Más allá del PIB: La urgencia de democratizar el Progreso Social en México
En la narrativa del desarrollo nacional, a menudo confundimos el crecimiento de las cifras macroeconómicas con el bienestar real de las familias. Sin embargo, el reciente reporte “Índice de Progreso Social (IPS) 2025”, presentado por la organización “México, ¿cómo vamos?”, nos obliga a detenernos y recalibrar la brújula. Si bien México alcanzó en 2024 un puntaje histórico de 65.0 puntos, el nivel más alto desde que se tiene registro, una lectura humanista de los datos revela que la prosperidad compartida sigue siendo una aspiración lejana para millones.
El progreso social no puede entenderse únicamente desde la capacidad de consumo, sino desde la garantía de derechos fundamentales. El documento es contundente: el ingreso es una condición necesaria, pero no suficiente. La brecha regional es alarmante. Mientras la Ciudad de México lidera con 73.8 puntos, entidades como Guerrero (53.6), Chiapas (53.6) y Oaxaca (54.4) permanecen atrapadas en un rezago crónico. Existe una diferencia de más de 20 puntos entre el centro y el sur del país, lo que nos habla de dos Méxicos conviviendo en el mismo territorio: uno conectado a las oportunidades y otro anclado en la supervivencia.
Desde una perspectiva ética y empresarial, tres focos rojos exigen atención inmediata: salud, seguridad y la calidad del empleo.
El dato más doloroso se encuentra en el acceso a la salud. El IPS 2025 muestra una privatización de facto de este derecho humano. En 2024, el 57.6% de las personas que presentaron problemas de salud tuvieron que acudir a instituciones privadas o consultorios de farmacia, en contraste con el 40.6% que se atendió en el sector público. Esto no es eficiencia de mercado; es una falla sistémica que erosiona el ingreso de los hogares más vulnerables y perpetúa el ciclo de pobreza.
Por otro lado, la Seguridad Personal es el componente con el peor desempeño dentro de las Necesidades Humanas Básicas. Lejos de mejorar, este indicador muestra una tendencia a la baja desde 2021, situándose en niveles inferiores a los de 2015. Sin la garantía básica de la integridad física, la libertad personal y la innovación económica son imposibles. No hay tejido social ni empresarial que florezca bajo la amenaza constante de la violencia.
Finalmente, la estructura económica importa. El reporte evidencia que la transición de microempresas a Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) es vital. Las microempresas, donde predomina la informalidad (83.3% de empleo informal), generan poco valor agregado. En contraste, las empresas medianas logran formalizar al 91.5% de su plantilla. La formalidad no es un trámite burocrático; es la puerta de entrada a la seguridad social, al crédito y a una vida digna.
La Propuesta: Innovación y Comunicación para el Bienestar
La exigencia es clara: el Estado no puede abdicar de su responsabilidad en salud, educación y seguridad. Sin embargo, la queja estéril no transforma realidades. Necesitamos un pacto por la innovación social.
- Redefinir la narrativa: Desde la comunicación estratégica, debemos dejar de aplaudir el “crecimiento” si este no se traduce en acceso a servicios. Las empresas y medios deben impulsar una cultura de la exigencia basada en datos, visibilizando que el éxito de una nación se mide por cómo viven sus habitantes más vulnerables, no por los promedios nacionales.
- Tecnología con propósito: La innovación tecnológica debe volcarse a cerrar las brechas de acceso. Soluciones de telemedicina para regiones apartadas y plataformas EdTech para combatir el rezago educativo —que afecta la movilidad social— son imperativos éticos de la inversión privada.
- Formalización creativa: Debemos facilitar, mediante herramientas digitales y desregulación inteligente, que las microempresas escalen. Necesitamos comunicar los beneficios de la formalidad no como una carga impositiva, sino como una herramienta de libertad y crecimiento.
El Índice de Progreso Social 2025 es un espejo que nos devuelve una imagen de claroscuros. Reconocemos el avance, pero nos negamos al conformismo. La verdadera prosperidad compartida requiere que la salud, la educación y la seguridad dejen de ser privilegios de código postal para convertirse en el piso parejo de la dignidad humana. Es hora de innovar, comunicar y actuar con la persona al centro de la estrategia.
Fernando Sánchez Argomedo
Chirma&Founder
EW360 Agency
X&Linkedin: @fsargomedo
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