En el imaginario colectivo, solemos pensar en las empresas únicamente como motores de ganancias, competencia y mercado. Sin embargo, detrás de cada oficina, fábrica o emprendimiento late un impacto más profundo: la capacidad de sostener familias, de garantizar ingresos, de abrir caminos de movilidad social y de contribuir al crecimiento económico del país. En México, donde más del 50% de la población económicamente activa depende de un empleo formal generado por una empresa privada, esta relación se vuelve crucial para entender nuestro tejido social.
Como señala el economista Luis Foncerrada Pascal, exdirector del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP): “No hay país en el mundo que logre prosperidad sin empresas sólidas, porque son ellas quienes convierten el talento humano en desarrollo económico y estabilidad social”.
Sostener familias: mucho más que un salario
Empleo y beneficios
En México, de acuerdo con el INEGI, las empresas privadas generan alrededor del 86% del empleo formal. Esto significa que la gran mayoría de los hogares depende de su estabilidad para poder pagar vivienda, salud, educación y alimentación.
Un ejemplo es el de Laura Hernández, madre de dos hijos y empleada de una cadena de supermercados: “Gracias a mi trabajo tengo seguro social, pude llevar a mis hijos al médico y hasta acceder a un crédito para la casa. Si no hubiera tenido ese apoyo, mi familia estaría mucho más vulnerable”.
El acceso a prestaciones sociales, como guarderías, seguro médico o pensiones, marca una diferencia fundamental frente a la informalidad, donde seis de cada diez mexicanos trabajan sin estas garantías.
Desarrollo de habilidades
Más allá de los salarios, las empresas ofrecen capacitación constante que impacta en la vida familiar. Un trabajador que aprende nuevas habilidades no solo mejora su posición laboral, también multiplica las oportunidades de sus hijos.
Según datos de la Secretaría del Trabajo, el 47% de las empresas medianas y grandes en México invierten en capacitación interna. Empresas como Bimbo o FEMSA han desarrollado programas de formación que no solo mejoran la productividad, sino que también fortalecen la autoestima y estabilidad de miles de familias.
Crecimiento económico: motor de un país
Innovación y competitividad
Las empresas son responsables de buena parte de la innovación tecnológica. México ocupa el lugar 58 en el Índice Global de Innovación 2024, y gran parte de ese avance está ligado a inversiones privadas en sectores como la automotriz, la electrónica y la agroindustria.
El Consejo Coordinador Empresarial lo resume así: “Cada peso invertido en innovación por las empresas privadas tiene un efecto multiplicador en empleo, exportaciones y competitividad nacional”.
Contribución al PIB
El INEGI reporta que las empresas privadas contribuyen con más del 80% del Producto Interno Bruto (PIB). La industria manufacturera, por ejemplo, representa cerca del 18% del PIB, mientras que los servicios financieros y comerciales aportan otro 20%. Sin estas aportaciones, la economía mexicana simplemente no podría sostenerse.
Inversión y expansión
México se ha convertido en un polo de atracción para la inversión extranjera directa (IED). En 2024, la IED superó los 36 mil millones de dólares, según la Secretaría de Economía. Estas inversiones no solo generan empleos, también impulsan cadenas de valor que benefician a pequeñas y medianas empresas, ampliando el impacto en miles de familias.
Impacto social y desafíos
Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
Cada vez más empresas adoptan políticas de sostenibilidad y responsabilidad social. CEMEX, por ejemplo, ha desarrollado programas de vivienda social que permiten a comunidades vulnerables construir hogares dignos. Por su parte, Grupo Bimbo impulsa iniciativas de nutrición y reducción de huella ambiental.
La investigadora Alejandra Palacios, explica: “Las empresas no pueden limitarse a generar utilidades; deben comprometerse con la comunidad porque forman parte del entramado social. Hoy más que nunca, los consumidores jóvenes valoran ese compromiso”.
Desafíos actuales
A pesar de su relevancia, las empresas enfrentan obstáculos serios:
- Regulaciones cambiantes que generan incertidumbre en la inversión.
- Competencia globalizada, que obliga a adaptarse a nuevos estándares de calidad y sostenibilidad.
- Brecha laboral, ya que todavía existe un rezago en salarios justos y en la inclusión de mujeres y jóvenes en puestos de liderazgo.
Un joven ingeniero de Monterrey, Jorge Ramírez, lo sintetiza con crudeza: “Yo encontré un empleo en una empresa internacional, pero muchos de mis compañeros siguen en la informalidad o en trabajos mal pagados. El reto no es solo que existan empresas, sino que generen empleos dignos”.
- Grupo Bimbo: con más de 139 mil colaboradores en el mundo, ha invertido en programas de bienestar integral, incluyendo horarios flexibles y oportunidades educativas.
- CEMEX: su programa “Patrimonio Hoy” ha permitido a más de 650 mil familias en México construir o mejorar sus viviendas.
- Kavak, la startup de compra-venta de autos, ha mostrado cómo la innovación tecnológica puede crear miles de empleos en pocos años y posicionar a México como líder regional en emprendimiento digital.
Propuestas y soluciones
Fomentar alianzas estratégicas
El sector público y privado deben trabajar de manera más estrecha. Programas de nearshoring son un ejemplo: la llegada de empresas internacionales puede potenciar a proveedores nacionales, siempre que existan políticas de integración productiva.
Políticas de apoyo
- Incentivos fiscales para empresas que generen empleos formales y capacitación.
- Reformas que reduzcan la burocracia y faciliten la apertura de negocios.
- Iniciativas que promuevan la conciliación trabajo-familia, como horarios flexibles y permisos de
El trabajo debe estar al servicio de la persona y de la familia, no al revés. En México, este principio puede traducirse en empresas que no solo midan su éxito en utilidades, sino también en vidas transformadas.
Reconocer el papel integral de las empresas es reconocer que sin ellas no habría sustento para millones de familias ni motor para el crecimiento económico de México. Como sociedad, debemos dejar de verlas únicamente como entes lucrativos y empezar a valorarlas como actores sociales que dan estabilidad, dignidad y futuro.
El llamado es doble: a los gobiernos, para generar condiciones que favorezcan la inversión y la formalidad; y a las empresas, para asumir su responsabilidad con las familias mexicanas, garantizando empleo digno, innovación sostenible y compromiso social.
En palabras de Laura, la madre trabajadora citada al inicio: “Yo no veo a mi empresa como un negocio lejano; para mí significa la comida de mis hijos, su escuela y nuestro techo. Por eso creo que las empresas no solo sostienen la economía, sostienen familias”.
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