Lo que mueve a la Generación Z

Se suele decir que la Generación Z es frágil, superficial, “de cristal”, obsesionada con redes sociales y tendencias pasajeras. Pero los datos, las investigaciones académicas y los testimonios reales de jóvenes mexicanos y del mundo muestran algo diametralmente distinto: la Gen Z tiene un sistema de valores profundamente ético, crítico y coherente, formado en un contexto de violencia, crisis climática, desigualdad y un agotamiento institucional sin precedentes.

El Center for Generational Kinetics define a esta generación como “la más consciente del futuro, la más exigente con la autenticidad y la más rápida en detectar incoherencias”. Es también la que más habla de salud mental, la que más presiona por inclusión y la que más rechaza la corrupción y la discriminación.

Esta generación coloca tres pilares donde radica una enorme coincidencia con los principios cristianos: la dignidad humana, la justicia social y el bien común.

Este artículo examina a fondo qué valores sostienen a la Generación Z, qué los inspira, qué los indigna y qué esperan del mundo.

Coherencia: el valor supremo de la Gen Z

Para generaciones anteriores, la autoridad descansaba en el cargo, la edad, el título o la trayectoria. Para la Generación Z, la autoridad descansa en la coherencia.

Un estudio de Deloitte (2023) sobre jóvenes globales subraya que la Gen Z deposita su confianza en personas e instituciones solo si hacen lo que dicen. No toleran la doble moral, la hipocresía ni los discursos vacíos. Creen en líderes que “viven” sus valores. Para ellos:

  • No basta hablar de igualdad; hay que practicarla.
  • No basta decir “me importa el planeta”; hay que reciclar, reducir y exigir políticas ambientales reales.
  • No basta declarar “amo a mi país”; hay que exigir Estado de derecho.
  • No basta decir “creo en Dios”; hay que ser compasivo, justo y solidario.

Su lógica es sencilla y profundamente ética: si no se nota en tu vida, no lo crees realmente.

El 72% de los Gen Z a nivel global declara que “la autenticidad es un valor central en mi vida”, según The Generation Z Report (OC&C, 2024). Para marcas, escuelas, iglesias, gobiernos y familias, esto significa algo directo: perderán la confianza si no son congruentes.

Salud mental: una prioridad ética y biográfica

La Gen Z no solo habla de salud mental: la considera un valor moral. UNICEF en su informe 2024 habla de una “emergencia silenciosa”: altos niveles de ansiedad, depresión, estrés académico, incertidumbre laboral y un entorno hiperviolento, especialmente en países como México. Pero también señala algo inédito: la Gen Z normalizó pedir ayuda, acudir a terapia y hablar públicamente de su dolor.

Lo que en generaciones anteriores era tabú, para ellos es un derecho. “Estoy cansada todo el tiempo, pero al menos ya no me siento culpable por pedir ayuda.” — Paulina, 19 años, CDMX

La salud mental se convirtió en parte central de su dignidad personal,  la dignidad humana incluye cuerpo, mente y espíritu. La Gen Z exige:

  • escuelas sin ambientes tóxicos,
  • trabajos con límites claros,
  • padres emocionalmente disponibles,
  • instituciones con humanidad,
  • un país donde vivir no duela.

Justicia social y cero tolerancia a la corrupción

La corrupción, la impunidad y el abuso de poder están entre las cosas que más indignan a esta generación. Pew Research muestra que más del 70% de los jóvenes Gen Z consideran que “la injusticia estructural es una amenaza real para su futuro”.

En México, esto se vuelve aún más grave: crecieron viendo desapariciones, feminicidios, extorsiones, violencia en su barrio y un Estado que muchas veces no responde. Por eso:

  • marchan,
  • denuncian,
  • se informan,
  • graban todo,
  • viralizan abusos.

Es una generación que documenta. Mientras sus padres confiaban en instituciones, ellos confían en pruebas.

Es una generación que presiona. Mientras generaciones anteriores protestaban cada década, ellos protestan cada semana.

Y es una generación que no se conforma. El “así es México” no les funciona. La justicia es base del bien común. La Gen Z lo sabe por experiencia, no por catecismo.

