Humo en la Ciudad

Y recurrir al sabotaje es algo muy, pero muy peligroso.


Incendios en México


Tan pesada estuvo la contaminación en la Ciudad de México (CDMX) durante la primera quincena de mayo que quienes llevan registros afirman que a la contingencia ambiental se sumó una contingencia atmosférica causada por una serie de incendios que se produjeron los bosques cercanos.

Se pusieron en marcha planes de emergencia que restringió la circulación de vehículos.

Sin embargo, la nube tóxica continuaba asfixiando a la megalópolis, que incluye también importantes ciudades como Puebla, Pachuca e importantes sectores del estado de Querétaro.

De este modo –como antes dijimos– se sumaron varios factores que, juntos todos ellos, dieron una especie de “tormenta perfecta”: Las altas temperaturas propias del cálido mes de mayo, la contaminación causada por industrias y vehículos y ¡como remate! los incendios.

Muchos de esos incendios fueron provocados, lo cual es debido a la falsa creencia que tienen los campesinos de que, el quemar sus tierras en primavera, es un modo de limpiar el terreno y así prepararlo para una nueva cosecha.

Sin embargo, después de serios estudios, se ha llegado a la conclusión de que muchos de esos incendios no fueron tanto el resultado de una errónea costumbre ancestral de nuestros campesinos indígenas.

La conclusión a que llegaron los investigadores fue que quienes propagaron dichas quemazones lo hicieron como acto de sabotaje.

Y es que, dentro del plan de recortes de presupuestos del gobierno federal, se incluye que se cancelase el apoyo que hasta hace muy poco se le daba a la SEMARNAT (Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales). Un apoyo, que, en este caso concreto, era para poner en práctica un programa de empleo temporal a las brigadas que se dedican a la extinción de incendios.

O sea que quienes, durante esta cálida época del año, tenían un empleo seguro se quedaron sin un medio honesto de ganarse la vida.

Y fue así como el país se quedó sin miles de brigadistas cuya actividad hubiera sido decisiva para controlar la quema de montes y bosques.

Es aquí donde surge la hipótesis de que muchos de esos incendios hayan tenido como autores a esos miles de frustrados brigadistas.

Según esto, como acto de represalia, decidieron echar mano del sabotaje y fue así que decidieron prender fuego por todas partes sabiendo que nadie podría apagarlo.

Mal, pero muy mal que se actúe de un modo tan egoísta y vengativo.

No obstante, considerando que todo efecto tiene una causa, no nos cabe la menor duda de que si el gobierno federal no le hubiera recortado de modo tan drástico el presupuesto a la SEMARNAT, los pocos incendios que habitualmente suelen producirse en esta temporada, habrían sido rápidamente sofocados.

Mal, pero muy mal cuando se recurre al sabotaje como medio de protesta.

Consecuencia lógica de que siempre que se toman decisiones arbitrarias, alejadas de la realidad y contrarias al sentido común, el efecto inmediato es un desajuste en todo el organismo social.

Ojalá que el gobierno federal recapacite y se decida a tomar decisiones justas, realistas y apegadas a la lógica más elemental.

Porque, si nuestras altas autoridades persisten en su actitud torpe, terca y autoritaria, lograrán el mismo efecto que se produce cuando se pretende introducir en una cerradura la llave equivocada.

Aparte de las molestias, trastornos y desajustes sociales que –quiérase o no– afectaron el presupuesto federal, lo más grave es lo que hemos visto y que, en lo sucesivo, pudiera tomarse como recurso habitual de protesta: El sabotaje.

Y recurrir al sabotaje es algo muy, pero muy peligroso.

Especialmente cuando el sexenio está cumpliendo apenas su primer semestre.

Ante la nube de humo que asfixiaba tanto la CDMX como importantes lugares del país, muchos en son de broma hablaron de invocar a Tláloc, el dios de la lluvia.

Como era de esperarse, ningún caso podría hacerles una inexistente deidad de la mitología azteca.

Menos mal que en la noche del 15 de mayo, fiesta de san Isidro Labrador que es el patrono de los campesinos, cayó un aguacero torrencial (con granizo incluido) que quizás podría ayudar a resolver parte del problema.

 

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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