¿Un éxito?

Para nadie resultó sorpresa el fracaso de la elección judicial del pasado domingo. Un diseño atropellado y sin sentido, una implementación defectuosa desde un inicio y un proceso plagado de vicios, transas y demagogia auguraban el penoso resultado de los comicios.

Un experimento lleno de veneno, un plan en el que los argumentos tenían más de rencor que de sensatez, de revancha que de viabilidad, no tenía por qué tener otro resultado. El odio puede llegar a ser atractivo en las redes sociales, de hecho, es uno de sus principales ingredientes en algunas plataformas, pero es malo como consejero y pésimo para planear a largo plazo. La bajísima participación es una respuesta ciudadana a lo poco llamativa que resultaba la elección. Acudió a votar cerca de 13 por ciento del padrón electoral y esto contando la gigantesca movilización del partido en el gobierno. Es un porcentaje vergonzoso. Si hubiera un poco de autocrítica en el gobierno, ya estarían hablando de qué cambios implementar para que no pase lo mismo en las elecciones de 2027.

Lo que sí sorprende es que a la presidenta Sheinbaum le haya parecido todo un éxito la elección. Es claro que donde todos vimos casillas vacías, ella vio enormes filas de votantes; que donde vimos escasez de electores, ella vio multitudes agolpándose ante las urnas. De seguir esta visión vamos a tener todos problemas en el país, pues parece que la locura de los otros datos y las realidades alternas han regresado a Palacio Nacional. Que la presidenta compare el número de votantes con los sufragios que recibió la oposición en la elección presidencial del año pasado es, por lo menos, desafortunado. Todos sabemos que los partidos opositores recibieron un severo castigo de los electores y recibieron pocos votos, así que no hay nada de qué alegrarse por tener las mismas cantidades. Es como decir que la elección judicial es tan exitosa como la campaña del PRIAN. Hay que decirlo con claridad: si hubo una elección exitosa esa ha sido la que ganó Claudia Sheinbaum. Con una participación de 61 por ciento, ella obtuvo más de 35 millones de votos. ¿De dónde le parece exitosa una participación de 13 por ciento?

Se entiende que el gobierno intente justificar, dar su propia versión de lo estuvo bien o mal en el proceso electoral, pero tampoco se trata de inventar cosas que no sucedieron, eso no tiene sentido. Todos vimos la confusión que generó la elección al grado de que era necesario ir con apuntes —como si se tratara de un examen—, para emitir el voto. Si la lucha de décadas en este país fue para hacer de las elecciones un proceso sencillo para los ciudadanos, lo que diseñó el oficialismo morenista fue precisamente al revés: hicieron todo lo necesario para confundir y desmotivar a los electores. El resultado está a la vista: fue un fracaso por donde se le quiera ver. Un fracaso que, por cierto, costó decenas de miles de millones de pesos.  

Queda ver los resultados concretos de las elecciones. Cómo queda la Corte y las personas juzgadoras electas. Nada augura que vaya a ser un cambio para bien. La cantaleta de que somos el único país en el mundo que los elige a todos de esa manera es un argumento que se cae solo. Precisamente nadie en el mundo piensa que eso sea una buena idea. Gobernar se trata de ser eficaz, no original.

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* Las opiniones expresadas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor y no constituyen de manera alguna la posición oficial de yoinfluyo.com

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