Cervantes habla después de cuatro siglos

A pesar de que era del dominio público que el autor de El Quijote, Miguel de Cervantes, había sido sepultado en el convento de las Trinitarias de Madrid, no se sabía con exactitud donde se hallaban sus restos.

Fue en 2014, siendo Ana Botella alcaldesa de Madrid, que se puso en marcha un ordenado operativo para encontrar los restos de Cervantes.

Tras dos años de arduos trabajos, los restos fueron hallados en 2016 y desde entonces todo mundo sabe dónde espera el día de la resurrección de entre los muertos quien diera vida a Don Quijote y a Sancho Panza.

El convento de las Trinitarias se encuentra en la madrileña calle de Lope de Vega y es ahí donde Cervantes duerme su último sueño.

Desde entonces son muchos quienes –ya sea por afán cultural o por simple curiosidad- se acercan hasta las Trinitarias para contemplar el lugar de la sepultura cervantina.

Salvando las debidas distancias, consideramos que aquí se da un fenómeno parecido al que ocurre con las reliquias de los santos.

Son muchos quienes desean tener alguna reliquia del santo de su devoción pues creen que de ese modo el bienaventurado habrá de protegerlo de manera muy especial.

Craso error. El culto que la Iglesia rinde a los santos no es para fomentar la superstición.

El culto debido a los santos no tiene otro objetivo que el presentar un modelo a seguir en el camino de santidad o sea demostrar con el ejemplo de la vida del bienaventurado que SI es posible alcanzar la santidad.

Aparte de que lo santos son un modelo a imitar, la Iglesia nos los ofrece como intermediarios ante quienes debemos recurrir en alguna necesidad.

Como antes dijimos, algo parecido ocurre con Miguel de Cervantes.

El hecho de que se haya localizado el sepulcro de Don Miguel no es para fomentar una serie de conductas que, sin ser supersticiosas, pudieran tener mucho de enfermizas.

Bien, muy bien que sepamos donde se encuentran los pocos pedazos que se conservan del esqueleto de Cervantes.

Ahora bien, más que localizar su sepulcro y rendirle honores, lo que realmente importa es seguir las enseñanzas que nos legó el padre de Don Quijote.

Y esas enseñanzas se encuentran en todas las obras que nos heredó; de manera muy especial en “El Quijote” que es todo un tratado de sensatez.

Consideramos que, después de leer y meditar la Biblia, lo que toda persona medianamente culta debe hacer es leer y meditar las enseñanzas que Cervantes pone en labios del Caballero de la Triste Figura.

¡Magnífico que se hayan encontrado los pocos pedazos que se conservan del esqueleto de Cervantes!

Sin embargo, esos huesos poco nos pueden aportar puesto que son materia inerte que en un tiempo formó parte de un cuerpo que era poseedor de un alma inmortal.

En cambio lo que en realidad nos puede aportar muchísimo con miras a nuestra superación personal es la lectura de todas las obras escritas por el Manco de Lepanto.

Las reflexiones que Cervantes pone en labios de Don Quijote y de Sancho Panza ya sea en materia jurídica o costumbrista son mil veces más valiosas que un montón de huesos que desde hace más de cuatro siglos custodian las monjas trinitarias.

Si se nos preguntara donde quedan los restos o sea LAS RELIQUIAS de Cervantes, diremos que en todas y cada una de sus obras y que cada vez que las leemos sentimos como su autor nos está proporcionando mayores beneficios que las reliquias del santo más venerado.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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