La renuncia de Alejandro Gertz Manero como titular de la Fiscalía General de la República (FGR) marca uno de los episodios más relevantes en la historia institucional reciente. Su salida ocurre tras años de tensiones mediáticas, conflictos internos, cuestionamientos por presunto uso de poder, litigios personales y enfrentamientos con actores políticos, judiciales y académicos.
Aunque el gobierno la presentó como una decisión “por motivos de salud”, juristas, organizaciones civiles y ciudadanos coinciden en que la renuncia refleja algo más profundo: la crisis estructural de la procuración de justicia en México.
La figura de Gertz Manero: un intelectual del Estado con ideología cambiante
Alejandro Gertz Manero nunca ha sido un funcionario común. Doctor en derecho, académico, rector de la Universidad de las Américas, experto en seguridad pública y uno de los arquitectos del modelo policial civil en los años noventa, construyó una carrera larga, pero marcada por un rasgo constante: una inestabilidad ideológica notable.
Pasó por el PAN, por el PRD y terminó alineándose con Morena. Frente a algunos sectores, se presentaba como un liberal clásico; ante otros, como un hombre de mano dura. Fue cercano a gobiernos conservadores y progresistas por igual.
La investigadora Anabel Hernández lo definió en una entrevista como “un funcionario que siempre logra estar del lado del poder, sin importar quién gobierne”. Mientras que el jurista Miguel Carbonell señaló que su figura “simboliza las contradicciones entre la autonomía prometida de la FGR y la realidad del poder político”.
Su llegada a la FGR: un momento histórico que pronto se erosionó
Cuando en 2019 fue nombrado primer Fiscal General autónomo tras la desaparición de la PGR, generó expectativas. Organizaciones como México Evalúa y Causa en Común destacaron que, por primera vez, el país tendría una fiscalía no subordinada al Ejecutivo.
Sin embargo, la esperanza duró poco. Los primeros dos años estuvieron marcados por:
- Una centralización extrema: Gertz concentró decisiones clave y desplazó a fiscales con experiencia.
- La ausencia de una estrategia nacional de procuración de justicia, indispensable tras la reforma penal de 2008.
- La falta de apertura a la sociedad civil, pese a que organismos internacionales recomendaban un modelo participativo.
La FGR siguió siendo, en palabras de un exfiscal entrevistado para este reportaje, “una institución vertical, cerrada y poco transparente”.
Aciertos: investigaciones complejas, decomisos y golpes a redes criminales
No todo fue controversia. Existen resultados verificables:
- Caso Odebrecht
Bajo su dirección se judicializó el caso contra Emilio Lozoya, exdirector de Pemex. Aunque el proceso se estancó después, fue el primer gran avance en años. - Decomisos de precursores químicos
La FGR incrementó significativamente el aseguramiento de sustancias para fabricación de drogas sintéticas. La ONUDD reconoció en 2022 que México “dio pasos importantes para frenar el flujo de químicos hacia laboratorios”. - Cooperación internacional
Hubo avances en intercambio de información con agencias estadounidenses, aunque sujetos a tensiones políticas. - Combate al huachicol jurídico
La FGR inició procesos contra funcionarios y particulares involucrados en robo de combustibles, apoyando una estrategia que redujo 80% las perforaciones ilegales según datos oficiales de SENER.
Son logros reales, pero insuficientes para revertir la percepción ciudadana. En 2023, la ENVIPE del Inegi reportó que 92% de los delitos no se denunciaban por desconfianza en autoridades.
Desaciertos: litigios personales, uso político del poder y opacidad
El deterioro de su legitimidad fue acelerado por decisiones polémicas, documentadas por medios nacionales e internacionales.
1. El caso de su cuñada: cuando lo personal se volvió público
El episodio más dañino fue la detención de Laura Morán y Alejandra Cuevas, a quienes acusó de homicidio por omisión en la muerte de su hermano.
La Suprema Corte, en una sesión pública inédita, desechó la acusación por falta de sustento. El ministro Arturo Zaldívar declaró que “el expediente carecía de elementos mínimos para imputar delito alguno”.
La liberación de Cuevas —tras 528 días en prisión— se convirtió en símbolo de abuso de poder. En entrevista posterior, Alejandra declaró: “Fui presa porque un hombre poderoso lo decidió. Eso no es justicia, es venganza”.
