El Super Bowl LX, uno de los eventos deportivos más vistos del planeta, se celebrará el próximo 8 de febrero en el Levi’s Stadium, California. Pero este año, la atención no solo se centra en el emparrillado o en el espectáculo de medio tiempo encabezado por Bad Bunny, sino en una medida que ha encendido las alarmas en Estados Unidos y más allá de sus fronteras: el despliegue del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) dentro y fuera del estadio.
El anuncio, respaldado por el presidente Donald Trump y presentado como parte de una estrategia de “seguridad nacional”, ha generado preocupación entre organizaciones humanitarias, activistas y comunidades latinas. Para muchos, el operativo del ICE representa un nuevo episodio de criminalización de los migrantes bajo la justificación del orden y la vigilancia.
Un evento global bajo vigilancia
El Super Bowl es mucho más que un partido de fútbol americano: es un fenómeno cultural y mediático que paraliza a Estados Unidos y capta la atención de millones de espectadores alrededor del mundo. Este 2025, el Super Bowl LX se celebrará el 8 de febrero en el Levi’s Stadium, en Santa Clara, California, un recinto con capacidad para más de 68 mil personas que por segunda vez en la historia será sede del gran evento.
Sin embargo, la antesala del partido se ha visto envuelta en polémica luego de que el Gobierno de Estados Unidos anunciara el despliegue de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) durante el espectáculo de medio tiempo protagonizado por Bad Bunny, el artista puertorriqueño que hará historia como el primer latino en actuar en solitario en el escenario del Super Bowl.
La medida, presentada como un operativo de “seguridad nacional”, ha sido criticada por organizaciones civiles y activistas, quienes advierten que este tipo de acciones podrían generar un clima de persecución e intimidación, especialmente entre los asistentes latinos y las comunidades migrantes en la región.
El asesor del Departamento de Seguridad Nacional, Corey Lewandowski, declaró en el programa radial The Benny Show que “no hay ningún lugar donde se pueda brindar refugio a quienes se encuentran ilegalmente en este país. Ni el Super Bowl ni ningún otro lugar”. Añadió que el operativo responde a una directiva presidencial de Donald Trump, quien retomó su política de deportaciones masivas desde su regreso a la Casa Blanca.
Una política que despierta temores
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) fue creado en 2003 bajo la administración de George W. Bush, con el objetivo de reforzar la seguridad fronteriza y combatir el crimen transnacional. Sin embargo, con el paso del tiempo su papel se ha transformado, y hoy es principalmente conocido por sus redadas migratorias y por las denuncias de violaciones a los derechos humanos.
La nueva directriz del gobierno de Trump busca deportar a millones de inmigrantes indocumentados, lo que ha derivado en una intensificación de operativos en espacios públicos, lugares de trabajo y hasta domicilios particulares. Solo en los primeros cien días de su regreso al poder, se registraron 135 mil deportaciones, según cifras de su propia administración.
Además, el mandatario firmó una ley el pasado 4 de julio que incrementará el presupuesto del ICE en 100 mil millones de dólares hasta 2029, lo que podría convertirlo en la mayor fuerza policial del país. Esta expansión preocupa a organismos internacionales, que ven en ella un riesgo de militarización de la política migratoria.
Durante la última década, las detenciones sin orden judicial y las deportaciones sin revisión de casos han aumentado de forma drástica. En 2024, bajo la administración de Joe Biden, solo el 21 % de los deportados tenía antecedentes penales; en 2025, bajo Trump, el número de detenciones indiscriminadas aumentó más de un 1,200 %.
Latinos bajo presión
La comunidad latina representa hoy uno de cada cinco habitantes en Estados Unidos, siendo un pilar fundamental de su economía, cultura y vida política. Sin embargo, bajo las nuevas medidas del ICE, millones enfrentan un riesgo creciente de detención arbitraria y deportación.
Las denuncias sobre las condiciones inhumanas en los centros de detención son recurrentes. Se reportan casos de hacinamiento, falta de alimentos, escasez de atención médica y situaciones insalubres que ponen en peligro la vida de los detenidos. A esto se suman los abusos laborales y las amenazas de deportación que empleadores inescrupulosos utilizan contra trabajadores indocumentados.
