La felicidad y sus facetas contradictorias

Parecería increíble pero no hay un acuerdo unánime sobre las raíces de la felicidad. El diccionario afirma: “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.

La felicidad era el objetivo último del ser humano, y la riqueza (es decir, la propiedad libre, individual y absoluta), su principal baluarte”.

En la actual sociedad de consumo en que vivimos, se nos dice a través de la publicidad y otros medios de comunicación: “Si compras el último modelo de este coche, de esta Lap Top o del celular que están a la vanguardia, o “éste es el último grito de la moda en ropa”, y así estarás satisfecha o satisfecho, para que las demás personas te admiren o te alaben. 

En este sentido, me llama mucho la atención esos pantalones de mezclilla -muy caros, por cierto- y que las jóvenes desfilan por selectas avenidas, lo mismo que en las plazas comerciales de un nivel socioeconómico alto.

No hace mucho tiempo una sobrina que tengo le pedía con insistencia a una tía que le comprara uno de esos pantalones, y la retenía de su manga, subrayándole que era la última moda. La tía le respondió, con su habitual sabiduría y sagacidad, que pronto tendría uno de ese tipo de pantalones. Que en el coche de regreso le explicaría más detalles.

Así ocurrió. Mi tía le dijo que se había dado cuenta que tiene varios pantalones de mezclilla que necesitaban desecharse. Y el más gastado se ofreció a meterlo en la lavadora con un líquido especial para desteñirlo todavía más. 

Después que se secara, tomaría unas filosas tijeras para romperlos tal y como estaban de moda. A mi pequeña sobrina le dio un berrinche que le duró varios días, pero finalmente comprendió que lo que estaba pidiendo estaba fuera de lugar. Y ahí terminó el incidente. 

No me refiero a todos, pero existen otro tipo de jóvenes -mujeres y hombres- que tienden “con extraña presunción” a relatar a sus compañeros (as), los siguientes días de lo sucedido el fin de semana, en la Preparatoria o en la universidad, las borracheras que se pusieron o los desórdenes sexuales en que incurrieron, como si fuesen “hazañas” o algo digno de imitarse. 

En esos casos se ha ido creando un “curioso” sentido de la diversión. En otros casos acuden a las drogas. Todo ello, tarde o temprano pasa su factura. O se transforman en vicios o van a parar al hospital por sobredosis.

El conocido Psiquiatra vienés, Víktor Frankl (1905-1997), desde que concibió su método para curar a sus pacientes en un campo de concentración (confrontar su libro, “EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO”), que le llamaba “LA LOGOTERAPIA”, se dedicó a dar conferencias por muchos países. En cierta ocasión daba una conferencia a universitarios en la Universidad de Harvard. 

Un joven que mostró que quería participar, se quejaba de lo siguiente, más o menos con estas palabras: mantengo una posición económica bastante desahogada, mis calificaciones tienen buen promedio, tengo sexo suficiente, amistades, posesiones materiales como un coche deportivo del año, sin embargo, no soy feliz. ¿Por qué me ocurre esto?

El célebre Psiquiatra se explayó para explicarle que la felicidad no se encuentra ni en el dinero, ni en la posesión de los bienes materiales ni en los placeres que ofrece esta vida. 

Que era primordial encontrar un “PARA QUÉ”, es decir, “UN SENTIDO”, en todo lo que se hacía y que era fundamental ser congruente en nuestro pensar y en nuestro actuar hasta sus últimas consecuencias.

Porque si no se vive la coherencia algunas personas terminan en una clínica psiquiátrica; otros más, terminan sus vidas pensando que han desperdiciado sus vidas. ¿Por qué? Porque tuvieron muchos amoríos, hijos dispersos, no alcanzaron a formar una familia ni un hogar estable.

Este último caso me tocó presenciarlo en una sesión de terapia colectiva. Concluía un anciano: ¡Cuánto desearía volver a tener 18 años! Para no cometer tantas tonterías como las que he hecho a lo largo de mis 78 años. ¡He desperdiciado mi entera existencia miserablemente con un largo serial de tarugadas!

Entonces, ¿Dónde radica la felicidad? El Filósofo Platón afirma que “consiste en asemejarse a Dios. Es la Sabiduría Perfecta y, por tanto, la Felicidad Completa. La fe de que el hombre puede disfrutar en esta vida presente, es una participación imperfecta de aquella Celeste. A ella se arriba por dos medios íntimamente ligados entre sí: la dialéctica o proceso por el cual el alma se desmaterializa y consiguientemente accede a la orden de las ideas puras”.

Aristóteles hereda la concepción platónica centrando la fe en el ideal de Sabiduría y de Virtud. Sólo que Aristóteles “exige más cosas que la contemplación del Motor Absoluto del mundo y, por otro lado, disloca la concepción unívoca del Bien en Platón”.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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