2. Fricciones con el gabinete y acusaciones de espionaje
Dentro del gobierno federal se registraron tensiones. Filtraciones periodísticas señalaron que Gertz habría solicitado intervenciones y monitoreos informales. Él lo negó, pero la duda permaneció.
3. Opacidad creciente
Organizaciones como Artículo 19 y Fundar denunciaron que, bajo su mando, la FGR limitó información pública, aumentando el número de expedientes clasificados bajo reserva.
4. Ausencia de una política criminal clara
Pese a cinco años en el cargo, no se consolidó un modelo nacional para investigar delitos. Los estados siguieron descoordinados y los ministerios públicos carecieron de capacitación suficiente.
La renuncia: motivos oficiales, presiones reales
El argumento oficial fue “motivos de salud”. Sin embargo, analistas coinciden en causas más profundas:
- Desgaste político tras el caso de su cuñada.
- Ruptura con sectores del gabinete y del Poder Judicial.
- Incapacidad para entregar resultados en delitos de alto impacto.
- Presión de organizaciones civiles por fallas estructurales.
- Reconfiguración política hacia el nuevo sexenio y la necesidad de un fiscal más alineado al momento político.
La renuncia abre una oportunidad, pero también revela la fragilidad de la autonomía.
Lo que su salida dice de México: el clamor ciudadano por justicia real
El caso Gertz trascendió al personaje. Expuso algo más grande: la sed de justicia de un país herido. Para este reportaje, se entrevistó a Laura N, joven madre de Ecatepec cuyo hijo fue víctima de robo con violencia. Sus palabras reflejan lo que millones sienten: “Yo no sé quién sea el fiscal. Solo sé que fui a denunciar y me dijeron que ‘mejor arreglara por fuera’. Sentí que mi país no me cuida.”
El testimonio coincide con datos del Inegi:
- 45% de los mexicanos considera que denunciar “no sirve para nada”.
- 30% teme represalias.
- La impunidad ronda niveles del 95% según estudios de Impunidad Cero.
La justicia es un pilar moral que requiere instituciones fuertes, confiables y orientadas al bien común. Juan Pablo II insistía en la “responsabilidad social del Estado de garantizar la justicia para los más débiles”.
La renuncia de Gertz revela que México aún está lejos de ese ideal.
¿Y ahora qué? Desafíos para la FGR y un llamado a valores mexicanos
El nuevo fiscal heredará una institución con retos gigantes:
- Reconstruir la confianza ciudadana
Sin ella, no hay denuncias, y sin denuncias no hay justicia. - Fortalecer la profesionalización
Más capacitación, menos rotación, más recursos al MP. - Reducir la impunidad en delitos cotidianos
Robo, extorsión, violencia familiar: los crímenes que sí viven los jóvenes. - Blindar la autonomía frente al poder político
Algo que nunca se consolidó con Gertz. - Crear mecanismos reales de transparencia
Rendición de cuentas clara, verificable y cercana a la gente.
México tiene valores profundamente arraigados: respeto, familia, comunidad, solidaridad.
Esos valores —los que sostienen nuestra vida cotidiana— deberían inspirar una transformación de la justicia, con rostro humano, sin ideologías fluctuantes ni venganzas personales.
Conclusión: un cierre que obliga a empezar de nuevo
La renuncia de Alejandro Gertz Manero no cierra un ciclo: expone una tarea inconclusa. Mejorar la justicia no depende solo de leyes o de cambios de titular. Depende de voluntad política, profesionalización, ética pública y participación ciudadana.
El desafío es enorme, pero inaplazable. México merece una fiscalía que se parezca más a su gente: fuerte, honesta, trabajadora, justa. No a los intereses del poder, sino al anhelo legítimo de millones que piden algo tan básico como vivir en un país donde la ley proteja, no lastime.
Porque, como dijo el papa Francisco: “La justicia verdadera tiene que ver con la dignidad de cada persona, especialmente de quien ha sufrido más”. La salida de Gertz deja claro que ya no hay espacio para fiscalías personalistas. Es momento de construir instituciones al servicio del bien común. Y eso —ahora sí— depende de todos.
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