Dar propinas, una obligación

“Con o sin propinas, los trabajadores están obligados por la Ley Federal del Trabajo, artículo 123, a atender con esmero y cortesía a quien solicite un servicio”, dice Luis Acevedo Pesquera, periodista especializado en economía.


Daño de las limosnas y propinas


Ya sea que las des o que las recibas, las propinas son algo conocido por todos, pues estamos acostumbrados a dejar dinero extra a quien atiende en un restaurante, al chofer de un taxi o a quien nos ayuda con nuestras maletas en los hoteles o aeropuertos.

María Nogueira, fióloga española, aseguró a BBC que la palabra “propina” se deriva del griego pino, que significa bebida y pro, que se refiere a antes. Nogueira comentó que la propina se asocia con una muestra de agradecimiento por la bebida o alimento que has consumido.

De acuerdo con estudios del profesor Michael Lynch, las personas acostumbran dejar propina por varias razones: por aprobación o presión social, por remordimiento y para ayudar al trabajador a mejorar su sueldo. Sin embargo, no en todo el mundo se acostumbra dejar propinas, pues en países como China o Japón, dejar una propina es un insulto al trabajo de quien te atiende, pues para ellos brindar un servicio de calidad no necesita ser compensado, simplemente es su trabajo hacerlo.

En México, dar propinas en restaurantes o cualquier otro establecimiento no es una obligación, y según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), todos los consumidores tienen derecho a recibir precios claros, hacer valer promociones y no ser obligados a dar propinas.

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Propinas, distorsión económica

Luis Acevedo Pesquera, periodista especializado en economía e investigador en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que las propinas son ayudas o retribuciones adicionales que establece el usuario de un servicio y explicó que, con o sin propinas, “los trabajadores están obligados por la Ley Federal del Trabajo, artículo 123, a atender con esmero y cortesía a quien solicite un servicio”.

Acevedo Pesquera recalcó que las propinas son conocidas como externalidades por los economistas, y tienen pros y contras. En específico subrayó dos aspectos negativos de dar propinas: la distorsión económica y la deformación en la relación entre el trabajador y el patrón.

Luis Acevedo explicó que, en ocasiones, dar una propina tiende a distorsionar la estructura económica, pues ese dinero, aunque es parte del ingreso de un empleado, no forma parte de las contribuciones generales, ni paga impuestos, lo que “distorsiona a la estructura fiscal del país y la estructura de los ingresos totales federales”.

El investigador de la UNAM puso como ejemplo la revisión del sistema de cuentas nacionales del año 2000 contra las cuentas nacionales del año 2010. “Mientras en 2008 la aportación de los restaurantes era de 2.8% del PIB, dentro del sector, en 2010 apenas representó 2%, debido a esas distorsiones”.

Además, las propinas deforman la relación entre el trabajador y el patrón, pues, en ocasiones, el patrón abusa de las propinas y en vez de establecer un salario justo para su empleado prefiere que se compense con lo que los clientes le dan. “Las propinas dejan de ser una ayuda voluntaria y comienzan a ser una carga adicional con la que tiene que cumplir el consumidor para retribuir o contribuir, no con el gasto o con los ingresos nacionales, sino con el salario que no cubre el patrón”.

Además, Acevedo recalcó que en un aspecto un poco más perverso, las propinas dan paso a la corrupción, “algunas veces damos dinero de más, damos propinas para acelerar un proceso y de esa manera nos saltamos trámites, pasos o procesos, y no debería de ser así”.

 

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