El hogar de Ana María Rodríguez en Toluca atraviesa una noche donde la calefacción apenas alcanza. “Semanas atrás veíamos la factura y podíamos respirar”, señala con voz pausada. Pero ahora, con rumores de un inminente incremento del precio del gas natural, su “respiro” se convierte en tensión: “Si sube al doble, ¿cómo pagaremos?”. Su testimonio resume un panorama que alerta al país: el costo del **gas natural en México podría duplicarse para 2026, según proyecciones oficiales y análisis sectoriales.
Este artículo periodístico de fondo explora ese escenario, desde su contexto histórico hasta sus implicaciones económicas, sociales y morales, con enfoque en los valores de la Doctrina Social de la Iglesia, la legalidad y los valores mexicanos; dirigido especialmente a jóvenes de entre 18 y 35 años que ven en cada recibo una señal del presente y del futuro.
¿Por qué podría duplicarse el precio del gas natural?
Diversas fuentes coinciden en que el precio del gas natural está bajo una presión al alza en México. Según el portal Expansión, el combustible que actualmente se compra en promedio a alrededor de 3 dólares por millón de BTU podría alcanzar entre 7 y 8 dólares hacia 2026.
Por su parte, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) publica los Índices de Referencia de Precios de Gas Natural al Mayoreo (IPGN), donde puede observarse la trayectoria de los costos al por mayor y su posible traslación al consumidor final.
Este conjunto de datos configura la base de la advertencia: un aumento marcado en el mediano plazo.
Para entender el “por qué”, es necesario revisar el entramado energético y económico alrededor del gas natural en México:
- Dependencia de importaciones. México importa entre el 70 % y 75 % de su gas natural, lo que lo hace vulnerable al precio internacional y al tipo de cambio.
- Infraestructura limitada. A pesar de avances, el sistema de ductos, almacenamiento y transporte no está plenamente optimizado, lo que encarece la molécula.
- Escenarios globales de oferta-demanda. El panorama internacional influye: la Agencia Internacional de la Energía (AIE) señala que aunque para 2025 las fuerzas combinadas podrían estabilizar los precios, persisten riesgos al alza.
- Tipo de cambio y presión inflacionaria. Un peso débil frente al dólar y la inflación elevan el costo de importaciones y del transporte, acentuando el impacto sobre el consumidor.
El pronóstico de que el precio “podría duplicarse” no debe tomarse como certeza absoluta, pero sí como una alarma basada en datos y tendencias. Si hoy se adquiere a 3 dólares MMBtu y se proyecta hacia 7 u 8 dólares, hablamos de más del doble. Este escenario requiere que el país actúe —desde la política pública y la responsabilidad ciudadana— para amortiguar su impacto.
Contexto histórico y panorama mexicano
El gas natural no siempre ha sido un insumo barato en México. Un análisis histórico muestra que “entre 2015 y 2020, el suministro de gas proveniente de Texas hacia México se incrementó 83 % y durante los últimos 10 años el precio del gas en Texas se redujo 54 %”.
Otra investigación describe que en los años 2000, dependiendo de la región del país, el precio del gas natural aumentó dramáticamente en poco tiempo.
Esto significa que el mercado mexicano ha experimentado volatilidad y “saltos” en los precios, lo que lo hace vulnerable a futuros incrementos.
El acceso a la energía asequible es un asunto de justicia social. Cuando la molécula básica para la industria y para las familias sube abruptamente, las personas más vulnerables sufren, y el derecho de todos a una vida digna se ve comprometido.
La ley mexicana contempla la energía como servicio público esencial. Por tanto, una subida tan severa como la duplicación del precio interpela la legalidad, la equidad y la responsabilidad estatal.
El mercado del gas natural es global y está interconectado. Por ejemplo, el índice Henry Hub en EE. UU. promedió 4.13 USD/MMBtu en enero de 2025.
