Los cuatro pilares de la responsabilidad social empresarial centrada en la persona

El camino de un empresario no es fácil y es importante que pueda desarrollar ciertas responsabilidades para enfrentar adecuadamente los retos que se le presenten.


Los cuatro pilares de los empresarios


El empresario vive inmerso en una realidad de la que no se puede desentender; una realidad que le plantea retos y oportunidades y que le exige comprender y asumir un compromiso ético. Frente a la espiral de violencia, las deficiencias del sistema de justicia, el pobre desempeño de la economía, la precariedad del empleo y la amplitud de los fenómenos de la pobreza y la exclusión es indispensable que el empresario adopte una actitud socialmente responsable que, además de contribuir a la superación de los enormes desafíos del país, lo haga con la clara convicción de que el objetivo último debe ser salvaguardar y promover la dignidad inalienable de la persona.

Para el empresario socialmente responsable, el compromiso no se limita a la necesaria generación de riqueza o a la creación de empleos. Implica también desarrollar una nueva mirada que le permita entenderse a sí mismo como actor inscrito en una realidad social más amplia que lo interpela. Esta nueva mirada sobre su actividad empresarial es la que lo facultará para conducirse de acuerdo con los cuatro principios o pilares sobre los que descansa el cumplimiento cabal de su responsabilidad social.

El primero de ellos se refiere a la reivindicación de la ética como guía práctica de la acción empresarial. Los impresionantes avances de la ciencia y la tecnología han transformado nuestros modos de vida y multiplicado nuestra capacidad de generar riqueza. Como sociedad somos cada vez más eficientes en la utilización de medios idóneos para lograr nuestros fines. Sin embargo, en el camino, parece que hemos olvidado que, desde una perspectiva ética, el fin no justifica a los medios. La empresa socialmente responsable debe plantearse la pregunta, a menudo incómoda, acerca de la validez moral de sus decisiones e, incluso, en su quehacer cotidiano debe estar dispuesta a renunciar a prácticas que pudieran ser altamente lucrativas. Actuar éticamente significa cerrar la puerta a simulaciones y a toda modalidad de corrupción.

El segundo pilar hace referencia a que en el desempeño cotidiano de sus actividades la empresa interactúa con una amplia gama de personas que, ante todo, deben ser vistas como tales, es decir, como personas y no como meros medios para maximizar resultados. Este principio es particularmente válido en relación con la comunidad de trabajo de la propia empresa. Los trabajadores no son un factor de la producción; son, ante todo, seres humanos cuya dignidad debe ser reconocida y que, para tal efecto, resulta imperativo asumir el principio ético de su no instrumentalización. La empresa socialmente responsable es aquella que coloca en el centro de sus decisiones a la persona y que, por tanto, se esfuerza por el continuo mejoramiento de la calidad de vida de quienes con su esfuerzo contribuyen al desarrollo de la propia empresa.

El cuidado del medio ambiente es el tercer pilar de la responsabilidad social empresarial. Se trata de comprender que hoy más que nunca que el desarrollo económico debe descansar en métodos de producción sustentables. La naturaleza no es un mero recurso; es nuestra casa común y en cuanto tal exige le brindemos los cuidados requeridos. La naturaleza no es un bien que nos podamos apropiar. No nos pertenece; de hecho, nosotros le pertenecemos y, en tal virtud, la empresa socialmente responsable debe entender que tiene el compromiso de administrar sabiamente el patrimonio que le ha sido confiado en beneficio de las próximas generaciones.

La vinculación de la empresa con la comunidad con la que coexiste es el cuarto pilar de la responsabilidad social. Ante la preocupante realidad de la pobreza y la desigualdad, la empresa debe ser un actor que solidariamente se involucre en la búsqueda de soluciones a los problemas que aquejan a la comunidad. Más que llevar a cabo obras de caridad, se trata de establecer canales de diálogo y encuentro con la comunidad y, a través de acciones encaminadas a la satisfacción de las demandas legítimas de la comunidad, contribuir a su empoderamiento. Ni la indiferencia ni el paternalismo deben guiar las relaciones entre empresa y comunidad; lejos de ello, se precisa diálogo, involucramiento solidario y participación.

Como se puede desprender, la responsabilidad social empresarial dista de ser una vía políticamente correcta para obtener prestigio e incrementar las oportunidades de negocio. Es un verdadero cambio cultural sustentado en la idea de que ser empresarios es administrar digna y equilibradamente en beneficio de todos los grupos relacionados, los recursos que nos han sido confiados, con la enorme responsabilidad en la construcción de una sociedad justa.

Te invitamos a que asumas los ocho compromisos de la responsabilidad social y que, en la medida que los vayas implementando, seas un factor del cambio cultural que México precisa para llegar a ser un país de oportunidades para todos; un país en el que impere el respeto a la ley, se reduzcan la desigualdad y la pobreza y se valore la dignidad de todas las personas.

No es fácil el camino pues son muchas las inercias que deben ser superadas. Sin embargo, la asunción del compromiso es un reto que brinda enormes satisfacciones. Vale la pena apostar por la responsabilidad social empresarial.

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