Acompañar a nuestros sacerdotes

En esta sociedad cada vez es más evidente que los valores son necesarios para recomponerla.


Acompañamiento a sacerdotes


Esta semana pude participar en la eucaristía concelebrada por seis sacerdotes Siervos de Jesús con motivo de su vigésimo aniversario sacerdotal en la Basílica de Guadalupe, uno de ellos es mi hermano Victoriano de Jesús, los acompañó otro sacerdote extranjero que festejaba sus 26 años de ministerio sacerdotal y por ese motivo vino a dar gracias a la Virgen. 6 de 20 y 1 de 26.

Este mes el vídeo del Papa Francisco nos invita a acompañar a los sacerdotes no sólo con la oración sino también con la amistad y la convivencia para mostrarles el aprecio que la comunidad tiene por ellos, muchas veces no nos damos cuenta del cansancio y la soledad que pueden sufrir los sacerdotes que viven alejados de sus familias, y que en momentos de agobio por el servicio que brindan necesitan ser confortados por la comunidad.

En esta sociedad donde cada vez es más evidente que los valores son necesarios para recomponerla, cuando se necesitan guías y pastores que trabajen con la juventud y con las familias, es raro que se discuta el papel tan importante que juegan los sacerdotes para fortalecer el tejido social, y preparar los nuevos matrimonios que determinarán la calidad de las familias y por ende de las siguientes generaciones.

Ocasionalmente planteamos la necesidad de que haya más ingenieros para potenciar el desarrollo tecnológico, pero pocas veces hablamos de la necesidad de que haya más sacerdotes que además de administrar los sacramentos, prediquen las buenas costumbres y la moral social que se necesita para vivir en paz y en armonía entre todos los ciudadanos, una sociedad donde aquellos más necesitados puedan ser apoyados solidariamente por los demás, requiere la palabra y el servicio paciente y cuidadoso de los sacerdotes en las comunidades.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de desayunar y hacer oración con un grupo de obispos y sacerdotes, dos momentos que me permitieron dimensionar la importancia de la convivencia y la comunidad sacerdotal, y al mismo tiempo el trabajo que desarrollan para toda la comunidad, acompañando a quienes más lo necesitan no sólo en sus necesidades espirituales, sino en muchos problemas comunitarios que les afectan.

También este fin de semana pude convivir con unos amigos que celebraron sus 25 años de casados, después de la eucaristía nos reunimos a cenar con ellos, sus familiares y algunos amigos, nos acompañó el sacerdote que ofició la misa de aniversario y tuvimos la oportunidad de charlar sobre temas profesionales, de entretenimiento, apostólicos y familiares, en fin, de la vida de cada día, estos momentos permiten una relación entre laicos y sacerdotes fuera del templo o de los espacios parroquiales que nos permite vivir como amigos, hermanos, o compadres.

El sacerdote que presidió la ceremonia en la basílica reiteró a nombre de los demás, el agradecimiento a Dios por el llamado sacerdotal y a los fieles por su oración, y humildemente pidió nuevamente la oración y la comprensión para las veces que no son dignos del alto servicio al que fueron llamados, sabiendo que al igual que todos los hombres son pecadores que necesitan y buscan constantemente la misericordia de Dios.

Hay que cuidar a nuestros sacerdotes, son pocos y la necesidad de su ministerio es mucha, el exceso de trabajo y la incomprensión de muchos los puede llevar al agotamiento o a la frustración, por ello la oración y el acompañamiento amistoso es un servicio que debemos brindar abriendo las puertas de nuestras familias y actividades, de tal manera que les den a ellos el descanso y la cercanía, que redundará en un mejor servicio para toda la comunidad.

 

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