Fin de ciclo escolar: gratitud como riqueza

Gocémonos al interior de nuestras escuelas por el enorme gusto de haber tenido este año.



A decir de Miguel de Cervantes Saavedra: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades. Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas”.

Cuando concluye un ciclo escolar, del Corazón emerge el sentimiento de gratitud de todos los que hemos vivido dicha experiencia.

Hoy es una buena ocasión para dar gracias a aquellos queridos padres de familia que quisieron confiar en las escuelas para depositar lo más sagrado y bendecido que tienen: sus hijos.

Es importante tener como referente la formación de buenas personas. La escuela podrá entregar buenas cuentas si sus estudiantes hoy son mejores seres humanos. Si sus maestros son más vocacionados y más profesionales. Si los alumnos hoy tienen más elementos para enfrentar la vida, con las complicaciones que ésta conlleva.

En medio de un mundo tan vertiginoso, con tantos estímulos y contradicciones, de tantos anti-testimonios, con una tecnología que pareciera ser que nos aleja más de la esencia antropológica y espiritual del hombre, en lugar de convertirnos en más prójimos con nuestros hermanos.

Todos sin distinción alguna, haciendo eco del pensamiento del Papa Francisco, habitamos la Casa Común, llamada Creación. Por esa grandiosa razón somos hermanos.

Y en esta maravillosa Creación es donde nuestros alumnos deben aprender a amar, perdonar, creer y servir. Este es el Evangelio, el que se debe predicar con el ejemplo. El que debemos hacer creíble en el hogar, en la escuela, en las vacaciones, en la calle, en una visita al cine, manejando un vehículo, en nuestros muros de Facebook, en nuestros tweets, en nuestros grupos de WhatsApp.

Por eso creo que en el hogar también es importante que los papás hagan este balance conjunto. ¿Cómo observan a sus hijos a un año de trayecto? ¿Qué tanto han madurado y crecido? ¿Les siguen dando elementos que les permitan mejores criterios de discernimiento?

Y sepan que nosotros como maestros confiamos, más allá de la utopía de padres ideales, en que los padres de familia saben felicitar, pero también llamar la atención. Que saben consentir, pero también poner límites. Y sobre todo que les demuestran el amor que les tienen abonando a su proceso para que sean responsables, éticos, fieles a sus principios y respetuosos de los valores universales e inmutables que nos arropan en la construcción de un tejido educativo que impacte en la vida de cada uno de ellos y de nosotros.

Al finalizar este ciclo escolar 2017 – 2018 podemos decir con el corazón lleno de gozo que fue un privilegio caminar juntos hacia la misma dirección, como nos lo enseña “El Principito”.

Gocémonos al interior de nuestras escuelas por el enorme gusto de haber tenido este año. Con vicisitudes fuera de nuestra agenda, pero con más de positivo y de aprendizaje en estos 200, 195 o 185 días según el caso.

 

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