El mercado brasileño de iGaming atraviesa en 2025 un punto de inflexión similar al que otros sectores digitales vivieron años atrás. La entrada en vigor de la regulación federal, sumada a la alta penetración de internet y a una base amplia de usuarios conectados, consolidó al país como uno de los principales polos globales de apuestas en línea. Las proyecciones indican que el sector moverá cerca de US$ 4.9 mil millones este año y podría alcanzar los US$ 10 mil millones en 2029.
La nueva estructura regulatoria, vigente desde enero, estableció requisitos más estrictos para operar en el país. Solo las plataformas con licencia, mediante el pago de R$ 30 millones por un período de cinco años, pudieron mantenerse activas. El impacto inicial redujo el número de operadores, pero también generó un entorno más previsible. Entre enero y junio, la recaudación tributaria asociada al sector alcanzó aproximadamente R$ 3 mil millones, mientras que los ingresos brutos crecieron 25%, según estimaciones de la industria.
Empresas internacionales de tecnología para iGaming, como Softswiss, reforzaron su presencia en Brasil ante este escenario. La compañía considera que reglas claras y estables permiten inversiones sostenidas y fomentan prácticas responsables. De acuerdo con datos internos, el volumen de apuestas aumentó 33% en el primer semestre, señal de recuperación tras la adaptación inicial al nuevo marco legal.
Pero el crecimiento del mercado no se explica sólo por cifras macroeconómicas. También está directamente relacionado con el perfil del apostador brasileño, que en 2025 se presenta de forma más definida. Los datos demográficos de un estudio de casino KTO muestran que el público está compuesto mayoritariamente por hombres (59%), aunque la participación femenina alcanza un 41%, reflejando un público diverso y en expansión.
La edad es otro factor clave. El grupo más numeroso se encuentra entre los 25 y 40 años, que representa el 42.1% de los apostadores. Le siguen las personas de 41 a 56 años, con el 24.6%. Los jóvenes de 18 a 24 años concentran el 21.2%, mientras que los mayores de 57 años participan en menor proporción. Se trata, en su mayoría, de adultos en edad productiva, con inserción activa en el mercado laboral.
Desde el punto de vista socioeconómico, casi la mitad de los apostadores en línea pertenece a las clases C1 y B1. La mayor parte se ubica en la clase media y media alta, con niveles educativos relevantes: nueve de cada diez tienen escolaridad a partir de la enseñanza media completa, y una porción significativa cuenta con estudios superiores completos o incompletos. En cuanto a ocupación, el 46% trabaja con contrato formal, aunque también hay presencia de trabajadores informales, autónomos, estudiantes y personas fuera del mercado laboral.
Este retrato del público ayuda a entender por qué Brasil se volvió estratégico para el iGaming global. El sector combina una base amplia de usuarios adultos, conectados y con ingresos regulares, con un marco regulatorio que busca equilibrar recaudación fiscal, control estatal y continuidad de la actividad. Especialistas señalan que el desafío a mediano plazo será mantener este equilibrio, evitando tanto la presión excesiva sobre los operadores como la expansión del mercado no regulado. Si se confirman las proyecciones hasta 2029, Brasil no solo duplicará el tamaño de su mercado de iGaming, sino que también consolidará un modelo basado en regulación, transparencia y conocimiento del perfil de sus usuarios. Más que un fenómeno pasajero, el crecimiento del sector refleja transformaciones estruturales en el consumo digital y en el comportamiento de un público que ya forma parte central de esta nueva etapa de la economía en línea.





