Ricardo Monreal, coordinador de los diputados de Morena, amante de los libros, peregrino incansable a lugares en los que se agradece por la vida y maestro entregado a su alumnado, anunció que se acerca un gran pleito en “el Movimiento”. ¿Se tratará de una disputa ideológica? ¿Acaso se llevará a cabo un gran debate para dirimir los rumbos que deba tomar el morenismo ante los retos que impone la realidad? ¿O será una discusión filosófica que de brújula moral al partido que enfrenta momentos alarmantes de decadencia?
Ninguna de las preguntas planteadas es la correcta. El pleito se avecina porque la Presidenta decidió que debe haber una reforma en materia electoral y será Morena, básicamente, la responsable de lo que salga como ley. Para tal efecto, Sheinbaum ha designado a un grillo profesional para liderar el proyecto: Pablo Gómez. Este sujeto acaba de dejar la UIF, una pieza clave en la detección de dinero ilícito, hecha un desastre evidenciado por autoridades estadounidenses.
Gómez nació para grillar. Igual que Monreal. El pleito se avecina y entre estos dos no parece haber la mejor de las químicas: Gómez se siente una pieza delicada del museo de la izquierda mexicana, la encarnación de las luchas sociales y un estudiante forever; forjado en los partidos de la izquierda mexicana siempre ha vivido de dinero público y en cada reforma que hubo en las últimas décadas, el tipo quedaba bien parado en alguna posición ya fuera gobierno el PRI, el PAN o Morena. Sin duda ve a Monreal como un priista advenedizo, uno de los resultados de la praxis lopezobradorista.
Monreal también nació para grillar. Ve a Gómez con desprecio y con cierto recelo porque no tuvo que pasar por el PRI. Pero sabe que no es un hombre de trabajo ni de equipo. Sabe que a Gómez, como a buen izquierdista, le gusta figurar, decir cosas grandilocuentes, darse toques de intelectual. Y en eso se topará con el mismísimo doctor Monreal que imparte cátedra en la máxima casa de estudios y tiene publicada obra especializada. Para Monreal, individuos como Gómez han sido paso necesario para su purificación priista, pero sabe que personas como el líder estudiantil no saben ganar elecciones (Gabriel Quadri le ganó una elección), son buenos para grillar, pero no para trabajar. Además, Monreal cuenta con algo muy importante de lo que carece Gómez: su equipo con cientos de diputados y es ahí donde se dará la batalla.
Seguramente Pablo Gómez apostará por la presencia pública en la que hace gala no sólo de experiencia sino también de arrogancia y prepotencia para quedar bien con Sheinbaum, pues no parece tener mayor horizonte. Monreal se encargará de los votos que requiera a favor o en contra la reforma para quedar bien con… él.
La pelea va a estar de pronóstico reservado y más aún porque no serán los únicos en el ring. Estarán presentes en esa función estelar gobernadores, legisladores, miembros del gabinete, por supuesto el ex presidente. Del que no se sabe qué va a ser es del señor Andy que al parecer sigue en Japón. Bajo cualquier escenario hay que comprar palomitas porque estarán duros los golpes.
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