¿Tienes hijos? Edúcalos

Empecemos con la pregunta básica: ¿Quién o quiénes tienen el deber de educar a los menores de edad? 

¿Deben ser los padres de los niños y niñas quienes eduquen, o es el gobierno el que debe estructurar las creencias y valores de los infantes? Los teóricos de la Ley Natural argumentan que los padres tienen la gran responsabilidad de hacerlo y por tanto poseen, a primera vista, la autoridad para dirigir el crecimiento y educación de sus hijos. 

Esto, de acuerdo con la teoría de la ley natural, ya no es una materia de creencia cultural, sino un objeto de verdad moral. Los niños nacen de sus padres – una madre y un padre – y por tanto, son suyos (como dijo Santo Tomás de Aquino: En cierto sentido, forman parte de ellos), aunque no en el sentido que reduzca a los niños al estatus de la propiedad de los padres. 

Ciertamente, los derechos de los padres a dirigir el crecimiento y la educación de sus hijos están enraizados en su deber de criar a sus hijos de manera apropiada y educarlos bien.

Desde este punto de vista, el gobierno no tiene derecho a la toma de decisiones independiente, ni la autoridad respecto a los infantes. Los niños y niñas no pertenecen al estado de la manera en que pertenecen a sus padres. En circunstancias extremas, el gobierno puede intervenir para proteger a los menores del abuso parental o el rechazo, pero dichas intervenciones son solo legítimas en donde los padres realmente abusen o rechacen a sus hijos, renunciando a sus derechos por incumplimiento de sus responsabilidades.

Los progresistas contemporáneos, por el contrario, ven al estado en lo que equivale a un papel cuasi parental. Pero es cierto que los progresistas, en gran parte, no buscan reemplazar por completo a los padres por el estado. Sin embargo, ven al estado como teniendo una medida de autoridad directa sobre los menores, que rivaliza y en algunos casos sustituye, la autoridad de los padres. Típicamente, sostienen que la autoridad sobre los hijos está compartida entre el estado y sus padres. 

Sin embargo, si vemos la educación a partir de la ‘Ley Natural,’ el estado juega solamente un papel de apoyo y subsidiario en el crecimiento del infante, en su formación moral y en general en su bienestar. Cuando, en situaciones extremas, el estado justamente interviene a favor del menor, esa intervención ciertamente en cierto modo es ‘suplementaria’ al papel fundamental de los padres… y nunca incorporando el derecho parental y siempre teniendo como fin final, restaurar al menor en la unidad familiar fundamental (aunque algunas veces, esto se torne imposible).

Aún más – el punto de vista de la ley natural sobre los derechos parentales, sancionan el adoctrinamiento. Los padres son facturados con la grave responsabilidad de formación de los hijos hasta el límite de sus habilidades, para que ellos y ellas sean buenas personas, responsables de su entorno y vivan vidas honestas, honorables y con integridad.

Pasemos brevemente a ver cuál es la realidad en nuestro querido México: 

El contenido de la Nueva Escuela Mexicana 2022 fue diseñado por una persona procedente de Cuba que no creció en este país y que por supuesto, desconoce por completo la vida en este país y las bases de la familia mexicana. Y solo para enfatizar, todos los padres deben enseñar a sus hijos a conducirse por medio de la enseñanza de valores. Cualquier parentalidad estrictamente neutralista es absurda, ya que siempre debe haber un fundamento de herencia familiar. 

Sin embargo, esta ‘nueva escuela’ llamada mexicana, diseñada por un extranjero, incluye en sus libros de educación básica para todo el país, en su apartado Marco Curricular No 3, el: “Currículo Nacional desde la Diversidad y dice textualmente que: “Esto ha exacerbado las desigualdades y exclusiones basadas en la clase, género, condición física, grupo étnico y sexual, debido a que la articulación de lo común con lo diverso está ausente del currículo nacional, en las actividades educativas, ….”

