Aborto: progresismo y cultura de la muerte

El derecho a la vida es para los seres humanos, el derecho fundamental. Y sin embargo la cultura contemporánea ha querido negarlo, transformándolo en un derecho incómodo a defender.



¡Tú y yo estamos VIVOS! ¿Cierto? Y lo más seguro es que consideremos la vida como algo “valioso,” porque nos cuidamos, nos vestimos, evitamos las enfermedades, y por tanto, QUEREMOS estar VIVOS. Este enunciado me dice que –de alguna manera—apreciamos la vida.

Entonces, ¿qué pasa cuando ‘algunos’ no la aprecian y luchan, y cambian leyes, estatutos, disposiciones y todo lo que está a su alcance para que se MATE a otros? ¿Qué pasó entre el momento en que nacen estas personas y su edad adulta? ¿Por qué ‘cambiaron’?

Ah, me dirán algunos: Es que no has tomado en cuenta los temas que se van aprendiendo a través de la existencia, relacionados con los estilos de vida, la concepción y percepción de la vida humana misma, todo esto llamado ahora ‘cultura’. Olvidamos en ese transcurso de la vida que ‘algunos’ somos cristianos, o por lo menos, nuestros padres nos bautizaron, o alguna vez supimos que hay una grandiosa Virgen en La Villa que tuvo la humildad de visitarnos aquí en esta tierra nuestra y dejarnos aquí su legado, pues simplemente Ella fue Madre a pesar de todas las dificultades, y quiso dejarnos Su ejemplo.

Ahora bien, la cultura moderna, ha devenido en una cultura individualista, paradigmáticamente egoísta y por ello, esencialmente anticristiana. En este entorno social, los más débiles son las primeras víctimas. Cuando no trascendemos, uno piensa que sólo es responsable ante sí mismo. Y ante nosotros mismos como individuos, como somos juez y parte, podemos justificarlo prácticamente todo. ¿Todo? Tal parece que incluye hasta el asesinato de un ser humano, por eso se practica el aborto, que es la muerte de un ser humano en gestación.

Y aquí comienza la separación: El aborto es el tema decisivo que separa a la cultura moderna de sus raíces cristianas. Hoy, o eres cristiano o estás contra la vida, o defiendes la vida o crees en la cultura de la muerte. Los cambios han impactado también en porcentajes de divorcios, que no superaban el 10% de los matrimonios anuales, hasta hoy casi quintuplicar esa cifra y el aumento de las ‘uniones libres’. Algunos socio-economistas se preguntan si el tejido social se ha deteriorado demasiado al punto de ya no tener remedios eficaces.

Los estilos de vida en las sociedades occidentales están fuertemente condicionados por requerimientos mercantiles y economicistas, y así es conceptuada la vida humana según esos criterios. De esta manera, la vida de un blanco “vale” más que la de un negro; la vida de un joven más que la de un viejo… y por supuesto, la vida del bebé en gestación o no-nacido es la que menos “vale”. De acuerdo con estos parámetros, la vida es un derecho instrumental equiparable a un derecho de prestaciones públicas y se relativiza hasta el extremo.

El derecho a la vida es para los seres humanos, el derecho fundamental. Y sin embargo la cultura contemporánea ha querido negarlo, transformándolo en un derecho incómodo a defender. Esto se vio claramente hace unos días en la Suprema Corte de México:

“Por unanimidad, los 11 ministros del pleno del Supremo invalidaron la fracción I del Artículo 4 Bis A de la Constitución de Sinaloa que establecía que “el Estado tutela el derecho a la vida desde el momento en que un individuo es concebido”.

–“Debe ser claro que esto trastoca el orden constitucional y los valores de un Estado laico, plural y democrático, e impone a las mujeres y personas gestantes una carga desproporcionada”– manifestó el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, autor del proyecto de la sentencia… “Aunque el fallo de la Suprema Corte solo invalida la fracción de la constitución de Sinaloa, la decisión tendrá implicaciones futuras para otros estados con reformas que también están impugnadas”.

