacto y su uso electoral.
Perspectivas económicas: deuda, riesgos y generaciones futuras
Según la SHCP, la deuda total del sector público superará los 16 billones de pesos en 2025, lo que representa más del 49% del PIB. Aunque esta cifra parece “manejable” comparada con otros países, el problema es su composición, destino y sostenibilidad:
⚠️ Riesgos identificados:
- Débil crecimiento económico estructural: proyecciones de crecimiento real <2% anual.
- Aumento en el pago de intereses: más de 1.2 billones anuales, lo que compite directamente con salud y educación.
- Alta dependencia fiscal del petróleo, que se vuelve inviable ante la transición energética global.
- Bajo ingreso tributario (13% del PIB, uno de los más bajos de la OCDE).
Estamos hipotecando la capacidad del Estado para invertir en el futuro. Sin crecimiento ni reforma fiscal, la deuda es una trampa silenciosa.
Ricardo Velázquez, emprendedor de 35 años en Puebla:
“Nos hablan de miles de millones, pero en mi colonia seguimos sin drenaje ni seguridad. ¿Dónde quedó la inversión?”
Luz Elena Romero, enfermera en Jalisco:
“Los hospitales están sin insumos y sin personal. ¿Cómo se justifica tanto gasto público si no se refleja en salud?”
Una deuda que exige responsabilidad generacional
La deuda no es mala en sí misma. El problema es en qué y cómo se usa. Cuando se invierte en infraestructura productiva, salud, ciencia o educación, puede generar desarrollo futuro. Pero si se usa para sostener clientelismo, opacidad o megaproyectos inviables, se convierte en una bomba de tiempo social y fiscal.
México necesita un nuevo pacto fiscal, una evaluación transparente del gasto y una visión intergeneracional que entienda que endeudarse hoy es comprometer a quienes ni siquiera han nacido.
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