Ciudad del Vaticano.- Tras el sentido fallecimiento del papa Francisco, la Iglesia Católica se ha unido durante nueve días en las Misas del Novenario, un tiempo de oración y reflexión sobre el pontificado que concluye.
Presididas por miembros destacados del Colegio Cardenalicio, estas celebraciones han ofrecido una perspectiva única sobre el legado de Jorge Mario Bergoglio, destacando los atributos que, a juicio de sus más cercanos colaboradores y consejales, definieron su servicio a la Iglesia y al mundo.
Las homilías pronunciadas en la Basílica de San Pedro han coincidido en resaltar varios ejes centrales del Papado, delineando un retrato conmovedor del “amado Pastor”
Entre los aspectos más subrayados, se encuentra su insistencia en la misericordia del Padre y la alegría del Evangelio, presentados no solo como conceptos teológicos, sino como el programa mismo de su pontificado, recordando que Dios perdona siempre y que esta alegría llena de esperanza.
La Iglesia bajo su guía fue descrita como un “hospital de campaña”10, sanando con el “bálsamo de la misericordia”. Otro pilar fundamental fue su profunda atención y servicio a los pobres y marginados.
Los cardenales recordaron su elección por los por los más alejados y olvidados, sus viajes a lugares simbólicos de sufrimiento como Lampedusa, y su impulso a iniciativas como las Jornadas Mundiales de los Pobres. Se destacó su firme postura contra la “cultura del descarte”, reclamando la dignidad inmensa de cada ser humano, sin importar su condición o méritos mundanos.
La humanidad, cercanía y el fomento de la fraternidad y el encuentro fueron atributos palpables en su persona y ministerio. Desde su primera aparición en la Logia de las Bendiciones, invocando la fraternidad, hasta su elección de vivir en la Domus Sanctae Marthae para mantener el contacto con la gente, Francisco cultivó una conexión directa. Se le reconoció un carisma de acogida y escucha, promoviendo la cultura del encuentro y dejando como testamento la “aspiración mundial a la fraternidad”.
Su ejercicio del ministerio petrino fue visto como un modelo de servicio humilde, encarnando el título de “Servus Servorum Dei” (Siervo de los Siervos de Dios). Su incansable dedicación y gestos profundamente evangélicos, como el lavatorio de pies en cárceles o besar los pies de líderes en señal de paz, ilustraron su seguimiento de Cristo, el “buen Pastor” que da la vida por sus ovejas. Su servicio a la fe estuvo inseparablemente unido al “servicio al hombre en todas sus dimensiones”.
Finalmente, los cardenales hicieron eco de su llamado a la profecía y a “despertar al mundo”. Nos instó a ser testigos valientes del Señor, a no tener miedo a la incomprensión y a “no plegar el Evangelio a lógicas mundanas o compromisos del miedo”. Su pontificado, marcado por “múltiples procesos de reforma”, propuso una visión de futuro para la Iglesia, un camino hacia “un cielo nuevo y una tierra nueva”.
El sentimiento general en estas jornadas ha sido de tristeza por la pérdida del Pastor, pero también de profunda gratitud y el compromiso de acoger su rica herencia espiritual y pastoral, confiando su alma a la misericordia divina. La Iglesia ahora mira hacia adelante, encomendándose a la intercesión de quien sirvió sin reservas hasta el último aliento.
Notas sobre el cónclave
Sobre el cóclave que viene el próximo 7 de mayo podríamos sugerir un análisis sin animo de predicción sobre los cardenales que participaron en el novenario, su cercanía a Francisco y sus poribilidades. Algunas tendencias comunes que emergen del grupo:
- Peso italiano: 5/8 celebrantes; refleja que el bloque peninsular, aunque reducido, mantiene visibilidad litúrgica y puede coordinar votos.
- Edad media baja (69 años) entre los electores del grupo, salvo Sandri; subraya la renovación de Francisco.
- Continuidad-reforma: la mayoría ha sido creado cardenal por Francisco; incluso los de matiz conservador (Mamberti) guardan lealtad institucional.
- Experiencia diplomática vs. pastoral: Parolin, Gugerotti y Mamberti ofrecen capacidades diplomáticas; Reina, Gambetti y Fernández Artime, arraigo pastoral-carismático.
Conclusión
Entre los celebrantes del Novendario, Parolin sigue encabezando las quinielas, pero llega erosionado; Baldassare y Gambetti representan la “generación Francisco” aunque aún sin fuerza numérica; Farrell y Gugerotti pueden ser facilitadores de consensos; Mamberti encarna la carta canónica conservadora, y Fernández Artime la opción carismática global.
El resultado dependerá en primer lugar de las mociones al espíritu y razón de cada elector y de acuerdos entre mini-bloques así como de cuánto dure el que empiece haber una clara mayoría en las primeras votaciones. Como señala la prensa vaticana, este es “el cónclave más fragmentado e imprevisible de la historia reciente”.
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