Que no se nos olvide el desastre que fue la elección de ministros, magistrados y jueces. La demostración del fraude electoral ha sido muy clara. Lo que corresponde es la nulidad de las elecciones. El fraude operó en contra de los supuestos candidatos electos, así como de los ciudadanos.
No se necesita hacer un gran esfuerzo para imaginar un diálogo con algún representante de Morena o del gobierno que dice a un candidato: “Nosotros nos encargamos”, “Tú haz lo que puedas”. Y, así, echaron a andar los acordeones, cientos de miles, millones por todo el país. Con la clara intención de que cada ministro, cada magistrado, cada juez que ganara, estuviera consciente de que le debía su cargo al oficialismo. Desde ahí, la grave violación al principio de independencia del Poder Judicial. Desde luego que quienes más pagamos por esta violación a los derechos electorales y de acceso a la justicia somos los ciudadanos y, con el tiempo lo veremos, los más pobres de nuestro país.
Los acordeones fueron distribuidos por todo el país; repartidos por distintas partes de la República. El resultado de la elección fue siempre igual. Un descaro. No hay autoridad valiente que acepte investigar cuál fue la imprenta que llegó a imprimir, con esa calidad, la cantidad de acordeones que fueron repartidos. La misma tipografía, los mismos colores, los mismos nombres. Pero el gobierno —que quiere espiarnos a todos— es incapaz de investigar el lugar donde se imprimieron los acordeones que han manchado al Poder Judicial tanto federal como local.
Esta vergüenza, reconocida como indebida por todos los mexicanos y rechazada incluso por los propios candidatos, fue llamada por los magistrados del sistema oficial el “ingenio del pueblo de México”. Esto es un ataque al pueblo de México. ¿Qué fue lo que ideó el gobierno para hacer esta enorme trampa?
Fuimos testigos de una sesión del Tribunal Electoral indignante. Las intervenciones indecentes de los magistrados electorales: Felipe de la Mata, Felipe Fuentes Barrera y Mónica Soto dejaron claro el inicio de los nuevos tiempos. Debo confesar que a mí ya no me sorprenden. Escuché sus intervenciones sumisas y arrastradas cuando negaron el registro de México Libre y aprobaban los registros de los partidos ligados al oficialismo. Los escuché declarar violencia política de género en casos en que se trataba claramente de una decisión política para perseguir a la oposición o a quienes piensan distinto al gobierno. Y, por si fuera poco, estos magistrados no quieren remitir a la Suprema Corte un juicio de inconformidad presentada por las organizaciones sociales. A todo esto debemos sumar el hecho de que la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales no ha cumplido con el deber de investigar este tema.
La elección de los acordeones es uno de los precedentes más graves que van a ser parte de nuestra historia. Fue verdaderamente un acto grotesco de violación a la libertad del voto. Además, todo el proceso resulta un precedente peligroso para las elecciones de 2027. Por ello es importante poner atención en el Informe Anual que presentará, próximamente, el Observatorio Electoral Judicial.
Me remonto a los años de la lucha por la democracia. Muchos recuerdan ese grito que coreábamos como adolescentes o jóvenes universitarios: “¡Repudio total al fraude electoral!”. Por eso no me extraña que en las marchas y los movimientos de oposición estén presentes personas mayores de 50 años. “Repudio total al fraude electoral” fue el grito que se popularizó en los años 80; por supuesto, tuvo su momento máximo en 1988. En fin, la transición democrática es una época de nuestro país que no se narra en los libros de texto, y que todos los mexicanos deberíamos conocer y transmitir a las nuevas generaciones.
Me quedo con el grito que hoy está resonando así: ¡Repudio total al fraude judicial!
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