¿Hacia dónde va Perú?

Perú es un país que se caracteriza por una gran inestabilidad que se refleja en el hecho de que ha tenido cuatro presidentes en los últimos cinco años.



Después de varias semanas de incertidumbre, el Jurado Nacional de Elecciones proclamó presidente electo de Perú al candidato de izquierda Pedro Castillo, quien derrotó a su rival Keiko Fujimori por escasos 44 mil votos.
Pedro Castillo, un maestro rural de 51 años de edad, asumirá la Presidencia el próximo 28 de julio, fecha en la cual Perú celebra el Bicentenario de su Independencia.

La inminente llegada al poder de un declarado marxista ha encendido focos rojos no solamente en Perú, sino también en los países vecinos.

Por lo pronto ya la Iniciativa Privada ha manifestado una actitud recelosa que pudiera traducirse en una fuga de capitales que lesione aún más una economía ya de por sí bastante débil.

Y es que Pedro Castillo propone una nueva Constitución que le dé al Estado una mayor injerencia en la economía.
Dicha propuesta pudiera interpretarse en el sentido de que el presidente electo imponga una Carta Magna que, al lesionar la propiedad privada, desaliente una inversión que en estos momentos es más necesaria que nunca puesto que es la única que puede garantizar que se creen más empleos.

Pedro Castillo promete que la actual Constitución estará vigente hasta que el pueblo lo decida y afirma que no importará modelos extranjeros, haciendo alusión a gobiernos de izquierda como lo son Cuba y Venezuela.

Considerando que cada vez que un gobernante populista hace alguna declaración, su mensaje hay que interpretarlo al revés debido a que la mentira forma parte de su ADN, los peruanos tienen serios motivos para alarmarse puesto que, si sacase adelante su proyecto, Pedro Castillo convertiría a Perú en una sucursal de Venezuela que recibirá órdenes desde La Habana.

Sin embargo, una vez que empiece su andadura, Pedro Castillo no se topará con un camino pavimentado que le permita llegar a la meta con rapidez y comodidad.

Nada de eso. Lo ajustado de la votación (Pedro Castillo 50.13% y Keiko Fujimori 49.87%) indica que el país se encuentra fuertemente dividido. Una división que se manifiesta en la composición de un Congreso en el cual ningún partido cuenta con la mayoría necesaria para gobernar cómodamente.

El primer obstáculo que deberá librar Pedro Castillo es el de una destitución; para continuar en su puesto, el profesor marxista debe asegurar al menos 44 votos de los 130 integrantes del Congreso.

El partido que lo postuló (Perú Libre) apenas cuenta con 37 sillas y solamente si hace a un lado sus tendencias radicales y se acerca al centro, podría conseguir los 7 votos de otros partidos que para el nuevo mandatario son vitales.

Muy diferente de lo que ocurrió en otros tiempos con Hugo Chávez, de Venezuela, y con Evo Morales, de Bolivia, quienes desde un principio contaron con un amplio apoyo por parte del Poder Legislativo.

Así pues, aunque le repugne, Pedro Castillo deberá fingir moderación e incluso coquetear con los empresarios.
Todo, absolutamente todo, primero para evitar la destitución y después para ir aprobando una serie de leyes que le permitan comunizar al país.

Es aquí donde surgen las dudas: ¿Se creerán los restantes grupos parlamentarios la aparente moderación ideológica de Pedro Castillo? ¿Le creerán también los empresarios? ¿Qué ocurriría si la alarma de la Iniciativa Privada provocase una fuga de capitales con la consiguiente devaluación de la moneda? ¿Cómo reaccionarán los seguidores de Keiko Fujimori a quienes la candidata derrotada les pidió manifestarse en las calles?

Definitivamente, no todo será “miel sobre hojuelas” para un Pedro Castillo que, una vez que la banda presidencial cruce su pecho, verá como no las tiene todas consigo.

Y es que una cosa es andar alborotando a los campesinos o andar pronunciando discursos incendiarios en los barrios bajos de las grandes ciudades, y otra muy diferente enfrentarse a las pesadas cargas que trae consigo el ejercicio del poder.

Máxime cuando, aparte de no disponer de una cómoda mayoría para gobernar, se enfrenta a una tremenda crisis económica, a desórdenes callejeros, a la hostilidad empresarial y al recelo de las fuerzas armadas.

Perú es un país que se caracteriza por una gran inestabilidad que se refleja en el hecho de que ha tenido cuatro presidentes en los últimos cinco años.

Repetimos la pregunta que da título a este comentario: ¿Hacia dónde va Perú?

Una incógnita que -como antes dijimos- afecta no solamente a los peruanos sino también a todos los países de la región.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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