El bochornoso caso de la mal llamada “elección” del Poder Judicial ha desenmascarado al régimen de Morena frente al mundo. Nuestro México sabe bien lo que es la Democracia precisamente porque logramos una transición democrática a la que, una y otra vez, han tratado de borrar de la historia nacional. Lo que pasó el domingo primero de junio no fue una elección, ni en su origen, ni en su desarrollo, ni en su instrumentación y regulación. Fue un despropósito.
La mayoría de nosotros ya lo sabíamos, pero el descaro fue tan bien exhibido que hoy, internacionalmente, se sabe bajo qué clase de gobierno vivimos en México. La Organización de Estados Americanos (OEA), invitada como observador internacional, concluyó en su informe preliminar en una descalificación la elección judicial e invitó a la ciudadanía y a las instituciones a “…evaluar si el modelo actual de selección de las autoridades judiciales a través del voto popular, que no tiene precedente a nivel mundial, contribuye a fortalecer los principios fundamentales de la administración de justicia o si, por el contrario, acaba de debilitando la transparencia, imparcialidad, eficacia e independencia del Poder Judicial”. La respuesta del gobierno morenista fue ridícula: simplemente argumentaron que la OEA no tenía facultades para pronunciarse a ese respecto.
En la semana previa a la elección se formalizaron los “acordeones” que fueron distribuidos por “voluntarios” que promovían listas impresas con colores según el cargo. Casualmente, la elección resultó a favor de cada uno de los integrantes de dichas listas. De pronto, varios excandidatos reclamaron la traición de Morena, cuyos dirigentes les “prometieron” integrarlos en la lista y no estuvieron en ellas. Arturo Zaldívar debe estar asustado de la manera en que lo excluyeron. Cada día aparecen más narraciones y descripciones de lo que sucedió en la fallida elección. Al principio se avisó del problema con el llenado de boletas que, por lo tanto, deberían estar marcadas. En casillas de Chiapas y Nayarit llegaron las boletas impresas, pero también ya votadas. Luego nos enteramos de Michoacán: más de 12 mil boletas se metieron ilegalmente a las urnas y otras 11 mil boletas tenían la misma letra o el mismo patrón de rellenado.
Impugnaremos sin duda. A Morena no le interesa limpiar la elección. Y el INE y el tribunal electoral están ambos más entregados que cuando le quitaron el registro a México Libre. Impugnaremos como un acto de resistencia civil, para agotar todas las instancias que un derecho maltratado nos puede dar. Podemos hacer una propuesta y la haremos. Pero falta algo más.
Lo cierto es que en México estamos atrapados. Como bien escribió en la red X Pablo Majluf: “Ya nada permanece ni un día. Ningún escándalo. Teuchitlán se esfumó. Los asesinatos políticos (de integrantes del equipo de Clara Brugada) en la capital también. Esta fluidez es en gran detrimento de la ciudadanía y en beneficio de los poderosos del crimen. No imagino soluciones, pero por el momento estamos atrapados.”
Sí, estamos atrapados. Tendremos que encontrar las rendijas y ver cómo lograr que nuestras denuncias tengan consecuencias. No veremos la luz si no empezamos por abrir dichas rendijas… y luego el boquete por el que podamos pasar todos los que estamos en desacuerdo. No veo otro camino que la fortaleza de la ciudadanía y el interés de organizarnos.
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