Siempre que se menciona el nombre de Richard Nixon la generación actual lo ve como un personaje lejano en el tiempo a quien suele recordársele por ser el único presidente de los Estados Unidos que fue obligado a renunciar por tramposo.
Una visión alejada por completo de la realidad ya que Nixon fue alguien muy diferente al que cree el común de la gente.
Retrocedamos al pasado y hagamos un poco de historia.
1968 fue un año muy conflictivo puesto que disturbios estudiantiles tanto en París como en México alteraron la paz en ambos países.
Asimismo la interminable guerra de Vietnam en donde se encontraban más de medio millón de soldados norteamericanos hacía pensar que era inminente un conflicto armado entre China Comunista y los Estados Unidos.
Un conflicto en el cual la Unión Soviética se mantendría neutral esperando que chinos y norteamericanos se destrozasen mutuamente.
Y una vez que ambas potencias se hubieren destrozado, los rusos podrían someter fácilmente al debilitado vencedor lo cual le permitiría a la URSS imponerse como potencia única a nivel mundial.
A fines de aquel año, en noviembre, se celebraron elecciones presidenciales en los Estados Unidos.
Elecciones en las que, por lo negro de una uña, Nixon derrotó al vicepresidente demócrata Hubert H. Humphrey.
Una vez en la Casa Blanca, la política de los Estados Unidos dio un giro de ciento ochenta grados.
Todo empezó con la distensión en el conflicto vietnamita y fue así como, a los pocos meses de su llegada a la Presidencia, Nixon logró que 25 mil soldados que combatían en Indochina regresaran sanos y salvos a casa. Sabia decisión que aumentó la popularidad del presidente.
Fueron de tal trascendencia los contactos diplomáticos que, antes de dos años, se consiguió que Vietnam del Norte y Vietnam del Sur llegasen a un acuerdo lo cual le permitió a Nixon retirar a todos los soldados que se hallaban atascados en aquel lodazal.
Al mismo tiempo –después de arduas y hábiles gestiones- Nixon viaja a China y se entrevista con Mao-tse-tung.
Un acontecimiento histórico que evitó que se enfrentasen chinos y norteamericanos favoreciendo a la Unión Soviética.
Y mientras todo eso ocurría, Nixon no perdía de vista a su continente, mostrando una preocupación muy especial por el avance comunista en Chile y Bolivia.
En 1972 Nixon se presenta a la reelección derrotando a su oponente George Mac Govern con una mayoría abrumadora.
Señal evidente de que lo apoyaba la inmensa mayoría de sus conciudadanos.
En septiembre de 1973, gracias al apoyo logístico de los Estados Unidos, el ejército chileno derroca al marxista Salvador Allende con lo cual aquel país se salva de caer en la órbita soviética.
Dos años antes también Bolivia se había salvado de seguir por el mismo camino que llevaba al despeñadero.
Como podemos observar, de manera discreta pero eficaz, Nixon había evitado tanto una guerra abierta con China como frenado la penetración soviética en América del Sur.
Todo esto irritó a las mafias que tras bambalinas mueves a los políticos como si fuesen títeres.
Y fue así como un asunto menor como era el de Watergate fue agrandado de tal modo por los medios que acabaron presionando a Nixon hasta obligarlo a dimitir.
Esto ocurrió en agosto de 1974, hace ya más de medio siglo.
Conforme va pasando el tiempo, un Nixon presentado en su tiempo como corrupto y tramposo, aparece ante la opinión pública internacional como un gran estadista que resiste la crítica histórica.
Hace ya muchos años, a fines del siglo XX, se hizo una película sobre Nixon quien era magistralmente interpretado por el actor británico Anthony Hopkins.
Una película que muestra el lado humano de un personaje, que ha sido incomprendido pero que dejó una huella profunda en la historia de la humanidad.
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