El 1 de enero de 2026, el salario mínimo general en México aumentará a 315.04 pesos diarios, mientras que en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) alcanzará los 440.87 pesos, el nivel más alto en la historia. Los datos oficiales destacan que:
- el poder adquisitivo creció 154% desde 2018,
- 6.6 millones de personas salieron de la pobreza gracias a los incrementos,
- y 8.5 millones serán beneficiadas directamente en 2026.
Estos datos son positivos. Pero la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), que desde Rerum Novarum defiende la dignidad del trabajador, nos invita a mirar más profundamente: ¿es este salario suficiente para vivir dignamente? La respuesta es compleja —y profundamente humana.
La visión de la Iglesia: el salario justo como un derecho moral
Desde 1891, con Rerum Novarum, la Iglesia ha insistido en un principio fundamental: El salario debe permitir al trabajador sostener una vida “digna”, no solo “posible”. Los pontífices han desarrollado esta idea a lo largo de 130 años:
- San Juan Pablo II – Laborem Exercens (1981): “El salario justo es la verificación concreta de la justicia en las relaciones laborales.”
- Benedicto XVI – Caritas in Veritate (2009): “El desarrollo humano integral exige condiciones que permitan a la familia vivir plenamente.”
- Papa Francisco – Audiencia 2015: “No es un salario digno aquel que no permita al trabajador llevar una vida auténticamente humana.”
La Doctrina Social no habla de sobrevivir, sino de vivir con dignidad: acceso a vivienda, salud, educación, transporte, tiempo libre, familia, cultura, comunidad. A la luz de estos principios, el salario mínimo debe evaluarse no solo económicamente, sino moralmente.
Lo que dicen los datos oficiales: avances innegables
Los datos muestran que el salario mínimo 2026 permite adquirir 2.0 canastas básicas, frente a 1.8 del año anterior. Esto significa que hoy se compra más comida que hace una década. Además, la gráfica de evolución histórica revela una recuperación inédita tras años de deterioro.
El salario mínimo mensual será de:
- $9,582.47 en el resto del país,
- $13,409.80 en la ZLFN.
Estos avances han permitido que el salario mínimo deje de ser un ingreso de pobreza extrema y pase a ser un piso más sólido para millones.
Pero… ¿alcanza para la vida digna que exige la DSI?
La Iglesia enseña que la dignidad humana requiere condiciones mínimas:
- comida suficiente,
- vivienda adecuada,
- transporte seguro,
- acceso a salud,
- educación para los hijos,
- descanso y recreación,
- participación social,
- estabilidad financiera.
El salario mínimo mexicano aún está lejos de sostener esto.
a) Vivienda: la gran herida del salario mínimo Según el portal inmobiliario Urban Studies: una renta en ciudades como CDMX, Monterrey o Guadalajara cuesta entre $4,500 y $7,000 por una habitación. Esto consume 50–70% del salario mínimo mensual. La DSI afirma que toda persona merece un hogar digno. Pero el salario mínimo no permite acceder a él sin endeudamiento o hacinamiento.
b) Salud: la carencia que crece El Coneval mostraba que entre 2018 y 2022 la carencia de acceso a salud casi se duplicó. Más salario no compensa: falta de médicos, clínicas saturadas, desabasto, tiempo de espera. La dignidad humana exige salud efectiva, no solo ingreso.
c) Transporte: horas perdidas de vida: En el Valle de México, los trabajadores gastan: entre $1,200 y $1,500 al mes en transporte y entre 2 y 3 horas diarias de traslado.
La DSI reconoce el derecho al descanso y al tiempo familiar. El salario mínimo no puede comprarlos.
En Guadalajara, Patricia, trabajadora de intendencia en una escuela privada, gana el salario mínimo general. Cuando se le pregunta si el aumento ayuda, responde: “Sí, claro que ayuda. Pero no cambia mi vida. La comida está muy cara, y la renta sube cada año. El aumento se agradece, pero no alcanza para vivir más tranquila.”
Patricia representa a millones: personas que valoran cada peso adicional, pero sienten que el ingreso apenas sostiene la vida básica.
La desigualdad territorial: dos Méxicos salariales
El PDF refleja una brecha clara:
- $315.04 en el país
- $440.87 en la ZLFN
Es decir, un trabajador en Tijuana gana 40% más que uno en Oaxaca o Hidalgo. La Doctrina Social insiste en el destino universal de los bienes: toda persona debe tener acceso a las condiciones para su desarrollo, sin importar dónde nace. La diferencia salarial refleja desigualdad estructural que no puede resolverse solo con incrementos anuales.
El salario como herramienta del bien común
La DSI propone que el salario mínimo debe ser:
- justo (cubrir necesidades básicas),
- proporcional (ligado a productividad y condiciones del país),
- suficiente (evitar pobreza),
- familiar (considerar a la familia, no solo al individuo),
- solidario (beneficiar más a quienes menos tienen),
- subsidiario (acompañado de políticas públicas integrales).
El salario 2026 cumple parcialmente: mejora capacidad alimentaria, reduce ingresos de pobreza, impulsa a sectores vulnerables. Pero falla en: vivienda, salud, educación, movilidad social, seguridad, ahorro, vida familiar plena. Sin estas condiciones, el salario justo —según la Iglesia— no está plenamente alcanzado.
Lo que exige la Doctrina Social para que México avance
La DSI ofrece un mapa claro para construir un país más justo.
a) Trabajo digno: No solo empleo: condiciones humanas.
b) Salario suficiente para la familia: No para sobrevivir, sino para vivir con estabilidad.
c) Solidaridad con los más vulnerables: Incentivos para pequeñas empresas y trabajadores informales.
d) Subsidiariedad: Políticas públicas que acompañen al trabajador: vivienda accesible, transporte digno, salud universal, educación de calidad.
e) Bien común: Todo incremento debe considerar a toda la sociedad, no solo a un sector.
El riesgo de confundir avance con suficiencia
Los datos presumen mejoras históricas —y las hay. Pero la DSI advierte contra el “tecnocratismo” que reduce el bienestar al número: “Las estadísticas no deben ocultar la dignidad concreta de las personas.”
— Papa Francisco. Un salario que permite comprar más comida no necesariamente permite vivir mejor.. El verdadero objetivo no es que un trabajador sobreviva, sino que florezca.
El salario mínimo 2026 representa un progreso real:
- aumenta el poder adquisitivo,
- beneficia a millones,
- y reconoce la necesidad de dignificar el trabajo.
Pero aún está lejos de la idea de “salario justo” que defiende la Doctrina Social de la Iglesia. Porque la justicia social no se mide solo en pesos, sino en vida plena. México avanza. Pero para alcanzar la verdadera dignidad del trabajador se requieren políticas integrales que garanticen:
- vivienda,
- salud,
- educación,
- seguridad,
- movilidad social,
- crecimiento económico,
- y productividad.
Como dice Rerum Novarum desde hace más de un siglo: “El trabajo es para la persona, no la persona para el trabajo.” Y la persona —toda persona— merece un salario que permita vivir con dignidad, no solo sobrevivir.
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