Algo que este escribano valora de manera especial es la singularidad y rapidez que el papa Leon XIV identifica, coloca, dispara y redondea la doctrina del Magisterio, con la vida diaria de los católicos de todo el mundo. Si al hablar en español conquiistó el clrazón de los peruanos, a un tiempo se robó el alma de millones de mexican os que apredimos a quererlo pronto.
EL CONCEPO DE “PALABRAS” AL BANQUILLO
Vivimos hoy en un mundo y una cultura donde las palabras significan datos y los datos generan mensajes que orientan a los especialistas a dirigir las campañas de marketing de acuerdo a los sentires de las diversas audiencias.
La gran diferencia con los mensajes del Papa León radica en que sus palabras tienen 20 siglos de vigencia y siempre son nuevas, aplicables y vivenciadas en un complicado mundo con el que ahora compartimos.
El Pontífice es directo y sin tibiezas cuando sostiene que “Las ideas pueden enloquecer y las palabras pueden matar”.
Esto se percibe a flor de piel y al tacto del sentimiento. Gente –no personas conscientes, responsables y libres- que teniendo grandes sumas de dinero en las Gran Caimán o pidiendo mercancía en la tienda de la esquina, odian a los que consideran sus enemigos, esperando la oportunidad de vengarse a plenitud y provocar más daño que el que ellos pudieron percibir.
Gente culta o sumidos en la ignorancia de todo, que al lograr un trozo, una migaja de poder en cualquier ámbito de sus vidas, se llena el cuerpo de soberbia y vanidad intelectual, porque su complejo de inferiores les exige golpear y dar manotazos para demostrarse a sí mismos que son ellos “los que mandan” y los demás, solo acatan las
Por eso también hay gente a quienes el corpúsculo de una ideología disolvente y separatista, los convierte en dueños hasta la eternidad, de una verdad que solo ellos o ellas conocen. Por eso sus palabras, su trato, sus miradas, sus alegatos y frases acaban por exterminar… por matar… por diluir en ácidos afectivos a todos aquellos que no tienen espacio en sus propias concepciones y métodos de vida.
HACIA DÍNDE MIRAR… Y ACTUAR
Es evidente que el Papa convoque a mirar, acoger, recibir y contemplar como modelo de visión y comportamiento personal y social, a Jesús de Nazareth, pero no exclusivamente como un detalle contemplativo, sino como la mejor forma y las mejores prácticas de ver y percibir, de tratar y aprender a amar a los otros, como hermanos y hermanas.
Y, tanto para la catolicidad de todo el planeta como para los hombres y mujeres de buena voluntad, la idea es mirar a lo alto, a lo superior y a lo sublime, escuchando el grito de quienes más nos necesitan, con un alma real y eficazmente solidaria con el otro porque el dolor ajeno, también llama… nos llama a todos porque es un principio elemental de amor a los más próximos.
La tarea no es simple. Es cuestión de humildad, de fuerte dosis para contraer y dominar la soberbia; ejercicios intensos para doblegar la vanidad intelectual y estar dispuestos a aprender algo de neurociencia desde el cerebro de los demás, con la finalidad de construir unidad, a pesar de las divergencias y por encima de las diferencias.
DE QUÉ SE TRATA
Por ello, a partir de ejercitar u fortalecer la unidad, comprender que n o se trata de oponernos, sino de tender puentes, de conectar con quienes nos rodean, entendiendo como refiere el Papa León, que la inteligencia surge no donde se separa a las personas, sino en los espacios que conectan.
Es un poco aprender a distinguir sin separar y a unir sin confundir, porque eso abre campos relevantes para mirar la Eternidad porque esta perspectiva une los opuestos y hace posible la común-unión.
¿Difícil?… No tanto porque la aceptación de ello convierte a la persona en un peregrino de esperanza y camino común.
Se trata entonces, dice el Papa, de ir y abrir puertas… de conectar mundos, porque entonces sí habrá cosecha de Esperanza.
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