Manejo del estrés

La vida moderna está llena de presiones de tiempo y de frustraciones. En otras palabras: es estresante (tráfico, trabajo, discusiones). Estas y otras situaciones hacen que nuestro cuerpo reaccione como si se enfrentara a una amenaza física.

El estrés es la respuesta fisiológica que se desencadena en el organismo cuando el cerebro interpreta algo como peligroso o amenazante. Vas caminando por el bosque, aparece un lobo que se te queda mirando.


Tu cerebro se coloca en función de alarma, se altera el equilibrio en tu organismo, tu cuerpo se coloca en estado de defensa, se prepara para huir, luchar o reaccionar reclamando todas tus fuerzas para enfrentarte con valentía ante la circunstancia.

Es importante que entendamos que el estrés es la respuesta a un suceso, no el suceso mismo.

La circunstancia también puede ser psicológica e interpretar como peligroso algo que no es. Incluso puedes estar en un lugar seguro: oficina, casa y sentir el peligro como si fuera real.

El estrés no siempre es malo. En pequeñas dosis nos ayuda a realizar trabajos bajo presión y hacerlo lo mejor posible.

Pero si con frecuencia estamos en un modo de emergencia, la mente y el cuerpo pagan su precio: dolores, depresión, problemas de sueño, de peso, preocupación excesiva, enojo, irritabilidad, tristeza, entre otros.

Lo más peligroso del estrés es la ¡facilidad con la que puede arrastrarse!  Te acostumbras, comienza a sentirse familiar, incluso normal. Y no nos damos cuenta de lo mucho que nos afecta.

¿Qué hacer ante una situación así?  

Lo primero es que identifiques que es lo que te causa estrés: problemas familiares o de relaciones cercanas, asuntos de salud, manejo del tiempo, equilibrio entre trabajo-vida personal y familiar; estrés laboral…financiero; o algo que tú mismo estás generando.

No puedes eliminar estas causas completamente, pero si controlar cuanto te afectan.

Algo que puede ayudarte:  piensa positivamente; selecciona lo que lees y escuchas; aprende a manejar tus emociones; vive el presente; aprende a decir NO; haz ejercicio físico; realiza ejercicios de relajación y meditación; reza, aprende a respirar, cuida mucho tu sueño; no estés conectado todo el día; ayuda y sirve a los demás; ten sentido del humor y cuenta tus bendiciones.

Sobre todo:  ocúpate de lo que puedes cambiar en tu vida, y no te preocupes por lo que NO puedas cambiar.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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