Sería conveniente tomar en cuenta estas simples y confusas palabras para darnos cuenta de que el propósito ‘educativo’ no es fomentar valores ni familiares, ni patrióticos ni de superación personal, sino de enfatizar “desigualdades” tanto en supuesta ‘clase’ (sin especificar a qué se refiere) y de paso, emplea una palabra clave de su propósito educativo: la palabra más controversial: el “género.” Preguntémonos entonces ¿cuál sería la llamada “articulación”? Tal parece que la articulación suena a adoctrinamiento más que educación.

La verdadera formación NO es adoctrinamiento. Formar a los menores en que hay “desigualdades” y en la “diversidad” no es formación, ya que, adoctrinar en los puntos de vista de una persona nacida en un país comunista es una cosa. Otra cosa, la crianza de acuerdo con ciertos valores y preceptos morales y religiosos es algo que los padres, inevitablemente, deben hacer. 

La debida formación anima al desarrollo de un auténtico sentido de autenticidad y libertad – la libertad de involucrarse en la elección de algo valioso moralmente – esto es en lo que el adoctrinamiento no solo falla, sino que realmente destruye.

¿Se ha dado cuenta la gente y principalmente los padres que actualmente la matrícula escolar se ha desplomado? El rendimiento escolar y la matrícula en la educación pública van en picada, ya que tras la llegada de la llamada “4ª transformación” en el año 2018, México ha perdido a 1.4 millones de estudiantes. (Nota Reforma Junio 4, 2025 Nacional).

En el 2018 había inscritos 35.8 millones de estudiantes en todos los niveles de escuelas públicas, pero en el actual ciclo escolar (2024-2025) hay sólo 34.4 millones. Asimismo, los resultados de la prueba PISA 2022 muestran un deterioro en habilidades clave, situando a México en niveles de hace una década. Esta situación, agravada por una disminución en el gasto educativo y políticas que no han logrado contrarrestar el abandono escolar, pone en riesgo el derecho a la educación escolar de millones de niños y jóvenes, según han descrito especialistas.

PISA reveló un retroceso en el desempeño educativo de México. Nos preguntamos si ha tenido que ver la “nueva escuela” del 2022, ya que el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos señala que los resultados educativos son comparables a los del 2012, pues menos del 1 % de los estudiantes puede distinguir entre un ‘hecho’ y una ‘opinión’, y sólo el 2% logra resolver una regla de tres. Comparado con el 2018, hoy el rendimiento en matemáticas, ciencias y lectura ha disminuido, colocando a México por debajo del promedio de la OCDE.

El abandono escolar es particularmente alarmante en la transición de secundaria al bachillerato. En algunos estudios de investigación han referido que, aunque el número de maestros creció de 212 millones en 2018-2019 a 21.8 millones en 2024-2025, ha faltado capacitación docente y por tanto, los resultados no son presumibles en las aulas. Aunado a esto, en las entidades del país, hay cancelaciones periódicas de clases debido a situaciones de violencia.

Padres de familia, ¿se han realmente preguntado qué ‘tipo’ de educación escolar es esta que, actualmente en el “nuevo plan” escolar enseña? En el que según dice el nuevo “plan de estudios, 2022”: “…Ciencias como la química, las matemáticas, la lengua y la historia sean reflexionadas desde las perspectivas de los pueblos indígenas y afrodescendientes, tomando en cuenta también a las colectividades de género y sexo, para mantener la distancia metodológica y epistémica en el currículo, la enseñanza, el aprendizaje y la vida escolar en su conjunto.”

Así, vemos con claridad que queda clara la responsabilidad tajante de padre y madre la educación en valores y formación de sus hijos, ya que, si quieren a sus hijos, si desean que sean buenos ciudadanos, si quieren estar orgullosos de ellos, si quieren un país mejor, la educación que se está desarrollando actualmente es confusa, ideológica y no ha dado ningún resultado positivo, como acabamos de señalar. ¿Queremos esto para nuestros hijos?

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