En varias ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Paramount, miles de hispanohablantes se han manifestado en las calles para rechazar la política migratoria de Trump y exigir respeto a sus derechos. Las protestas también se extienden a organizaciones de derechos civiles, que advierten que la presencia del ICE en el Super Bowl podría desencadenar detenciones masivas y criminalizar la asistencia de migrantes a un evento cultural.
Entre el espectáculo y la vigilancia
La elección de Bad Bunny como artista principal del espectáculo de medio tiempo ha generado reacciones encontradas. Su presencia, símbolo de la diversidad y del peso cultural latino, ha irritado a sectores conservadores, entre ellos el movimiento Make America Great Again (MAGA), que expresó su inconformidad con tener a “un artista que canta principalmente en español” en el evento deportivo más visto de Estados Unidos.
El propio Bad Bunny ha declarado en el pasado que evitó programar fechas en territorio estadounidense por temor a que las autoridades del ICE realizaran redadas en sus conciertos, una situación que podría repetirse ahora con un operativo que el Gobierno califica de “preventivo”.
Analistas señalan que el despliegue de fuerzas migratorias en torno al Super Bowl no solo tiene un componente de seguridad, sino también un mensaje político dirigido al electorado conservador de cara a las próximas elecciones.
El operativo podría implicar controles migratorios dentro y fuera del estadio, así como vigilancia en aeropuertos, hoteles y puntos de transporte cercanos, lo que generaría un entorno de miedo y tensión en un evento que históricamente se asocia con la celebración y la unidad nacional.
Derechos humanos en riesgo
Las detenciones masivas y las deportaciones aceleradas ejecutadas por el ICE desde enero de 2025 han ido acompañadas de abusos sistemáticos y violaciones a los derechos humanos.
Actualmente, el ICE mantiene bajo custodia a casi 48 mil personas migrantes, de las cuales la mitad no tiene antecedentes penales. Muchos de los detenidos son personas que cometieron infracciones menores, como conducir sin licencia o permanecer en el país tras la expiración de su visa.
La falta de atención médica y psicológica en los centros de detención ha provocado una ola de intentos de suicidio y muertes bajo custodia. En los últimos meses, se registraron los casos de Jesús Molina-Veya y Chaofeng Ge, quienes fallecieron tras intentos de suicidio en centros de detención de Georgia y Pensilvania, respectivamente.
El aislamiento prolongado, el confinamiento solitario y las condiciones insalubres han sido documentados como formas de tortura psicológica. Un informe conjunto de The Marshall Project y Univision Noticias reveló que el número de personas recluidas en celdas de aislamiento por más de un día aumentó un 41 % entre diciembre de 2024 y agosto de 2025.
Ante este panorama, expertos en derechos humanos alertan que la presencia del ICE en el Super Bowl podría normalizar la persecución y “blanquear” públicamente las prácticas de una agencia acusada de violencia institucional y detenciones ilegales.
Un estadio bajo la sombra del control
Más allá de la euforia deportiva y del espectáculo mediático, el despliegue del ICE durante el Super Bowl LX pone en evidencia la fragilidad de los derechos humanos en nombre de la seguridad nacional. Convertir un evento de alcance global en terreno de vigilancia y persecución contradice los valores de integración y diversidad que el propio país presume en su identidad.
El caso simboliza un choque de narrativas: mientras el arte y la cultura latinoamericana ganan visibilidad en uno de los escenarios más importantes del mundo, las políticas migratorias endurecidas refuerzan el miedo y la exclusión de millones de personas que forman parte esencial del tejido social estadounidense.
Si el Super Bowl es el reflejo de la sociedad que lo celebra, este episodio revela un Estados Unidos dividido entre la celebración del talento latino y el endurecimiento de sus fronteras internas. El verdadero desafío será decidir si el país quiere proteger su seguridad o su humanidad —y si es posible hacer ambas sin sacrificar la justicia.
Te puede interesar: Pobreza y exclusión: una herida que aún duele
Facebook: Yo Influyo