Inclusión: identidad, respeto y diversidad

La Generación Z es la generación más expuesta a la diversidad: cultural, étnica, lingüística, sexual, religiosa, corporal.

Pew Research señala que es la generación que menos prejuicios expresa y la que más apertura tiene hacia personas diferentes a ellas. No lo ven como “derechos especiales”, sino como una forma básica de respeto. Para ellos:

  • respetar pronombres es cortesía,
  • respetar identidad es dignidad,
  • respetar origen es humanidad.

En México esto se manifiesta en:

  • jóvenes indígenas defendiendo su lengua en redes,
  • jóvenes afrodescendientes ganando visibilidad,
  • grupos juveniles católicos promoviendo inclusión desde la fe,
  • normalización del respeto a las diferencias.

Toda persona es imagen de Dios. La Gen Z vive ese principio con naturalidad: no pide permiso para existir.

Comunidad, colaboración y “tribus digitales”

Mientras los baby boomers valoraban la institucionalidad y los millennials la autonomía, la Gen Z valora la comunidad horizontal.

Se organizan en tribus digitales, fandoms, colectivos barriales, grupos de estudio, equipos de videojuegos,

 voluntariados, movimientos de justicia social.

Pero sus comunidades no son “multitudes”, sino redes pequeñas y significativas. “Mis amigos no están en mi salón; están en mi servidor de Discord.” — Luis, 17 años, Chihuahua

La comunidad para la Gen Z no es el edificio, sino el vínculo. Esto encaja con la Doctrina Social de la Iglesia en el principio de solidaridad: construir redes de apoyo mutuo donde nadie quede solo.

Seguridad y paz: una prioridad mexicana

Mientras que en otros países la Gen Z se enfoca en clima y equidad, en México su principal demanda ética es la seguridad. No es teoría: es biografía. Los testimonios de jóvenes en marchas recientes narran cómo crecieron entre: extorsiones, balaceras, desapariciones, feminicidios, desplazamiento forzado.

Lo que para generaciones anteriores era noticia, para ellos es vida diaria. Esto moldea un valor profundo: el derecho básico a vivir sin miedo, sin seguridad, no hay dignidad humana.

Trabajo con propósito: no quieren empleos, quieren sentido

La Gen Z no quiere “un trabajo para toda la vida”. Quiere un trabajo que importe. Encuestas globales (Deloitte, Gallup) revelan que más del 60% de los jóvenes Gen Z preferirían ganar menos dinero si el trabajo tiene propósito real. Buscan:

  • empresas éticas,
  • liderazgo humano,
  • proyectos con impacto social,
  • trabajos con flexibilidad,
  • ambientes que respeten la salud mental.

Rechazan los jefes autoritarios, los horarios abusivos y las organizaciones que no respetan a la persona.

Fe, espiritualidad y búsqueda de sentido

Aunque muchos jóvenes Gen Z se alejan de instituciones religiosas tradicionales, no se han alejado de la espiritualidad. Al contrario: exploran la oración, la meditación, el voluntariado, la reflexión ética, el sentido de propósito.

Como señala el sociólogo Jean Twenge, esta generación no es “atea”, sino que busca autenticidad espiritual.

“No quiero fama, no quiero ser rico. Solo quiero una vida tranquila, hacer el bien y no perderme a mí mismo.” — Sebastián, 21 años, Puebla En una frase está la brújula ética de la Generación Z:
coherencia, justicia, paz, salud mental, comunidad y sentido.

La Generación Z no es apática ni superficial. Es profundamente ética, sensible, crítica y coherente. Sus prioridades —salud mental, justicia social, paz, inclusión, comunidad— no son caprichos de jóvenes modernos, sino respuestas racionales a los vacíos morales que encontraron en el mundo adulto.

Y, paradójicamente, es una generación con un potencial extraordinario: porque ve las heridas del mundo con claridad y quiere sanarlas, no ignorarlas.

La pregunta no es si esta generación “está lista” para el mundo. La pregunta es si el mundo está listo para escucharla.

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