El panorama global presenta incertidumbres: exportaciones crecientes de GNL (gas natural licuado), variaciones climáticas, geopolítica… todo impacta el precio que también se traslada a México.
Así, aunque nuestras condiciones particulares pesen mucho (infraestructura, importaciones, tipo de cambio), la estabilidad mundial del gas es factor externo que no podemos ignorar.
Impactos para México y para los jóvenes
Tomemos el caso de Ana María: su gasto mensual en gas natural —estimémoslo en ciertas condiciones— podría duplicarse, lo que significa menor ingreso disponible para educación, ocio o ahorro.
Para jóvenes de entre 18 y 35 años, que muchas veces aún están formando hogar, estudiando o empezando negocios, un alza fuerte del costo del gas los golpea directamente: menos movilidad económica, más incertidumbre, menos opciones.
La industria mexicana depende mucho del gas natural como insumo para generación eléctrica, calefacción, y procesos productivos. Un alza en el precio encarece la producción, reduce la competitividad frente a otros países y puede afectar el empleo. Un documento apunta que la próxima generación de plantas de ciclo combinado de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en México tendrá que competir con el gas natural que hoy se exporta por ductos hacia California.
Esto genera un círculo que va desde el incremento de precios, pasando por mayor costo para empresas, hasta mayor desempleo o menores salarios reales.
Desde la perspectiva de valores, el país tiene una responsabilidad con sus recursos y con su población. Si existe importación elevada y dependencia externa, se debilita la soberanía y se incrementan riesgos para la justicia social: quienes menos tienen serán los que más sufran.
Además, hay una cuestión moral: ¿qué tan justo es que el costo de un recurso esencial se dispare sin que existan mecanismos de protección eficaces para los más vulnerables?
¿Qué se puede hacer? Propuestas y reflexiones
Mitigación en el corto plazo
- Fortalecer subsidios focalizados para hogares de bajos ingresos, de modo que no quede el impacto sobre la población joven de menores recursos.
- Transparencia en los índices de precios mayoristas (como los de la CRE) y en la estructura de costos para que la ciudadanía entienda el origen del alza.
- Promover mecanismos de ajuste gradual y controlado para evitar “shocks” abruptos que deriven en crisis social o protestas.
Estrategia de largo plazo
- Inversión prioritaria en infraestructura de transporte, almacenamiento y redes de gas natural que reduzcan costos logísticos y dependencia de importaciones. (Según el análisis del capítulo “El gas natural en México”.)
- Fomento de fuentes alternativas de energía (renovables, biogás, etc.) para reducir la carga sobre el gas natural y diversificar la matriz energética.
- Marco jurídico robusto que garantice que el precio del recurso respete el derecho humano a una vida digna, tal como lo exige la Doctrina Social de la Iglesia: solidaridad, subsidiariedad y destino universal de los bienes.
El papel de los jóvenes
Ustedes que leen esto, que quizá están por independizarse, emprender o consolidar su vida, pueden influir: informándose, organizándose localmente, exigiendo transparencia, participando en foros de energía, considerando alternativas de eficiencia energética en su hogar (aislamiento, calefacción eficiente) para amortiguar impactos.
El posible doblamiento del precio del gas natural en México hacia 2026 no es una predicción abstracta: es una señal de alerta basada en datos sólidos, contexto histórico y vulnerabilidades estructurales.
Para los jóvenes mexicanos, esto significa una doble exigencia: adaptarse y al mismo tiempo exigir un sistema energético justo, eficiente y coherente con los valores de solidaridad, dignidad humana y bien común.
Si bien las autoridades tienen una gran responsabilidad, cada ciudadano tiene también un papel: comprender el fenómeno, exigir rendición de cuentas, participar y prepararse para un futuro donde la energía y su costo hablen tanto de desarrollo como de justicia social.
En un país que aspira a la soberanía, a la equidad y al desarrollo humano integral, no podemos permitir que un recurso esencial —como el gas natural— se convierta en una carga injusta para quienes menos tienen.
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