El corazón como brújula: Francisco

En octubre de 2024, mientras el mundo aún debatía sobre guerras olvidadas, inteligencias artificiales y el futuro de la humanidad, el papa Francisco entregó su última encíclica, Dilexit Nos, una meditación profunda y urgente sobre el Corazón de Jesucristo como fuente del amor humano y divino. No es un texto teológico más: es su testamento espiritual. Escrito con el tono sereno pero vehemente que caracterizó su pontificado, este documento retoma una tradición espiritual largamente venerada y la reinterpreta para una era que —según sus propias palabras— “corre el riesgo de perder el centro de sí misma”.

“Nos amó”, recuerda el Papa con san Pablo. Y sobre ese amor —indestructible, incondicional, primero— construye un itinerario espiritual, filosófico y antropológico que interpela no sólo a creyentes, sino a todo ser humano.

Contexto: un mundo sin corazón

La encíclica se enmarca en un momento de profundas convulsiones. Las guerras en Ucrania, Oriente Medio y el Sahel africano, la crisis de migraciones forzadas, el deterioro ambiental y la desigualdad social, convergen en lo que el mismo Francisco definió como “una crisis de corazón”: vivimos hiperconectados, pero desarraigados; informados, pero insensibles. La civilización líquida, diría Zygmunt Bauman, ha disuelto los vínculos, pero también el sentido.

En ese contexto, el Papa no propone una nueva doctrina social, sino algo más radical: volver al corazón, en el sentido bíblico, filosófico y existencial. “Nada que valga la pena se construye sin el corazón”, afirma Francisco. Y es desde allí que propone reconstruir la Iglesia, la sociedad, la política, la convivencia humana.

Ejes de la encíclica: corazón, ternura, fuego

  1. El corazón como síntesis del ser humano: citando a Platón, Homero y Guardini, Francisco sostiene que el corazón no es sólo símbolo de afectividad, sino el lugar donde confluyen razón, voluntad y deseo. “Yo soy mi corazón”, afirma, en un mundo donde todo tiende a la fragmentación.
  2. Una crítica cultural: la encíclica se detiene en cómo el racionalismo, el materialismo y las lógicas digitales han dejado al corazón al margen del pensamiento moderno. “El algoritmo predice la mente, pero no puede tocar el corazón”, advierte con aguda lucidez.
  3. Jesús como paradigma del amor encarnado: la encíclica repasa los gestos de ternura de Cristo en los Evangelios: tocar con las manos, mirar con amor, llorar con sinceridad, ofrecer consuelo. Frente a la violencia estructural y la indiferencia global, propone redescubrir esos gestos como lenguaje espiritual y político.
  4. El corazón como principio unificador: en una época de polarización extrema, Francisco presenta el Corazón de Cristo como símbolo de reconciliación. No desde la ingenuidad, sino desde la fuerza transfiguradora del amor. Como dijera san Buenaventura, “al final hay que preguntarle no a la luz, sino al fuego”.

Reacciones internacionales

La encíclica ha sido recibida con profunda admiración por diversas figuras de pensamiento. La filósofa española Adela Cortina la calificó como “una obra de antropología espiritual para la posmodernidad”. En el ámbito protestante, el teólogo luterano Michael Welker la comparó con los escritos más profundos de Hans Urs von Balthasar. Y desde la política, el presidente italiano Sergio Mattarella subrayó su valor como “llamado al alma de Europa”.

En redes sociales y medios católicos, el hashtag #DilexitNos se volvió tendencia. Jóvenes de distintos países compartieron citas como: “Volver al corazón es volver al sentido”.

Impacto e implicaciones

La publicación de Dilexit Nos marca un cierre en la pedagogía espiritual de Francisco, quien a lo largo de su pontificado propuso una “Iglesia en salida”, abierta, misericordiosa y comprometida. Si Laudato Si’ urgía cuidar la casa común, Fratelli Tutti a tejer la fraternidad global, Dilexit Nos plantea la base de todo: el corazón reconciliado.

No es casual que haya sido publicada pocos meses antes de su muerte, cuando ya circulaban rumores de renuncia o cónclave. Tampoco es menor que retome con fuerza el símbolo del Corazón de Jesús, tradicionalmente asociado a la espiritualidad ignaciana, pero hoy resignificado como clave ética, social y política.

Todas las encíclicas de Francisco apuntan a un mismo mensaje: sólo el amor salva. Pero Dilexit Nos da un paso más: sólo un corazón capaz de arder, de conmoverse y de actuar, puede cambiar la historia. El corazón no es una metáfora romántica, sino la última esperanza de humanidad.

@yoinfluyo

Facebook: Yo Influyo

comentarios@yoinfluyo.com 

Compartir

Lo más visto

También te puede interesar

No hemos podido validar su suscripción.
Se ha realizado su suscripción.

Newsletter

Suscríbase a nuestra newsletter para recibir nuestras novedades.