Jane Austen, 250 años de su nacimiento

Jane Austen es una de las voces de la literatura que lejos de apagarse con el tiempo, sigue ganando importancia. Sus primeras obras fueron firmadas con el genérico sinónimo de “By a Lady”, porque no era tan bien visto que una mujer fuera autora, sin embargo, hoy se trata de una de las escritoras más leídas y a pesar de haber nacido hace 250 años, sus personajes y tramas ofrecen reflexiones significativas que vale la pena considerar.

Su vida y obra

Jane Austen nació el 16 de diciembre de 1775, en un pequeño pueblo de Hamsphire en Inglaterra. Fue hija de un clérigo anglicano que se esforzó porque Cassandra, hermana mayor de Jane, como ella tuvieran acceso a lecturas y a una formación intelectual amplia. Es gracias a la correspondencia entre las hermanas (la que se conserva) que se conoce más sobre el carácter, humor y perspectiva de la vida además de lo que se puede deducir de sus novelas.

A lo largo de su vida, Austen escribió seis novelas que hoy son consideradas pilares de la literatura inglesa: Sentido y sensibilidad, Orgullo y prejuicio, Mansfield Park, Emma, La abadía de Northanger y Persuasión. Estas obras es común verlas únicamente como historias de amor, elemento que sin duda tienen y que es parte determinante de su construcción; pero hay además el dibujo de caracteres, un fondo de crítica social y una gran riqueza sobre las costumbres de la época.

Contrario a sus protagonistas, Jane nunca se casó. Al parecer un joven con el que sí tuvo una relación, falleció antes de formalizar su compromiso y se ha especulado sobre otras posibles relaciones. Sin embargo, su mayor fortaleza y refugio fue siempre su familia y en particular su hermana. 

Pasó sus últimos años en Chawton, donde la mayoría de sus novelas fueron revisadas o terminadas. Su muerte ocurrió a los 41 años (se cree que padeció un desorden llamado enfermedad de Addison) en 1817.

Algunas consideraciones

Las novelas de Austen son, pues, de una profundidad que es la que explica su trascendencia y su eco en millones de lectores. Sin embargo, es conveniente destacar algunos aspectos que suelen pasar desapercibidos.

En primer lugar, hay que destacar que las novelas de Austen, y las de las otras autoras como las hermanas Brontë, contribuyeron a dar un lugar importante a la lectura de narrativa entre las mujeres. En el siglo XVIII la novela era vista como un género menor y bastante limitado, se prefería recomendar la lectura de libros de conducta para formar el carácter de las jóvenes. 

Las novelas de Austen se convierten en ficcionalizaciones de los libros de conducta porque en el fondo hay una crítica al fracaso de esa forma de educación que impulsaba a la apariencia y no al ser verdadero. Las heroínas en general y, también, los personajes masculinos, a lo largo de las novelas de Austen deben transitar de la superficialidad o del prejuicio hasta una visión madura y profunda de sí mismas y de los demás. Por supuesto, hay algunos caracteres que es evidente que nunca lograrán ese crecimiento y quedan marcados justo por esa superficialidad como es el caso de Lydia Bennett y Wickham. 

Por otra parte, el amor que ya se decía es un elemento fundamental en las novelas, al final resulta lejano al amor romántico guiado por la impulsividad y las primeras impresiones. Si en algo se debe invitar a la reflexión es en cómo cada trama nos va a mostrar la evolución personal de los personajes, que si bien no renunciar a las emociones sí las encaminan hacia decisiones conscientes y maduras que implican la armonía entre los temperamentos y los deseos para crear una base sólida para matrimonios exitosos.

Es cierto que en la época el divorcio o la separación legal prácticamente no existían, sin embargo, los malos matrimonios eran una condena de por vida, y en gran medida, se debían a que el deseo de casarse era más importante y más cultivado que el sentar las bases para los matrimonios felices. Ese es el fondo de la crítica social que hoy nos resulta más difícil apreciar en las novelas de Austen, pero que sigue siendo vigente más que nunca cuando la imagen, las redes sociales y el aparenta dominan a la sociedad.

Otro de los aspectos que suele pasar desapercibido es la fortaleza del amor entre las hermanas. Que se trata de un reflejo muy personal de Jane y Cassandra es innegable; pero eso lo hace algo más real y deseable. Tanto Elizabeth como Jane en Orgullo y prejuicio como Elinor y Marianne de Sentido y sensibilidad son dos ejemplos de la importancia y trascendencia de esos lazos. 

Leer o releer a Jane Austen con una mirada que vaya más allá del suspiro por las historias de amor es un excelente homenaje a esta autora cuyos méritos literarios están muy por encima de la media de muchos autores.

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