Por primera vez en décadas, México inicia 2026 con un incremento salarial que coloca al salario mínimo general en 315.04 pesos diarios, un aumento del 13% respecto a 2025, cuando se ubicaba en 278.80 pesos. Esta cifra, presentada por la Secretaría del Trabajo y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), representa un salto histórico después de más de 30 años de rezagos acumulados.
El gobierno presume que desde 2018 el poder adquisitivo del salario mínimo ha crecido 154%, mientras que 6.6 millones de personas han salido de la pobreza exclusivamente por los incrementos salariales. Además, 8.5 millones de trabajadores serán beneficiados directamente en 2026.
Pero la pregunta central permanece: ¿está mejorando verdaderamente la vida de quienes ganan el mínimo?
Detrás de las gráficas oficiales hay historias de trabajadores que enfrentan inflación, vivienda cara, transporte saturado e informalidad. Este reportaje busca responder a partir de datos, voces reales y principios humanistas que colocan a la persona en el centro.
Un avance histórico, pero insuficiente
La Conasami destaca que el nuevo salario mínimo permitirá adquirir 2.0 canastas básicas, frente a 1.8 canastas en 2025.
Esto representa una mejora real en el poder adquisitivo, especialmente después de décadas donde el salario solo perdía valor frente a los precios. Según el INEGI, entre 2000 y 2017 el salario mínimo mexicano fue uno de los más deteriorados de América Latina, apenas superando a Honduras y Nicaragua.
El economista José Luis de la Cruz explica: “La recuperación del salario mínimo es positiva, pero no alcanza para compensar el rezago estructural. El problema no es solo el monto, sino el poder adquisitivo frente al costo de vida real.”
Y tiene razón. Datos del propio INEGI muestran que entre 2020 y 2024 el precio de alimentos básicos creció entre 35% y 55%, particularmente el huevo, el pollo, el frijol y la tortilla, productos que la infografía del gobierno usa como referencia para mostrar mejoras de poder adquisitivo.
Esto significa que el aumento ayuda, pero no garantiza suficiencia.
El incremento y la vida cotidiana: un testimonio que refleja miles
En Ecatepec, Estado de México, vive Irvin, de 28 años, repartidor de aplicaciones móviles. Gana en promedio $350 al día, apenas por encima del mínimo, y aunque el aumento de 2026 le beneficia indirectamente —porque presiona al alza los pagos por pedido— explica: “Sí sube un poco lo que gano, pero todo lo demás subió más: la gasolina, la renta, el mercado. Te lo gastas igual o más rápido.”
Irvin paga una renta de $3,500 pesos por una habitación pequeña y gasta más de $1,200 mensuales en gasolina. El salario mínimo mensual de 2026 será de $9,582.47, pero la realidad es que muchas familias en zonas metropolitanas ya requieren entre $15,000 y $18,000 para cubrir necesidades básicas, de acuerdo con el extinto Coneval.
La distancia entre el salario y la vida real sigue siendo amplia.
Un país desigual: salarios mínimos que parecen dos Méxicos
El PDF muestra también el comportamiento en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), donde el salario mínimo subirá de $419.88 en 2025 a $440.87 en 2026, un 5% adicional.
Con este incremento, un trabajador fronterizo ganará $13,409.80 al mes, casi 40% más que un trabajador en el resto del país. ¿Por qué esta disparidad?
Porque los precios, la competencia laboral con Estados Unidos y el nivel de vida son mucho más altos en la frontera. Sin embargo, también significa que México tiene dos realidades salariales.
La economista Lourdes Álvarez señala: “Estos incrementos son necesarios para contener la fuga de trabajadores hacia Estados Unidos, pero generan tensiones internas: empresarios del sur argumentan que no pueden pagar salarios tan altos.”
¿Realmente la gente salió de la pobreza?
El gobierno afirma que 6.6 millones de personas salieron de la pobreza únicamente por el aumento al salario mínimo.
Los datos coinciden parcialmente con el extinto Coneval, que reportaba que entre 2018 y 2022 la pobreza laboral disminuyó 4 puntos porcentuales.
Pero economistas como Ricardo Fuentes Nieva, de Oxfam, advierten: “Una cosa es el ingreso laboral y otra la pobreza multidimensional. Aumentar el salario no compensa carencias sociales como acceso a salud, vivienda o educación.”
De hecho, el Coneval antes de su desaparición también reportó que la carencia de acceso a servicios de salud aumentó drásticamente en los últimos cinco años, afectando especialmente a trabajadores de bajos ingresos.
Impacto en inflación: ¿riesgo o mito?
Uno de los debates más fuertes es si los incrementos al salario mínimo provocan inflación. Banco de México ha reiterado que, hasta ahora, los aumentos aplicados no han generado presiones inflacionarias significativas, porque afectan a un segmento reducido de la población laboral.
Sin embargo, el Banxico advierte: “Incrementos futuros deben considerar la productividad laboral. Salarios sin productividad pueden presionar precios en el mediano plazo.” Hoy, la productividad laboral en México está prácticamente estancada desde hace 20 años (OCDE, 2024).
El humanismo siempre ha defendido la idea de un salario justo, capaz de cubrir las necesidades del trabajador y su familia. El Papa Francisco fue particularmente claro: “No es un salario digno aquel que no permita al trabajador llevar una vida auténticamente humana.” — Audiencia general, 2019.
Desde esta perspectiva, el incremento del salario mínimo 2026 es positivo pero incompleto. Por eso hay que preguntarnos preguntarse:
- ¿Puede una familia vivir con ese ingreso?
- ¿Se garantiza vivienda digna?
- ¿Hay acceso a salud, educación, seguridad y estabilidad?
- ¿Los trabajadores pueden ahorrar, tener descanso o planear su futuro?
La respuesta más honesta es todavía no.
Los jóvenes: los más beneficiados y los más vulnerables
El 54% de quienes ganan un salario mínimo en México son personas menores de 35 años (INEGI, 2024). La generación millennial y centennial vive una paradoja: reciben aumentos históricos, pero enfrentan:
- trabajos temporales
- contratos sin prestaciones
- rentas altísimas
- transporte caro
- falta de seguridad social
El salario mínimo 2026 ayuda, pero no soluciona la precariedad de fondo.
Empresas pequeñas: la otra cara del esfuerzo salarial
Para muchos microempresarios el aumento representa un desafío financiero.
La Conasami estima que el 90% de los trabajadores que ganan mínimo están en micro y pequeñas empresas.
En Puebla, María Teresa, dueña de una ferretería familiar, explica: “Yo quiero pagar mejor, pero mis márgenes no suben. La gente compra menos y mis proveedores suben precios. Subo salarios, sí, pero me preocupa el futuro.”
Este tipo de tensiones requieren políticas complementarias: incentivos fiscales, reducción de cargas sociales y programas de productividad.
El aumento del salario mínimo a 315.04 pesos diarios es un logro importante. Beneficia a millones, fortalece el poder adquisitivo y responde a la necesidad moral de dignificar el trabajo. Pero por sí solo no basta. México necesita:
- mayor productividad
- mejor calidad educativa
- acceso real a salud
- vivienda accesible
- movilidad laboral
- reducción de la informalidad
- apoyo a pequeñas empresas
Un salario digno no es solo un número: es la base de una vida plena, un derecho humano y un principio profundo de justicia social. “El trabajo es para la persona, no la persona para el trabajo.” Hoy, México avanza. Pero aún tiene un largo camino para que el salario mínimo deje de ser un piso de supervivencia y se convierta en una verdadera plataforma de dignidad.
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