Ahora bien, me gustaría saber si hay alguna explicación de los “ministros del pleno del Supremo” ante la última reforma constitucional del 10 de junio de 2011, titulado: “De los Derechos Humanos y sus Garantías”. Me permito mencionar brevemente que constitucionalizó en su Art. 1º los “derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano es parte”. Para aclarar esto, los compromisos internacionales asumidos por el Estado Mexicano tienen mayor jerarquía –en el ámbito interno—que las propias disposiciones constitucionales. Además, constitucionalizó el principio pro homine que dispone que los derechos humanos deberán ser entendidos e interpretados de la forma más favorable al ser humano.” Y también habrá que tomarse en cuenta el Art. 29 de la Constitución Federal.

Entonces, el Ministro Aguilar debería detalladamente explicar su aberración al decir que “el comienzo de la protección a la vida humana… impone límites a los derechos humanos de otras personas, en este caso de las mujeres y personas con capacidad de gestar a decidir sobre su propio cuerpo”.

¿Se le olvidaría al Ministro que: la reforma constitucional del 2011 constitucionalizó el derecho a la vida de todo ser humano y vino a fortalecer las reformas a las Constituciones locales? O a los señores Ministros ¿les importa más la “decisión del cuerpo” de una mujer, cuando lleva en su vientre a otro ser humano con derecho a VIVIR? ¿Y qué pasa con la “institución” de la adopción en caso de que la madre no pueda hacerse cargo del infante? Hasta el momento, ningún tratado internacional consagra un “derecho al aborto.” ¿También esto se olvidó al hacer cambio a las leyes? Entonces, para que ‘alguien’ no limite mis derechos humanos (¿cuáles?) ¿tengo derecho a matarlo?

Todos conocemos la reforma al Código Penal del Distrito Federal que tuvo lugar en el año 2007 por medio del cual se despenalizó el aborto dentro de las 12 primeras semanas de gestación, ante la cual promovieron acciones de inconstitucionalidad el Presidente de la CNDH y el Procurador General de la República. En la redacción final de la ‘sentencia’ no se plasmaron los argumentos de los fundamentos de la mayoría de los ministros, sino que se publicaron solamente los argumentos del ministro encargado de la redacción de la sentencia, quien sostuvo que el “derecho a la VIDA” no se encontraba protegido por la Constitución mexicana.”

El voto de la Corte en el caso de Coahuila establece un criterio mandatorio para todos los jueces en el país, haciendo que no sean procesadas las mujeres que efectúen un aborto, sin violar el criterio de la Corte y de la Constitución (Ministro Zaldívar). Pero ¿se han aumentado los recursos de acompañamiento terapéutico para muchas mujeres que se arrepienten en su decisión de haber abortado? Tal parece que desde hace mucho hemos cambiado de hacer lo que podría ser algo mejor para otro(s), a hacer lo que es mejor para sí mismo. Quizá sea solamente un reflejo del espíritu de la ‘era moderna’. Aquí, de lo que se trata es de que unos ministros ‘ciegos’ por ideologías de la decisión sobre el propio “cuerpo,” dan rienda suelta a legalizar la matanza de seres vivos que tienen derecho a vivir, y de esta manera guían a otros ‘ciegos’ en búsqueda de la liberación, y no del bien del otro que llevan dentro.

Es deber de los ministros saber que la Ley Internacional de Derechos Humanos generalmente reconoce a los bebés en gestación como poseedores de derechos y afirma la prerrogativa de estados soberanos para proteger sus vidas al regular rigurosamente el aborto.

El aborto y rehusar tomar responsabilidad personal por las acciones propias, han contribuido a una rispidez general y falta de respeto por la vida en todas las etapas, como estamos siendo testigos con las matanzas que están ocurriendo en varias partes de la República. Y la pregunta es: ¿Es el aborto la causa de nuestra cada vez más decadente cultura, o un reflejo de esta?

Y si consideramos que va involucrada la VIDA de DOS seres humanos en un embarazo, ¿por qué solamente se toma en cuenta la vida de una, que es la madre de otro ser humano en gestación?

¿Es que ser un niño es estar en constante peligro? México es el país que tiene una de las mayores tasas de violencia física, abuso sexual y asesinato en menores de 14 años y en donde más de 3.6 millones de menores trabajan, de los cuales, 1.1 millones tienen edades entre 5 y 13 años. Se trata del segundo país en América Latina con el mayor número de población infantil.

La cantidad de menores de edad en nuestro país en el último censo, los menores de 0 a 17 años eran 39 millones, el 35% de la población y ¿qué estamos haciendo para su protección? O las leyes y la Corte solamente se enfocan en legalizar ‘derechos’ de la mujer gestante para acabar con la vida del ser humano en gestación. Según la Organización Internacional del Trabajo, en el norte de México, casi el 32% de la mano de obra indígena está formada por menores emigrados de otras partes del país. Las condiciones en que viven son alarmantes, muchos viven en las calles, muchos son víctimas de la delincuencia, la pobreza, la prostitución forzada, el tráfico de órganos, las bandas delincuenciales, falta acceso a la educación, son maltratados, víctimas de abusos, solos y sin ningún tipo de asistencia base. (Agencia Fides).

En Estados Unidos, acaba de ser votada y legalizada una ley que impide el aborto en Texas después que el latido cardíaco fetal es detectado. Así, hay un cambio de ‘cultura’ ya que las personas que confiaban en poder abortar, ahora aprenden cómo el latido del corazón del bebé comienza a latir. En este caso, Texas destinó ya un ciento de millones de dólares para apoyo a las mujeres, sus bebés y las familias. Esto debería ser un modelo para países como el nuestro, en que la mayor parte de recursos se ocupan en cuestiones que no hacen progresar el tejido social. Y en otra faceta del mismo asunto, el aborto ha sido de beneficio para varones irresponsables y abusadores, ya que, si las mujeres no pueden abortar, el gobierno tendría que aumentar los recursos para mujeres solas y tratar a los bebés como lo que son: personas con derechos propios.

Los ‘derechos inherentes a la persona’ sí importan y el más importante es el derecho a la VIDA, sin embargo, los progresistas creen que su deber es asistir a los demás a que logren ciertos resultados, pero ellos determinan los resultados. Para esto, los individuos ya no son vistos como seres humanos con derechos inherentes, sino como grupos minoritarios que requieren la ‘ayuda’ y ‘apoyo’ de condiciones creadas por el gobierno. Y para proveer de esto, se convencen de que necesitan simplemente olvidar obstáculos en ‘desuso’ como la “Declaración Universal de Derechos Humanos” cuyo Artículo 3 declara: “Todo individuo tiene derecho a la VIDA, la libertad y a la seguridad de su persona.”

El aborto es, además, el supremo atentado contra la Paz mundial. El aborto plantea el problema de los límites. Si se permite eliminar la vida del no nacido ¿cómo es que podemos poner niveles de dignidad humana para asegurar la convivencia social o la paz mundial? Si es posible matar, despreciar, ignorar a uno, ¿por qué no puedo hacerlo con otro? Ciertamente, si el aborto está permitido, todo está permitido. Y si se viola este derecho primigenio ¿cómo se puede hablar de derechos humanos?

Los Ministros de la Suprema Corte en este país hablaron ante un puñado de individuos con sus mismas creencias culturales mundanas, han perdido totalmente las referencias sobrenaturales. Este proceso al que se han sometido es un proceso de secularización, se sienten orgullosos de su poder y desplazan a Dios mismo. Toman posesión de algo que no pertenece sino a Dios: la misma VIDA. Por eso, el aborto, la eutanasia y en general, los atentados contra la vida denuncian una viciosa degeneración humana, que no puede tener sino las consecuencias negativas que se acaban de apuntar y de las cuales hemos sido testigos.

Juan Pablo II nos decía ante miles y miles de peregrinos en la Plaza de San Pedro que lo vitoreaban y otros millones que lo seguían en los medios, que el ser humano es un don, forma parte del bien común. Cualquier ser humano vale, ha costado el sacrificio de Cristo. La vida humana, cualquier vida humana, tiene así entendida, un valor incalculable, imposible de cuantificar y de medir según los criterios de valoración dominantes. “La gloria de Dios es que el hombre VIVA.” Y como dice la Ciencia misma, la VIDA es la manifestación de la existencia de vida desde el momento de la concepción.

“Quien negara la defensa de la persona humana más inocente y débil, a la persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima violación del orden moral…”. (Juan Pablo II)

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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